Un gran viaje atrevido y maravilloso

  • Dirección: Kogonada
  • Guion: Seth Reiss
  • Intérpretes: Margot Robbie, Colin Farrell, Phoebe Waller-Bridge, Hamish Linklater, Lily Rabe, Billy Magnussen…
  • País: EEUU
  • Género: Romance
  • 108 minutos
  • Ya en cines

  • «¿Qué pasaría si pudieras abrir una puerta y atravesarla para revivir un momento decisivo de tu pasado? Sarah y David son dos solteros que se conocen en la boda de un amigo común y, pronto, por un sorprendente giro del destino, se embarcan en Un gran viaje atrevido y maravilloso, una aventura divertida, fantástica y arrolladora en la que reviven juntos momentos importantes de sus respectivos pasados, descubriendo cómo han llegado a donde están.

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Por Diego Salgado & Elisa McCausland


Cada cierto tiempo, Hollywood apuesta sin explicación clara por películas como Un gran viaje atrevido y maravilloso; fábulas románticas teñidas de realismo mágico que, como es obvio, si se producen es porque antes o después serán rentables —quién no se ha echado la siesta viendo años después una de ellas, doblada en algún canal generalista—, pero que saldan casi siempre sus estrenos con cifras de taquilla discretas y malas críticas. Cierto que sus presupuestos son ajustados y permiten a sus estrellas protagonistas tener presencia en la cartelera entre gran producción y gran producción; pero, aun así…

No parece que Un gran viaje atrevido y maravilloso vaya a eludir ese destino de estrella fugaz en los cines, corrido previamente por títulos como Una cuestión de tiempo (2013), Cuento de invierno (2014) —que ya contaba al frente del reparto con el incombustible Colin Farrell—, Un pliegue en el tiempo (2018) o Tres mil años esperándote (2022). Lo primero a que obligan este tipo de películas es a un salto de fe por parte del espectador, pues su punto de partida, fantástico o alegórico, suele pecar de una arbitrariedad extrema. En el caso de Un gran viaje atrevido y maravilloso, un GPS con voluntad propia, que invita a David (Farrell) y Sarah (Margot Robbie) —atraídos el uno por el otro nada más conocerse— a emprender un viaje jalonado a cada tanto por umbrales misteriosos, gracias a los cuales acceden a momentos clave de sus pasados respectivos.

La estrategia sirve al guionista Seth Reiss para plantear un tema sugerente: ¿Qué sucedería si, al abordar una relación sentimental, el recién llegado a nuestras vidas y nosotros mismos tuviésemos la oportunidad de compartir posibles remedios a los complejos, los errores, los comportamientos inapropiados que cargamos a la espalda y habitualmente guardamos en secreto o salen a la luz de la manera más esquinada posible, y, en cualquier caso, lastran psicológicamente nuestro comportamiento en pareja? Y, por otro lado, ¿puede amarse con locura, incondicionalmente, a tumba abierta, cuando la persona que está a punto de alterar nuestra existencia de arriba abajo no es un enigma, la promesa de un abismo sembrado de horrores y maravillas, sino un libro abierto, un memorial de traumas, un recetario de soluciones sanadoras?


Un gran viaje atrevido y maravilloso opta por responder a la segunda pregunta, y con ello se configura como película aseada de autoayuda, donde cada frase digna de galleta de la suerte y cada fase de la road movie o videojuego terapéutico tienen el objetivo de que Sarah y David inicien su relación como es debido, con la actitud edificante precisa como para que, incluso si llegara a producirse en el futuro una ruptura, fuese tan constructiva como un manual de instrucciones de IKEA o las recomendaciones sobre decoración de una influencer. El relato y la estética de la película participan de esa filosofía, empezando por Colin Farrell y Margot Robbie, menos atractivos que guapos al modo inexpresivo, weird, de los anuncios sobre perfumes y relojes que suelen protagonizar —los créditos finales incluyen una experta en uñas para Robbie—, y terminando por la preciosista y acartonada puesta en escena de Kogonada, en lo que presumiblemente es un encargo tras el cariz más o menos autoral de Columbus (2017) y Despidiendo a Yang (2021), su primera colaboración con Colin Farrell.

Antes de consagrar su tiempo a la realización, Kogonada hizo fortuna como analista cinematográfico con una serie de excelentes videoensayos unificados por el concepto, evidente pero desatendido a menudo, de que las formas fílmicas constituyen el auténtico argumento de una película; de ellas emana la única expresión creíble del autor, por mucho que las intenciones, la historia planteada —o las entrevistas promocionales— pretendan dirigir nuestros juicios de valor en una u otra dirección. Kogonada consiguió hacer de sus videoensayos crítica auténtica, es decir, «modos de producción de sentido que no explican sino potencian universos de relaciones a partir de lo visto y oído, prolongados en la mirada de cada espectador» (Eduardo A. Russo).

Si, como director, Kogonada logró algo parecido con Columbus, hay que rendirse a la evidencia de que Despidiendo a Yang y Un gran viaje atrevido y maravilloso —por no hablar de sus trabajos para las series televisivas Pachinko (2022) y El acólito (2024)— pervierten la idea, al representar la gentrificación epidérmica de las formas en detrimento de su condición orgánica de pensamiento en marcha. Hay en Un gran viaje atrevido y maravilloso encuadres llamativos, engarces ingeniosos entre planos y escenas, un empleo interesante de los colores y hasta subversiones ocasionales de las estéticas yermas que nos asolan; pero, en conjunto, se trata de un filme bonito, léase, todo lo contrario de bello. Lo relevante no es lo que las imágenes muestran sino lo que esconden, o, para ser más exactos, aquello que no sospechan está en ellas. Como videoensayista, Kogonada lo demostró con gran talento. Como realizador de películas que han intentado llevar a otro nivel géneros como el romántico y ciertas reflexiones sobre el ser humano, va de mal en peor.

  • Montaje: Jonathan Alberts, Susan E. Kim
  • Fotografía: Benjamin Loeb
  • Música: Joe Hisaishi
  • Distribuidora: Sony Pictures