¡Al abordaje!

(À l’abordage!)

  • Dirección: Guillaume Brac
  • Guion: Guillaume Brac, Catherine Paillé
  • Intérpretes: Eric Nantchouang, Salif Cissé, Édouard Sulpice, Asma Messaoudene
  • Género: Comedia, romance
  • País: Francia
  • 95 minutos
  • En salas el 23 de julio

Una cálida tarde de verano en París, Félix conoce a Alma por casualidad. Ríen, bailan y pasan la noche en un parque. Pero su tiempo juntos se acaba abruptamente cuando ella debe marcharse de vacaciones con su familia. En un arrebato, Félix decide sorprenderla yendo al lugar donde esta pasando las vacaciones, y convence a un amigo para que lo acompañe en la aventura. Recogen por el camino a un joven desconocido que acaba uniéndose también al alocado plan en el que nada parece salir como lo habían planeado.

Por Éric Vernay

Fruto de un encargo del Conservatorio Nacional Superior de Arte Dramático de París y realizada para ARTE con un reparto de principiantes desconocidos, ¡Al abordaje! no es una recreación televisiva, sino más bien la idea de filme de desconfinamiento perfecto. Es el mayor éxito de Guillaume Brac hasta la fecha, un soplo de aire fresco.

El apuesto Félix (Éric Nantchouang) no pertenece al mismo mundo social que la guapa Alma (Asma Messaoudene), a la que ha conocido a orillas del Sena. De cuna más alta, la pelirroja se ve obligada a huir a su segunda casa mientras su pretendiente se queda atrapado por su trabajo de verano. ¿Debe reunirse con su novia en la Drôme, por sorpresa, a riesgo de recibir un rapapolvos a 631 kilómetros de casa? «¡Sí, de lo contrario, será un infierno!» La anciana a la que cuida en su domicilio lo anima. Flanqueado por su amigo de la infancia Chérif (excelente Salif Cissé), Félix da un paseo en BlaBlaCar en un Renault conducido por Édouard (Édouard Sulpice), apodado «Chaton» [Gatito] por su madre. Alimentadas en un principio por cómicas discusiones, las relaciones de esta improbable pareja se irán deshaciendo por el camino, alteradas por un veraniego «viento de otra parte» que a veces es trivial (el olor a orina en las tiendas) y a veces romántico, incluso caballeresco (simbólicamente, al menos), ya que se tratará de una «princesa» que se convierte en «bruja», de rivales que se provocan mutuamente en un duelo, así como de un atractivo pirata e incluso de una «sirena». ¡Al abordaje! es tanto una comedia de vacaciones como una odisea amorosa, una tierna e hilarante buddy movie en la que Brac sintetiza y sublima sus temas favoritos: las andanzas masculinas de Un mundo sin mujeres de Jacques Rozier, la fijación amorosa de Tonnerre, la utopía de una Francia plural (re)ensamblada en el documental L’Île au trésor o los galanteos rohmerianos de Contes de juillet.

Galeotes del ligoteo

Realizado para la televisión, el largometraje parece extraer su vitalidad soberana de una economía ligera, heredera de la Nouvelle Vague: rodaje rápido, escenas en parte improvisadas con los lugareños, un equipo técnico reducido al mínimo. La inmersión en un camping enclavado en Die, «entre Montélimar y Valence», parece aún más espontánea. Discreta y clara, la dirección de Brac se basa enteramente en la idea de los encuentros, de la circulación democrática y matizada de las palabras entre los personajes. Una charla que a menudo tiene un doble filo: estos jóvenes mienten mucho, sobre todo a sí mismos, pero es precisamente a través de estos giros de la realidad, a menudo torpes, como se revelan. Así, Édouard es desenmascarado por Chérif como uno de los suyos, un «galeote» del ligoteo, a pesar de sus orígenes sociales distintos. Las cartas se barajan entonces durante un interludio de verano (y más si se trata de afinidades, como sugiere el elegante desenlace), el héroe final ya no es el del principio: cada cual tendrá su tabla de salvación, su oportunidad de reconciliación, su panel de posibilidades. Favoreciendo los planos largos y amplios, articulados con panorámicas fluidas y rápidas, Brac permite que sucedan varias cosas al mismo tiempo, el accidente burlesco y la mirada tierna, la brisa en el follaje y las curvas de un río, los personajes principales y secundarios, revelando a su fina tropa de actores noveles sin aislarlos en el encuadre, en un flujo de vida libre e ininterrumpido. Las tensiones sociales impregnan, por supuesto, estos juegos de amor y azar en el camping, pero en pequeños toques oblicuos, como en la elección de los colores —la película se abre en rojo y se cierra en azul, en consonancia con el vestuario tricolor de los personajes—, o en la escena en la que Félix se sorprende de no ser «el tipo ideal» de los padres de Alma: Brac tiene el tacto de liberar a sus protagonistas del determinismo ligado a los suburbios cinematográficos para darles la oportunidad de vivir, por una vez, una aventura sentimental y humana generosamente banal, es decir, llena de imprevistos.

  • Fotografía: Alan Guichaoua
  • Montaje: Héloïse Pelloquet
  • Música: Sparks
  • Distribuidora: Flamingo Films