John Malkovich: «Me da igual que la gente crea que soy idiota»

– John Malkovich: «Me da igual que la gente crea que soy idiota» –


John Malkovich: «Me da igual que la gente crea que soy idiota»

¿Cómo ser John Malkovich? Dónde empieza el John Malkovich personaje y dónde el John Malkovich real sólo él y sus más íntimos pueden saberlo. Quizás no haya diferencia, quizás sean opuestos. Lo que está claro es que, ficción, realidad o ambas cosas, la figura de Malkovich, entre apacible y amenazante, nos fascina. Y así lo ha dejado claro el 62 Festival de San Sebastián, que lo trae por partida doble (¿o triple, cuádruple?) con The Casanova Variations y The John Malkovich Paradox, que, no por casualidad, indagan juguetonamente en las variaciones Malkovich: el sensible y refinado actor de teatro, el seductor de Las amistades peligrosas o el excéntrico malvado en blockbusters de acción. Son las múltiples caras de un actor que pasa de la alta cultura de regusto europeo a producciones de Jerry Bruckheimer. La paradoja Malkovich: en ambos mundos antagónicos funciona como si hubiera nacido para ello. Nos sentamos con él y el director de The Casanova Variations, Michael Sturminger, para hablar del mayor seductor de todos los tiempos, Casanova. ¿O John Malkovich?

Antes de llevarla al cine vuestro Casanova, llevabais años haciéndolo sobre las tablas. ¿Por qué decidisteis llevar esta obra del teatro al cine?

John Malkovich: Ésta es la segunda vez que Mickey y yo decidimos hacer una pieza híbrida teatro/ópera (la anterior, The Infernal Comedy, en 2010.- ndr) y llevarla a la pantalla. No creo que, en este caso, nos planteásemos realmente hacerla como una película en ningún momento, pero entonces llegó Paulo Branco (legendario productor portugués, actualmente al cargo del Festival de Estoril.- ndr), vio la obra, le gustó y me preguntó si estaríamos interesados en hacerla como una película. Y ahí quedó la idea hasta que hace unos dos años Paulo vino a vernos a Santander – la representábamos allí – y nos instó a ponernos con la película de una vez por todas. Así que Michael se puso a escribir el guion, que obviamente es muy similar a la ópera que ya hacíamos, pero con algunas diferencias notables. Y así es como nació todo, realmente. En Santander y con Paolo Branco.

En ese sentido, ¿qué disfrutasteis más del paso del teatro al cine como director/actor?

Michael Sturminger: No podría decirte algo en concreto. En realidad, disfruto mucho con cualquier tipo de trabajo, todos tienen algo que los hace únicos. Con Casanova, por ejemplo, nos planteamos toda la obra como una transición, toda la historia es como una transición realmente. Cuando escribí el guion decidí que no iba a explicar nada, que iba a dejar que el libreto fluyera y ver si el público era capaz de seguir la vida de Casanova tal como fluye en la obra, de una escena a otra, y de ésta, a la siguiente, todo en un ritmo vertiginoso, y con esa historia intermedia, pero sin hacer muchos comentarios al respecto, sin mucha explicación entre una u otra, sobre la relación entre ellas. Cuando hicimos la película, ya habíamos representado la pieza unas cincuenta veces, y fue muy interesante comprobar cómo evolucionaba la historia. Creo que si hubiera escrito algo directamente para una película, de manera original, habría sido algo muy diferente.

Malkovich: Muy diferente, sin duda. Aquí no nos ceñimos al molde de teatro, ni de ópera, ni de cine…

Michael: En este caso, ya teníamos la obra, y su música, así que tuvimos la oportunidad de traer lo mejor de todas esas formas y llevarlas a una nueva. Cogimos la pieza central que ya representábamos y quisimos transformarla, aprovecharnos del cine como medio y añadir todas esas capas de juegos intermedios entre un nivel y otro. Sin embargo, como lo he trabajado como un todo, como una misma pieza que he moldeado y transformado, jugando con ella, no sabría decirte exactamente qué me gustó más de un medio u otro, para mi formó parte todo del mismo proceso de moldear una obra.

Quizás es más estimulando ese proceso de mutación, que el de intentar buscar una idea totalmente original…

Michael: En realidad, la cuestión del “material original” hay que cogerla mucho con pinzas. Raramente vemos de verdad material totalmente nuevo, original. Raramente lees guiones originales. ¿Qué es algo original? ¿No lo es algo que parte de una base para transformarla, jugar con ella? ¿Algo que parte de las viejas historias y las reconsidera en otro tiempo? En la historia de la literatura, del cine, muchísimas películas y libros, se refieren unas a otras, plantean reminiscencias con obras previas. Estamos en una era en la que rara vez puedes hablar de algo original como algo totalmente inédito, nunca visto, que no parta de ningún sitio previo de algún modo. Ni siquiera es del todo original tener a cantantes de ópera cantando en directo frente a una cámara de cine y contar una historia de esa manera…

Tradicionalmente, los autores de cine han estado un poco asustados del teatro, la noción de “teatro filmado” se utiliza como algo negativo. Y es paradójico que muchos directores a los que se les ha acusado de ello, como Sacha Guitry o Lubitsch, tienen mucho más cine dentro que muchos de los que los critican por hacer un cine teatral…

Michael: Exactamente, hay muchas razones para temer hacer un proyecto así. Por una parte, incluso da algo de pereza: es muy fácil coger a John Malkovich y hacer Casanova. Pero no se debe temer a este tipo de películas. Aunque sea difícil. Incluso a la hora de vender un proyecto así, no se puede considerar una película, en realidad, es un híbrido muy difícil de definir. Es algo muy arriesgado, y sin el empuje de Paulo Branco no hubiese sido posible, no hay muchos otros productores que estén interesados en estos proyectos. John Malkovich tampoco ha sido perezoso a la hora de asumir riesgos. En realidad, es todo una cuestión de ser capaces de asumir riesgos.

Volvemos a Paulo Branco. Él es un gran seductor, os sedujo para hacer la película…

Malkovich: No estoy del todo de acuerdo. Paulo es un gran seductor, sí, pero, también se implica, no se queda solo en la seducción. Por otra parte, mucha gente no quiere ser seducida por temor a no saber lo que va a pasar. Y yo, precisamente, pienso que que todas las artes vienen de lo desconocido.

Gran parte del peso narrativo de la película recae en la música.

Michael: Ese concepto musical fue elegido antes que nada. La música fue escogida y luego, la historia se originó en sintonía con la música. Casanova seduce, como lo hace la música en el filme, es algo muy erótico en la película. La idea de la libertad en el individuo se representa muy bien a través de la música. Es una banda sonora muy sensible.

Malkovich: Toda la música que usamos también se usa en terapias, de hecho. El mundo del cine y el mundo de la música clásica están muy separados y no entiendo por qué. Si eres un intelectual serio, deberías tener un conocimiento profundo de la música clásica, pero nadie sabe que tenemos los mejores intérpretes de Mozart en la película. Son artistas, auténticos artistas: la gente que canta en el Metropolitan, en el Covert Garden, en Munich, Vienna. Así que teníamos a los mejores cantantes del mundo, que normalmente deberían cobrar más que cualquier actor, actuando con nosotros.

Michael: Pero claro, todo fue posible porque todos deseaban trabajar con John. Porque de otra manera habría sido imposible, la verdad.

¿Y por qué Casanova?

Malkovich: Lo principal con Casanova es que fue uno de los primeros que apostó por la individualidad de manera clara. Fue el primero que escribió sobre sí mismo en grandes cantidades. En este siglo sólo escribimos sobre nosotros mismos, pero en el S. XVIII nadie escribía sobre sí mismo. Así que escribir una autobiografía, un tomo de 500 páginas sobre sí mismo en esa época fue un gesto muy rompedor. No existía algo igual hasta entonces. Y al mismo tiempo, de una manera tan amplia, escribiendo sobre todos los reyes, toda Europa, todas las historias y filósofos que conoció, de todo. Así que era un material realmente rico. Pero, sobre todo, es una algo muy moderno. Y, por otra parte, Casanova no era aristócrata, era un burgués, así que, de partida, no pertenecía a esa alta sociedad cultural, pero él se levantó y reclamó su derecho a estar ahí. Tenía su propia visión de su vida, no siguió la vida de lo que había sido su padre, que era lo habitual en la época. El 99% de las personas en esa época tenían que seguir viviendo en su casa y heredar el trabajo de su padre. Y él fue una excepción totalmente inaudita. Mozart fue el primer compositor de la historia que dijo que no quería trabajar para un Rey o una Reina, si no como un artista libre, decidir por sí mismo a donde ir con su música. Y en ese sentido, coincidió con Casanova en el tiempo, poco antes de la Revolución Francesa. Y estas dos figuras comparten una idea común: tenían que inventarse su vida todo el tiempo. Tenían que ir a otra ciudad, encontrar a la gente que esté interesado en ellos, algo muy común ahora. Algo muy actual. La gente ya sabe que no puede, por lo normal, aspirar a tener siempre un mismo trabajo, una misma casa, una misma vida, durante toda la vida. Todos tenemos que reinventarnos. En dos años podemos estar haciendo algo totalmente diferente a lo que estamos haciendo ahora, porque puede que, incluso, lo que hacemos ahora ya ni exista. Pero en esa época era todo lo contrario, y Casanova fue una excepción revolucionaria. Y luego, como personaje, representa muy bien ese cambio del Siglo XVIII al Siglo XIX. Un personaje le dice en la obra que es un “romántico”. Y la palabra romántico no existía todavía, fue un concepto acuñado en 1790, así que en esa época Casanova fue el primero en ser representativo de una figura, individualista, romántica, que ni siquiera existía. Podemos ver esa transición también en la pintura de Caspar David Friedrich, que primero era como una especie de barroco para luego acabar siendo pintura romántica.

Casanova, no fue solo revolucionario en cuanto a la sexualidad, también de manera política; él vivía realmente como él quería. Y por eso estuvo por toda Europa. Era una persona que vivía de una manera totalmente moderna en su época, y hoy muchos vivimos buscando imitar esa libertad de Casanova.

¿Qué figura podría ser Casanova, hoy día?

Michael: Probablemente, hoy en día tendría que ser un actor. ¡Quizás John Malkovich! John juega con eso en la obra, porque Casanova era famoso, y hablamos sobre la fama, sobre lo que la gente se imaginaba que Casanova podría ser, que luego no tenía nada que ver con lo que la persona era. Era alguien que disparaba la imaginación de la gente. Todos queremos compartir nuestras fantasías, y todos queremos proyectarlas en alguien. Y Casanova pudo ser esa persona en la que los demás proyectaban su fantasía. Y John puede ser esa persona en la que los demás proyectan sus fantasías. No importa por qué o siquiera si se corresponde con la persona real de alguna manera. Pero al mismo tiempo, en el caso de John, él no tiene miedo de nada, no tiene que proyectar ninguna persona para los demás, porque no teme ser él mismo, no teme que alguien se le acerque y le diga “este tipo es un idiota”. Y si no te da miedo eso, puedes hacer muchas más cosas, te atreves a hacer cosas como este Casanova. Estoy seguro que mucha gente se acercará a John y preguntará por qué lo ha hecho, o le dirá que es estúpido, que no es una película. La mayoría de la gente tan famosa como John no tomaría ese riesgo, no tiene necesidad y prefiere no hacerlo. La gente tan famosa como John no necesita tomar esos riesgos, y sin embargo, aquí tenemos a John.

Declaraciones recogidas por Alberto Lechuga y Fernando Ganzo en el 62 Festival de San Sebastián