La bestia

  • Dirección: Baltasar Kormákur
  • Guion: Ryan Engle (Historia: Jaime Primak Sullivan)
  • Intérpretes: Idris Elba, Sharlto Copley, Iyana Halley, Leah Jeffries, Mel Jarnson
  • Género: Thriller
  • País: EEUU
  • 93 minutos
  • Estreno el 12 de agosto

«El Doctor Nate Samuels, que se ha quedado viudo recientemente, regresa a Sudáfrica, lugar en el que conoció a su mujer, para visitar una reserva de animales con sus hijas. Pero lo que empieza siendo un viaje de relax se convierte en una lucha por la supervivencia cuando un león que ha escapado de unos cazadores furtivos empieza a perseguirles.»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

No hay verano digno de tal nombre si no se estrena una película de terror y aventuras sobre animales salvajes que nos ponen en nuestro sitio como especie. Podría decirse incluso que mientras sigan teniendo hueco en la cartelera propuestas como La Bestia aún hay esperanza para la distribución y exhibición en la gran pantalla, dada la importancia como rito estival que tiene esta clase de títulos para la cinefilia de a pie.

Desde Los pájaros (1963) y Tiburón (1975) hasta El territorio de la bestia (2007) e Infierno azul (2016), hablamos de filmes producidos sin descanso entre los pliegues de la serie A y la serie B a lo largo de seis décadas. Un periodo de cambios profundos a niveles audiovisual y social que ha permitido testimoniar a estas películas de modo inmejorable la evolución en lo que respecta a estrategias de choque, violencia gráfica, efectos especiales y lecturas sobre nuestra relación tortuosa con el medio natural.

En este sentido, La bestia es una de las muestras de natural horror más destacables de los últimos años. Las criaturas salvajes no son esta vez tiburones, reyes indiscutibles del (sub)género, sino leones, que también cuentan con una noble tradición de la que participan entre otras Nacida libre (1966), Los demonios de la noche (1996) y la reciente y simpática La mercenaria (2020), con Megan Fox. En La bestia, un viudo y sus dos hijas viajan a una reserva natural ubicada en Sudáfrica para reencontrarse con sus raíces familiares, y allí se topan con un león cuyo instinto asesino va mucho más allá de lo justificado por el hambre. Nuestros protagonistas se verán obligados a luchar por sus vidas contra el implacable felino, lo que al menos les servirá para estrechar unos lazos afectivos que la enfermedad y muerte de la madre habían puesto en peligro.

La bestia está lejos de ser novedosa. Como todo buen cine de consumo, no cifra su éxito en una originalidad forzada sino en un trabajo respetuoso y perspicaz con lo añejo a fin de que nos resulte novedoso: ni el padre de familia es un dechado de masculinidad heroica y moral irreprochable, ni sus hijas meras víctimas potenciales, ni el león tan solo un monstruo sediento de sangre —aspecto con el que se juega por otra parte al fuera de campo—. Y, bajo esos parámetros tan propios de nuestro tiempo, la película goza de libertad para fluir como relato intemporal de supervivencia que no da tregua al público durante sus escasos noventa minutos de metraje, otra pista de que sus responsables saben muy bien lo que tienen entre manos.

Al fin y al cabo el guionista de La bestia es Ryan Engle, firmante de otros divertimentos de extrarradio tan dignos como Non-Stop (Sin escalas) (2014) y Proyecto Rampage (2018), y su director el islandés Baltasar Kormákur, artesano con cuarto de siglo de experiencia a sus espaldas. Sin importar si ha dado en el clavo —Contraband (2012), A la deriva (2018)— o errado el tiro —2 Guns (2013), Everest (2015)—, Kormákur ha persistido con modestia en un cine sobre personajes inestables atrapados en situaciones límite que siempre aporta algo al espectador y que en La bestia deriva además en espectacular ejercicio de estilo.

Con la ayuda del operador de cámara Dale Rodkin y el veterano director de fotografía Philippe Rousselot, Kormákur compone buena parte de la película en planos secuencia que funcionan a la perfección a niveles atmosférico y narrativo, amén de conseguir una integración poco habitual hoy por hoy entre escenografías físicas y digitales y hacernos partícipes de los espacios interiores y exteriores donde transcurre la acción. Son destacables, por supuesto, los planos secuencia centrados en el suspense, como los dos que dan forma al prólogo, el que nos permite recorrer junto a los protagonistas un pueblo abandonado o el que acompaña a Nate Samuels (Idris Elba) mientras cruza a nado una laguna; pero también aquel en el que Nat y sus hijas tienen la oportunidad de contemplar un clan de leones en su hábitat, esencial para la evolución posterior de la historia, o ese otro que ilustra la primera cena de los Samuels en la reserva natural, mucho más efectivo para describir las ásperas dinámicas en el seno familiar que los subrayados dramáticos.

La bestia adolece de otros defectos: ciertas inverosimilitudes, el abuso de escenas planificadas bajo un sospechoso contraluz para disimular la impronta digital, o el exceso de confianza en los leones virtuales; aunque, todo sea dicho, el trabajo por lo general del equipo de efectos especiales es magnífico. Estos peros no nos parecen en cualquier caso graves. El equilibrio entre ambiciones y resultados es notable, y basta comparar el trabajo tras la cámara de Baltasar Kormákur con los barridos en plano medio, las tomas cenitales con dron y la fotografía lechosa de una producción similar y coetánea, Prey (2022), para dar efusivamente las gracias porque haya todavía cineastas capaces de afrontar con un mínimo de cariño y talento el cine de género. El tórrido verano de 2022 nos da por fin una alegría.

  • Fotografía: Philippe Rousselot
  • Música: Steven Price
  • Distribuidora: Universal Pictures