The Batman

  • Dirección: Matt Reeves
  • Guion: Matt Reeves, Peter Craig
  • Intérpretes: Robert Pattinson, Zöe Kravitz, Paul Dano, Andy Serkis, Colin Farrell, Jeffrey Wright
  • Género: Thriller
  • País: EEUU
  • 175 minutos
  • Ya en salas

En el segundo año de su lucha contra el crimen, Batman investiga la corrupción que recorre Gotham City y cómo conduce hasta su propia familia, mientras se enfrenta a un asesino conocido como Enigma.

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Hace cinco años, Warner Bros. comprendió que su intento de trasladar al cine los cómics de la editorial DC en el estilo del Universo Cinemático Marvel, es decir, a base de series regulares y macroeventos, no procuraba a la compañía réditos críticos y populares suficientes. En un golpe de genio, la compañía decidió alternar la continuidad de las películas en torno a los miembros de la Liga de la Justicia con proyectos autónomos sobre ciertos personajes que funcionarían como universos de ficción en formato Prestigio. El sello que los agruparía, DC Black.

Nace así Joker (2019), simulacro de cine indie o novela gráfica de laboratorio desde su presupuesto ajustado a la elección de su actor protagonista, Joaquin Phoenix, pasando por su apropiación del cine de Martin Scorsese y ciertos discursos de moda. Joker, amorfa pero apoyada en un aparato de producción impecable, fue un gran éxito, por lo que resulta natural que The Batman haya seguido su planteamiento creativo. El hombre murciélago exige, eso sí, mayor nivel en cuanto a la espectacularidad que se espera de sus aventuras, primera de las contradicciones que la realización de Matt Reeves es incapaz de resolver.

Por lo demás, The Batman se distancia de las superproducciones sobre la Liga de la Justicia y el Batman interpretado por Ben Affleck al hacer del hombre murciélago y su álter ego, el millonario Bruce Wayne, un joven confundido al que presta sus rasgos emo Robert Pattinson, musa en los últimos años de Claire Denis, Robert Eggers y los hermanos Safdie. El Batman que encarna Pattinson sublima la frustración que siente por el asesinato de sus padres ejerciendo desde hace apenas dos años como vigilante enmascarado en Gotham, una ciudad castigada por la corrupción policial y política, el control de sus calles por la mafia, y la aparición de un justiciero psicópata que se hace llamar Enigma.

Si los referentes más obvios de Joker eran Taxi Driver (1976) y El rey de la comedia (1982), The Batman fija su atención en Seven (1995) y, por extensión, los thrillers urbanos de David Fincher, marcados por un existencialismo sombrío, personajes reducidos a la condición de espectadores de sus propias historias, y demiurgos de alcance metaficcional. Este influjo de Fincher en The Batman no tiene de por sí nada de reprochable, más aún, incide en uno de los aspectos más interesantes del cine contemporáneo de superhéroes, su sinergia con otros géneros populares.

Una sinergia para la que pocos directores de hoy están más preparados que Matt Reeves, capaz de reinventar el kaiju en clave found footage post 11S con Monstruoso (2008), aprovechar en Déjame entrar (2010) un remake para dialogar con el cine de terror de los años ochenta, y otorgar a la resurrección por 20th Century Fox de la saga de El Planeta de los Simios una dimensión digital épica. Reeves reivindica de hecho Déjame entrar en los primeros compases de The Batman con unas imágenes asfixiantes en las que priman las ópticas aberrantes, las pupilas dilatadas, y una oscuridad de la que emergen y en la que se sumergen los personajes. La Gotham de Reeves es más tenebrosa que nunca, aunque uno de los argumentos de la cinta sea la posibilidad de contrarrestar esa descomposición urbana y social abrazando valores menos neuróticos, más comprometidos con el mundo.

Sin embargo, a los pocos minutos se hace evidente que, más allá de clonar motivos visuales y argumentales de Seven y crear una nueva iconografía para Batman, Reeves y el coguionista Peter Craig no saben cómo llevar a cabo con organicidad una reinvención del superhéroe en sintonía política con Joker. Si no se conoce previamente a Batman, se hace difícil comprender su trasfondo y sus motivaciones en tanto superhéroe, y su personalidad como Bruce Wayne está desdibujada, algo que afecta también a Selina Kyle/Catwoman. En consecuencia, la relación entre ambos es un continuo anticlímax y su dialéctica como agentes del cambio en Gotham se queda en amago. Por lo que respecta a la imitación por Colin Farrell de Robert De Niro en Los Intocables (1987), y los esfuerzos del actor Paul Dano por equiparar su Enigma al John Doe de Kevin Spacey o el Joker de Heath Ledger, lo mejor es correr un tupido velo.

Hasta Reeves parece aburrirse como director a partir de cierto punto: fía los diálogos a la dinámica del plano/contraplano y, el resto de la narración, a la mera funcionalidad del plano americano y los primeros planos, como ocurre en tanto cine de hoy. Cuando llegan los momentos de acción y aventura, la decepción es inevitable. Pocas escenas hacen honor a Batman como superhéroe, y las más relevantes —la persecución automovilística, la inundación— están facturadas de manera rutinaria. Reeves y Craig alegan que han pretendido ante todo recuperar la figura del Batman detective pero, como noir, The Batman tampoco acaba de funcionar: es fatigosa, abunda en explicaciones dirigidas al espectador menos despierto, y su metraje de tres horas genera reiteraciones varias y la pérdida de nervio narrativo. En definitiva, cabe reconocer a The Batman una ambición sobre el papel que, sin embargo, da lugar en la práctica a una de las aproximaciones al hombre murciélago más opacas que se han realizado hasta la fecha, muy lejos de hitos como Batman vuelve (1992) y El caballero oscuro (2008).

  • Fotografía: Greig Fraser
  • Montaje: William Hoy, Tyler Nelson
  • Música: Michael Giacchino
  • Distribuidora: Warner Bros