Vaiana 2

  • Dirección: David G. Derrick Jr., Jason Hand, Dana Ledoux Miller
  • Guion: Jared Bush, Dana Ledoux Miller.
  • País: EEUU
  • Género: Aventuras
  • 99 minutos
  • Ya en cines

  • «Tras recibir una inesperada llamada de sus antepasados, Vaiana debe viajar a los lejanos mares de Oceanía y adentrarse en peligrosas aguas perdidas para vivir una aventura sin precedentes.»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

No era fácil orquestar una secuela de la última gran producción animada de Disney: Vaiana (2016), una película de escandalosa belleza y extraordinarias canciones ambientada en la Polinesia de hace dos mil años, donde una joven isleña desafiaba a sus mayores al internarse en el Océano Pacífico a fin de saldar cuentas con los dioses y recuperar para su tribu el bienestar material y espiritual que les había sido arrebatado. Vaiana estaba lejos de ser una película novedosa, y sus discursos a favor de la ecología, el feminismo y la vindicación de la propia identidad pecaban de esquemáticas; pero las aventuras marítimas de su protagonista eran tan deslumbrantes, tan revitalizadoras a nivel audiovisual, que conseguían —el gran mérito del mejor cine comercial— que todo en ellas pareciese inédito, lleno de horizontes por explorar.

La conjunción de las mejores herramientas digitales con el respeto por formas de animación tradicionales se saldaba con un ramillete de imágenes sensuales que, no por casualidad, hacían que siete años después de su realización, en 2023, Vaiana fuese aún la película más vista en plataformas de streaming estadounidenses, muy por delante de otros supuestos fenómenos Disney del siglo XXI. Es comprensible por ello que la compañía haya decidido transformar la serie derivada de Vaiana que se preparaba para Disney+ en el segundo largometraje que ahora se estrena, aunque, teniendo en cuenta que su conclusión apunta a una tercera entrega, no deja de sorprender que esté previsto para 2026 el estreno de una Vaiana en imagen fotorrealista que contará con Dwayne The Rock Johnson en el papel del semidiós Maui, el personaje al que presta su voz en Vaiana y Vaiana 2. ¿Imitará Disney la estrategia llevada a cabo por Sony con Spider-Man, la de alternar en la cartelera películas de animación y fotorrealistas sobre Vaiana con el objetivo de retroalimentar constantemente el valor de marca del personaje de cara a otras formas de ocio?

Es obligado recordar que Vaiana ha inspirado hasta la fecha videojuegos, atracciones de parques temáticos y una cantidad indecente de merchandising, por lo que resulta sencillamente imposible que no se realicen más producciones audiovisuales en torno al personaje que funcionen a modo de publicidad de otros sectores de entretenimiento y consumo; aunque eso obligue a una forma de conservadurismo para perpetuar el encanto homogéneo de la marca que hace que estemos menos ante una continuación que ante una simulación del filme original; o, como ha escrito Guillermo Martínez Valdunquillo, ante «un proceso de taxidermia audiovisual que imita las condiciones de fascinación de la obra primigenia para transformarla en un objeto de consumo renovado (…) una mercancía desmaterializada que circula por los órganos sensoriales de los espectadores/consumidores».

Puede que por ello Vaiana 2 resulte una película tan hueca, que se perciba desde sus primeros minutos que no tiene adonde dirigirse por sí misma, que busque trabajosamente arrojar de nuevo a su protagonista al océano con un pretexto tan sugerente a nivel político como desaprovechado en última instancia: el viaje hasta un nodo marítimo que conectaba culturas hasta que el pérfido dios Nalo lo impidió para poder dominar con más efectividad a los seres humanos. Pero la clonación del filme previo no solo fracasa por su incapacidad para respirar por sí misma, por su desinterés a la hora de corregir y aumentar todo lo referido a un imaginario, una estética y un dinamismo de los cuerpos, la luz y los fluidos que nos impresionaron en 2016. Vaiana 2 traiciona la esencia misma de Vaiana al menoscabar su sentido de la aventura y la maravilla, en línea con tantas otras producciones Disney recientes. Si a la película le quitamos las escenas de celebración y ritos, las correspondientes a diálogos explicativos y reencuentros con antepasados, el humor simplón y los secundarios histriónicos, se queda prácticamente en nada. Su talante doméstico y domesticado es irritante.

El ritmo desigual y la elección del formato 2.00:1 —derivado del origen televisivo de la propuesta— frente al radiante 2.39:1 que ostentó en su momento Vaiana en cines convencionales, también contribuyen a la sensación prosaica y el ligero aburrimiento que transmiten las imágenes de Vaiana 2. Al fin y al cabo los realizadores de la película, tres debutantes, poco tienen que ver con los principales artífices de Vaiana, Ron Clements y John Musker, de cuya maestría dan cuenta desde finales de los años ochenta La sirenita (1989) o El planeta del tesoro (2002). Si a ello le sumamos unas canciones no ya desafortunadas, sino cuya emulación del encanto de las pertenecientes al filme previo semejan los esfuerzos de una inteligencia artificial, solo cabe concluir que Vaiana 2 es, en efecto, una simulación, más o menos lograda según los momentos pero, en cualquier caso, válida sobre todo para situar de nuevo en primera línea del supermercado audiovisual la marca Vaiana.

  • Montaje: Michael Louis, Hill Jeremy Milton
  • Música: Opetaia Foa’i, Mark Mancina, Abigail Barlow, Emily Bear
  • Distribuidora: Disney