Memory

  • V.O.: Memory
  • Dirección: Michel Franco
  • Guion: Michel Franco
  • Intérpretes: Jessica Chastain, Peter Sarsgaard, Merrit Wever, Brooke Timber…
  • País: México
  • Género: Drama
  • 103 minutos
  • Ya en cines

  • «Sylvia es una trabajadora social que lleva una vida sencilla y estructurada: su hija, su trabajo, sus reuniones de Alcohólicos Anónimos. Todo esto salta por los aires cuando Saul la sigue a casa tras su reunión del instituto. Su encuentro sorpresa impactará profundamente a ambos al abrir la puerta al pasado.»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Aunque en los últimos años el fenómeno parece no tener el peso específico ni suscitar las lecturas de fondo comunes en otras épocas, continúa siendo frecuente que directores foráneos prueben suerte en Hollywood con películas que funcionan en un doble sentido: garantizan a sus firmantes una experiencia única en la industria con más medios y visibilidad del mundo, y procuran a los actores y, sobre todo, las actrices locales una mirada distinta y con frecuencia más valiente sobre sus talentos interpretativos que la factible hoy por hoy en manos de sus compatriotas.

A la espera de lo que haya conseguido Pedro Almodóvar con Julianne Moore y Tilda Swinton en La habitación de al lado (2024), su primer largometraje en inglés, y disfrutada la todavía en cartelera Vidas perfectas (2024), que ha reunido a Anne Hathaway y Jessica Chastain a las órdenes de un debutante, el veterano director de fotografía belga Benoît Delhomme, llega ahora a la cartelera Memory; un drama intimista que ha escrito y dirigido Michel Franco con Peter Sarsgaard y, de nuevo, Jessica Chastain como protagonistas.

Franco ya había dado cuenta en su México natal de un interés por los individuos desarraigados y los constructos represivos del cuerpo social que sustanció en títulos como Después de Lucía (2012) y Las hijas de Abril (2017). La violenta alegoría política Nuevo orden (2020) hizo célebre a Franco en el circuito crítico y cinéfilo global pero demostró ser una curiosidad en su trayectoria, como puso de manifiesto su primera realización transnacional, Sundown (2021), otro retrato intimista de personaje a la deriva. Con Memory, Franco pasa a situarse como decíamos en el núcleo del ecosistema estadounidense de producción tanto fuera como dentro de la ficción, que acontece en las calles de Nueva York.

Allí tratan de sobrevivir a circunstancias nada halagüeñas Sylvia (Chastain), exalcohólica y madre soltera cuyo empleo como asistente social le permite ayudar a otras mujeres inmersas en coyunturas precarias y traumáticas; y Saul (Sarsgaard), un hombre perdido en sí mismo a causa de una demencia temprana. Sylvia y Saul han sido heridos por la vida, quizá de muerte, pero, pese a su estado anímico terminal y la inquietud de quienes les rodean, se atreven a embarcarse en una relación sentimental marcada por la necesidad desesperada de confiar en la piel y las emociones, más allá de los constructos sociales y culturales que han reducido a ambos a la condición de víctimas.

Franco vuelve a demostrar en Memory su talento para otorgar a lo cotidiano un aura inestable, hasta de peligro, y para conjugar el aire improvisado con una atención muy sofisticada a las relaciones de los personajes con los escenarios y quienes les rodean. Estamos ante una película sencilla pero atravesada por numerosos apuntes visuales que dan cuenta, tanto de la inmensa fragilidad de los protagonistas, como de la agresividad latente en los seres queridos que se preocupan en apariencia por ellos y, en última instancia, aspiran a perpetuar el control sobre Sylvia y Saul y sobre los relatos familiares y terapéuticos que condicionan la libertad de una y otro.

En este sentido, Memory no es únicamente una historia de amor adulto con un desenlace optimista o suicida, como prefiera cada cual, que nos sitúa en las lindes de la corrección política. Constituye además una crítica acerba en torno a los convenios instituidos sobre la memoria, que priman la tranquilidad colectiva a la desazón del individuo y se prestan a todo tipo de ambigüedades, omisiones y malentendidos. Franco concluye que en la inocencia fruto de la desmemoria de Saul hay mucha más agencia para la subversión que en los recuerdos engañosos de Sylvia, fruto de una represión psicológica y afectiva que terminará saltando por los aires.

Dadas las temáticas que aborda Memory, mucho de su impacto había de confiarse a los actores, y lo cierto es que podemos hallarnos ante las mejores interpretaciones hasta la fecha de Peter Sarsgaard y Jessica Chastain. Sus rostros y sus cuerpos, iluminados en tonos lívidos por el director de fotografía Yves Cape —colaborador habitual de Michel Franco—, se abandonan sin miedo a una exploración de la vulnerabilidad y la ternura que da lugar a momentos memorables: la expresión de Sylvia cuando descubre que Saul ha pasado la noche a la intemperie, el desencuentro en el parque, los visionados de Basquiat (Julian Schnabel, 1996), la salida a la calle juntos que desemboca en el primer beso, la transformación física de ambos tras hacer el amor… Todo es verdad en Memory salvo el plano general de tres minutos de duración en el que Sylvia y su familia confrontan sus fantasmas. Es el único instante en el que la película de Michel Franco amenaza con ser el drama edificante y catártico habitual en Hollywood contra cuya influencia se revuelve el resto del metraje.

  • Montaje: Óscar Figueroa, Michel Franco
  • Fotografía: Yves Cape
  • Distribuidora: A Contracorriente