A Real Pain

En su segunda película como director y guionista, Jesse Eisenberg es primo del siempre incorrecto Kieran Culkin, con el que se va a Polonia en busca de los orígenes de su familia, culminando su tour con una visita al campo de Madjanek. A Real Pain, que llega a los cines el próximo 10 de enero, es una buena manera de refrescar el cine del holocausto, y después de posicionarse fuerte en los Globos de Oro ya suena también para los próximos Oscar, donde podría consagrar a Kieran Culkin como el gran actor secundario de la temporada y a Jesse Eisenberg como nuevo autor del indie norteamericano. Y es que A Real Pain no es solo la película más personal de Eisenberg, también es la sensación indie del año, tan conmovedora como divertida. Por Philipp Engel


Es muy complicado saber cómo reaccionar durante la visita, en la actualidad, de lo que, en los aciagos tiempos de la Segunda Guerra Mundial, fue un campo de concentración nazi. No digamos en uno de exterminio. Claude Lanzmann, el director de la monumental Shoah, fue sin duda el que más insistió en recalcar la diferencia: los de concentración eran campos de prisioneros, sujetos a una violencia deshumanizada extrema, mientras que los de exterminio eran directamente mataderos. En ambos casos, los que no fueron dinamitados se han convertido en destinos necesarios para mantener viva la memoria histórica. Pero, al mismo tiempo, esa inevitable turistificación tiene también un efecto banalizador, como sin duda Jonathan Glazer intentó mostrar en la última escena de La zona de interés, una de las mejores películas de este 2024, o el ucraniano Sergey Loznitsa, en el documental Austerlitz, que retrataba a la masa, aparentemente indiferente, que desfilaba por esos escalofriantes recordatorios del horror.

A lo largo de una visita al campo de concentración de Sachsenhausen, en las afueras de Berlín, es decir sin llegar a una fábrica de la muerte como la de Madjanek, este cronista puso observar toda clase de reacciones: desde los cínicos que se hacían selfies delante de la tristemente famosa inscripción Arbeit macht frei (El trabajo os hará libres) a alguna mujer sobreactuada que, nada más entrar, irrumpía en gritos y llantos, como si no supiera lo que venía a visitar. En medio de todo esto, preadolescentes de excursión escolar comiendo su bocadillo como si la Historia no fuese con ellos. Como decíamos al principio, el holocausto es complicado de gestionar a nivel emocional. 

Podríamos imaginar que Eisenberg ha partido de este abanico de actitudes, además de la historia de su familia, para escribir y dirigir una película en la que él mismo y Kieran Culkin encarnan polos opuestos, muy próximos a la imagen que proyectan como actores. El eterno e inquieto rizitos de La red social, Adventureland o Una historia de Brooklyn se presenta como un neurótico que trata de tenerlo todo bajo control, mientras que el personaje de Culkin no está muy lejos del que encarnaba en la serie Succesion, donde nunca dejaba de soltar chistes incorrectos sin complejos. Aquí también es nuevamente un extrovertido que se expresa sin filtros y trae las siempre bienvenidas carcajadas hasta en la más seria de las situaciones.

La película, que tiene muchos puntos en común con la obra de teatro The Revisionist, que Eisenberg protagonizó en 2013 junto a Vanessa Redgrave en Off Broadway, ha causado sensación en Estados Unidos desde que se presentó en Sundance, y tiene a toda la crítica americana a favor. Como es tradición, las diferentes asociaciones de críticos repartidas por Estados Unidos han dicho la suya a lo largo del mes de diciembre, coronando a Kieran Culkin hasta en trece ocasiones, cuando todavía no se había acabado 2024 (National Board Of Review, Chicago, Florida, Los Angeles, New York, San Diego, Phoenix, Washington D.C, St Louis, Iowa, Philadelphia, Atlanta y la Asociación de Críticos Online), y el guion de Eisenberg obtuvo a su vez hasta cuatro trofeos (Chicago, Los Angeles, Washington D.C, y la Asociación de Críticos Online), y los que vendrán. 

Después de las cuatro nominaciones a los Globos de Oro –Película (Comedia o musical), Guion, Actor (Comedia o Musical), para Eisenberg, y Actor de Reparto, para Culkin–, nadie duda de que  llegarán las de los Oscar, sobre todo en las dos categorías en las que se presenta como gran favorita. Es decir, en la de guion, tradicional cuota más o menos indie en los premios de la Academia de Hollywood, y en la consagración como secundario de Kieran Culkin, que lo tendría más que merecido. La productora Searchlight ya logró la estatuilla al Mejor Guion Adaptado con la mucho más provocativa, en lo que se refiere al cine sobre nazis, JoJo Rabbit (2019), de Taika Waititi. Diablo Cody también levantó estatuilla por el libreto de Juno (2008), mientras que Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2008), otro gran clásico Searchlight, como las mencionadas, sumó los de Mejor Guion (Michael Arndt) y Mejor Secundario (Alan Arkin). Todo indica que la historia puede llegar a repetirse. 


Se acaban los turrones y empieza la temporada de premios, un periodo apasionante en el que se verán algunas de las mejores películas del año. No cabe duda de que A Real Pain es una de ellas, y para comprobarlo solo tenemos que hacer lo que más nos gusta en el mundo: ¡entrar en una sala de cine! Aunque Cuando termines de salvar al mundo (2022), la primera película de Jesse Eisenberg como director y guionista, tuvo una acogida desigual, nunca dejamos de tener fe en este chaval, que ya tiene 41 años, y ha encontrado una forma nueva de acercarse al trauma profundo del holocausto, combinando emoción y ligereza, tarea nada fácil, tratándose del tema más debatido en toda la historia de la Humanidad, y buena parte de su cine. La consagración de Culkin también nos llena de alborozo. Siempre supimos que era el bueno de la familia.