Annette

  • Dirección: Leos Carax
  • Guion: Ron Mael, Russell Mael
  • Intérpretes: Adam Driver, Marion Cotillard, Simon Helberg, Dominique Dauwe
  • Género: Musical, drama, Leos Carax
  • País: Francia
  • 140 minutos
  • En salas el 20 de agosto

Henry es un monologuista cómico de humor incisivo. Ann, una cantante de renombre internacional. Centro de todas las miradas, juntos forman una pareja feliz rodeada de glamur. El nacimiento de su primogénita, Annette, una niña misteriosa con un destino excepcional, les cambiará la vida.

Por Raphael Clairefond

En los setenta los Sparks creyeron tener su primera colaboración cinematográfica, una sátira del mundo de la televisión con Jacques Tati… Más de cincuenta años después, es con Leos Carax con quien firman (tanto el guion como la banda sonora) la gran película musical que con toda probabilidad siempre han soñado. Para obtener un resultado… endiabladamente caraxiano.

«So may we start, may we start, may we start…?» Con esta exclamación alegre y ansiosa, repetida a coro, se abre la película. La cantan los Sparks con el propio Carax en el estudio, llevando a todo el equipo técnico con ellos (como Denis Lavant durante el intermedio de Holy Motors). Es una forma de recordarnos que llevamos años esperando este nuevo proyecto un poco descabellado del maestro francés, cuya silueta es tan reconocible como la de un Godard: abrigo largo, gafas oscuras, sombrero pequeño y pelo canoso. Al igual que JLG en la época en que fantaseaba con una gran producción de los estudios estadounidenses, ya no creíamos en esta Annette. Algunos pensaron que la cantinela de «película musical cantada» con estrellas internacionales en Los Ángeles nunca vería la luz. Pero, a diferencia de Godard, que tenía tendencia a sabotear sus esquifes, los pocos grandes transatlánticos capitaneados por Carax durante mucho tiempo van a la deriva en la tormenta de la producción y la financiación, aunque siempre acaban en buen puerto; no sabemos muy bien cómo. La postura romántica del artista maldito encuentra aquí su límite: Leos siempre preferirá una gran película descabellada en los cines a una pequeña película fantasma en sus cajones.

«So may we start, may we start, may we start…?»

Monkey Business 

Romanticismo, precisamente, más literal aquí: a quienes guardaban un buen recuerdo de la tumultuosa y agitada historia de amor de Los amantes del Pont-Neuf, Annette les parecerá sin duda una especie de remake chic y frío, pero también mucho más oscuro y viciado. Al correr del tiempo, la joven artista y el vagabundo se han convertido en dos estrellas del mundo del espectáculo: él, un rey del stand-up con bata de boxeador apodado «The Ape of God», y ella, una cantante de ópera con peluca, perdida en depurados e inquietantes escenarios. El cineasta no duda en burlarse del culto a la celebridad y de los problemas de privacidad que esta conlleva, con una vena muy paródica que pocas veces hemos visto. Las canciones de los Sparks marcan el ritmo y envuelven toda la historia sin cesar, la conducen sobre trepidantes olas y dejan a Carax libre para destilar todos sus motivos favoritos: el mono, la parte trasera de las limusinas, las motos que circulan a toda velocidad, los jardines del inconsciente donde nos perdemos… Esto da la impresión, un tanto engañosa, de estar en un territorio conocido que raya en el reciclaje. Pero el final de la primera parte termina en un estallido de tragedia gótica y es difícil hablar de ello sin destripar la película. Probablemente tengamos que contentarnos con decir que Adam Driver encuentra ahí su papel más brutal y oscuro, en algún lugar entre Louis C. K., Bertrand Cantat y Darth Vader. En cuanto a la segunda parte, en la que finalmente aparece la joven Annette del título, es donde Carax explora con cierta delicadeza las vacilaciones de una paternidad tóxica y las tribulaciones de un estrellato precoz a través del prisma del cuento (para adultos). Pero es finalmente al desprenderse de este sesgo, en la última secuencia, cuando el cineasta remonta dejando tras de sí la extraña sensación de haber asistido a una obra ciertamente muy personal pero también ultracontemporánea en sus excentricidades; es decir, rayana en el ardid y la grandilocuencia. 

  • Fotografía: Caroline Champetier
  • Montaje: Nelly Quettier
  • Música: Sparks
  • Distribuidora: Elastica Films