CANNES 2023: OCCUPIED CITY (Steve McQueen)

Entre retrato urbano y documental río sobre la ocupación de Ámsterdam por los nazis, Occupied City de Steve McQueen es una obra densa y fascinante, que cuestiona tanto la memoria de una ciudad como su presente. 

En Viudas, Colin Farrell a menudo veía la ciudad solo a través del cristal de su coche. En Shame, Michael Fassbender atravesaba el Nueva York nocturno de sus pulsiones indomables en metro. Con Occupied City, Steve McQueen nos pasea por Amsterad en tranvía.  El cineasta conoce bien la capital de los Países Bajos: lleva viviendo allí más de 25 años. Con una improbable duración de 4h30, con un intermedio como en las películas de antaño, Occupied City se asemeja a aquellos viejos documentales de antes de la guerra, donde todavía se pensaba que el cine sería el arte definitivo para representar la vida moderna de la ciudad, como en Berlín, sinfonía de una ciudad o El hombre de la cámara.  Lo que es más, aunque en general es de estilo muy clásicos, ciertos movimientos audaces del virtuoso operador de cámara holandés Lennert Hillege casi se asemejan a Vertov. Pasando por alto la Casa de Anne Frank, su cámara nos lleva sin embargo a descubrir otras instituciones locales — el Rijkmuseum, el Barrio Rojo…—

Si Steve McQueen vive en Ámsterdam es porque se casó con una holandesa, la directora e historiadora Bianca Stigter. Occupied City se basa en su libro ‘Atlas of an Occupied City, Amsterdam 1940-1945’, que documenta, lugar por lugar, la ocupación de la ciudad por los nazis y, en particular, la organización de la represión y luego el exterminio de decenas de miles de judíos que la habitaban. En inglés, el texto en off que acompaña a casi la totalidad de metraje está escrito por Stigter. Leído sin enfásis por la actriz Melanie Hyams, el texto es objetivo, preciso y escalofriante. Para cada breve secuencia, una dirección, y la descripción factual de la transformación por la guerra y la ocupación, y el uso dado a cada lugar —como ese teatro requisado y degradado a centro de deportación—

Ninguna imagen de archivo acompaña a lo narrado. Por el contrario, Steve McQueen filma la Ámsterdam contemporánea, los lugares de hoy, lo que hay allí. A veces estelas o memoriales. Pero la mayoría de las veces, como nos cuenta incansablemente la voz en off, los edificios han sido destruidos («demolished»), reemplazados por otros, que ya no tienen nada que ver con ellos, y allí se organiza una vida completamente diferente, y eso es bastante normal. Luego viene, y es una de las genialidades de Occupied City, un eco extraño, un enfrentamiento a veces cómico y a veces inquietante entre los hechos escuchados y los mostrados. En la imagen, McQueen sigue los importantes acontecimientos que han marcado Europa occidental en los últimos años, y cómo afectan a la ciudad, desde el desarrollo de los movimientos ecologistas hasta el matrimonio para todos. En concreto, durante buena parte de la película, la crisis del Covid-19, los confinamientos, las grandes campañas de vacunación, las manifestaciones pro y antivacunas. Nuevamente, los edificios fueron desviados de su uso original. Nuevamente, hubo toque de queda y se usaron frases como «por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial». Hemos abusado de las palabras resistencia, apartheid e incluso holocausto, creyendo erróneamente que conocemos este pasado lo suficientemente bien mientras se abrevian cada vez más los libros de historia y los supervivientes son cada vez menos. Con Ocuppied City, el prolífico cineasta británico nos ofrece un nuevo enfoque de la historia y la memoria, digno de la físico cuántica, dando vida al pasado y al presente simultáneamente en la ciudad. Pierre Charpilloz