Champions
- Dirección: Bobby Farrelly
- Guion: Mark Rizzo. (Idea original: Javier Fesser, David Marqués)
- Intérpretes: Woody Harrelson, Ernie Hudson, Cheech Marin, Kaitlin Olson, Madison Tevlin, Joshua Felder, Kevin Iannucci
- País: EEUU
- Género: Feel-good-movie
- 123 minutos
- Ya en cines
«Un equipo de baloncesto entrena y compite en las Olimpiadas Especiales bajo la guía de un entrenador imperfecto pero dedicado, Marcus.»
Por Elisa McCausland y Diego Salgado
Champions es la adaptación al espectador norteamericano medio de Campeones (2018), uno de los títulos más taquilleros en la historia del cine español. La película, que se estrena en nuestro país cuando aún está en cartel la secuela del filme original, despierta cierta melancolía. Refleja cambios en las dinámicas creativas e industriales del cine comercial que hacen sentir muy lejanos los primeros compases del siglo XXI.
Como cine, Champions representa una variación apreciable de Campeones. Vuelve a demostrar que los remakes resultan innecesarios en muchos casos pero nunca dejan de aportar algo: es imposible replicar una imagen sin aportar capas diferentes de sentidos. Javier Fesser planteaba la puesta en escena de Campeones como visualización hiperrealista de los cambios en el estado de ánimo de su protagonista, Marco (Javier Gutiérrez), segundo entrenador de un equipo de baloncesto profesional. Víctima de un descontrol creciente de sus impulsos, Marco terminaba despedido y se le condenaba a tres meses de trabajos sociales. Su desempeño, entrenar a un equipo de jóvenes con discapacidad intelectual.
El camino a la redención personal de Marco, un tipo ambicioso y crispado que aprendía a primar otros valores en el deporte y la vida, pasaba por el humor y la naturalidad en el retrato de los deportistas a los que entrenaba. Champions funciona en un registro más moderado, tanto en lo que se refiere a su atención hacia las personas discapacitadas que entrena Marcus (Woody Harrelson), reducidos casi a la condición de figurantes, como a las inquietudes del entrenador, bastante más pragmático y posibilista que Marco.
La curiosa falta de énfasis en sus argumentos que pone de manifiesto Champions, unida a la mortecina fotografía de C. Kim Miles, podría hacer pensar en pereza creativa. Y algo de ello hay en Champions, aunque, por otra parte, su desdramatización hace de ella una película de sábado por la tarde, de siesta y batamanta, casi perfecta. Campeones era una feel-good movie con ambiciones problemáticas de crónica social. Champions es una feel-good movie que fluye con la indolencia de quien se las sabe todas en cuanto a la gestión —y recepción— de las convenciones de un género. No se engaña a sí misma.
Es interesante en ese aspecto que la realización de Champions corra a cuenta de Bobby Farrelly. Como los hermanos Coen, Peter y Bobby Farrelly han separado sus caminos en los últimos tiempos, aunque la veteranía es un grado tras la experiencia de haber escrito y dirigido comedias durante veinte años. En Champions, Bobby debuta en solitario tras la cámara a partir de un guion de Mark Rizzo, y cumple con profesionalidad y hasta algún rasgo reconocible, como la introducción cada pocos minutos de canciones para potenciar los efectos de realización y el montaje. Ahora bien, el primer motivo para la melancolía de la que hablábamos al comienzo es que la incorrección política de las comedias añejas de los Farrelly —que representó en el fondo un humanismo heterodoxo— ha dado paso en Champions a ponerse de perfil para no meterse en problemas.
La presencia en la película de Woody Harrelson, que protagonizó en su momento Vaya par de idiotas (1996), una de las propuestas más weird e iconoclastas de los Farrelly, acrecienta la distancia entre los logros creativos de una época y otra. No sería difícil establecer un hilo conductor entre los temas abordados en Vaya par de idiotas y los atendidos por Campeones/Champions; pero las buenas intenciones y la tragicomedia funcional de estas últimas poco tiene que hacer frente a la (in)madurez existencial que presidía Vaya par de idiotas.
Por último, el perfil modesto de Champions, su exhibición casi inmediata en plataformas de visionado online en Estados Unidos y su estreno sin grandes alharacas en España, nos recuerda que en la primera década de este siglo Hollywood llevó la batuta en lo que a remakes se refiere, y echaba toda la carne en el asador a nivel de producción y distribución aunque solo fuese por legitimar su vampirismo de otras cinematografías. Hoy por hoy, sumido Hollywood en una decadencia sin precedentes, el remake ha pasado a ser una estrategia sincrónica y polifacética, una forma indiscriminada de explotar conceptos —Campeones tiene también adaptaciones saudí, alemana y china— a fin de alimentar el Moloch de los contenidos con sabor (¿?) local. El futuro era una siesta transnacional frente a versiones de Campeones.
- Montaje: Julie Garcés
- Fotografía: C. Kim Miles
- Música: Michael Franti
- Distribuidora: Universal Pictures