Chicas malas
- V. O.: Mean Girls
- Dirección: Samantha Jayne, Arturo Perez Jr.
- Guion: Tina Fey
- Intérpretes: Angourie Rice, Reneé Rapp, Bebe Wood, Tina Fey, Jon Hamm, Busy Philipps, Avantika Vandanapu…
- País: EEUU
- Género: Comedia musical
- 112 minutos
- Ya en cines
«La nueva estudiante Cady Heron (Angourie Rice) es bienvenida a la cima de la cadena social por el elitista grupo de chicas populares llamado «Las Plásticas», gobernado por la intrigante abeja reina Regina George (Reneé Rapp) y sus secuaces Gretchen (Bebe Wood) y Karen (Avantika). Sin embargo, cuando Cady comete el grave error de enamorarse del ex novio de Regina, Aaron Samuels (Christopher Briney), se encuentra en el punto de mira de Regina. Con la ayuda de sus amigos marginados Janis (Auli’i Cravalho) y Damian (Jaquel Spivey), Cady se propone acabar con la depredadora del grupo y aprender a ser fiel a sí misma en la jungla más despiadada de todas: el instituto.»
Por Elisa McCausland y Diego Salgado
No puede decirse que Tina Fey haya modificado en exceso Chicas malas desde el guion que escribió para la película de 2004 al musical teatral que se derivó de ella en 2017 y la adaptación de vuelta a la pantalla que se estrena estos días. Película original, obra de teatro y musical cinematográfico comparten numerosos aspectos. Algo que no deja de ser sorprendente si tenemos en cuenta, tanto las mutaciones de sensibilidades producidas en los últimos veinte años, como las variaciones lingüísticas a que obliga saltar desde una película marcada por la irrupción de un tema musical cada cinco minutos y la exacerbación plástica de los colores y los físicos hacia las dinámicas del musical escénico y, ahora, a otra película condicionada por la cultura del móvil y una cierta política de la representación.
Esa ausencia de cambios drásticos, la apuesta de Tina Fey como guionista de las tres propuestas por la hibridación o el conservadurismo, como prefiera cada cual, es interesante porque permite comparar numerosas escenas concretas de esta Chicas malas con las homólogas de la película precedente y deducir de ello los aciertos y errores más llamativos de Fey y sus nuevos colaboradores, los directores Samantha Jayne y Arturo Pérez Jr., autores conjuntos de varios cortos y producciones televisivas. Como muestra un botón: la escena en que Cady vuelve disfrazada de la fiesta de Halloween y asusta a sus amigos Janis y Damian, que están viendo Viernes 13 (1980).
En la película original hay una construcción del gag que vincula la aparición sorpresiva de Cady con la de Jason en el televisor. En la actual, el gag se reitera pero su construcción formal brilla por su ausencia. La planificación no acierta a concretar lo planteado. Como en tantas películas de hoy, y más si son versiones de clásicos, lo que vemos cabe entenderlo por aproximación; si captamos su sentido se debe al contexto y la memoria cinéfila. El añadido de continuas explicaciones frente a lo que antes eran sobreentendidos y de números musicales que, salvo en las primeras y esperanzadoras secuencias, insisten en lo ya contado dramáticamente, redundan en un efecto de sobreabundancia de información y déficit de coherencia expresiva. La película original, sin ser ninguna maravilla, hacía gala de una síntesis y una organicidad narrativas que hoy por hoy podrían hacer de ella un paradigma de excelencia en las escuelas de cine.
Hay otro tema destacable: la falta esencial de humor pese a la importancia que tiene para la ficción. Hace unos días, se comparaba en Twitter la eufórica recepción del Año Nuevo en la Times Square neoyorquina de 2002 con la apática que recibió 2024, y se concluía que algo grave ha sucedido en Occidente para que la espontaneidad y la alegría hayan dado paso a un simulacro de celebración minado por una depresión latente. Ocurre exactamente lo mismo con la nueva Chicas malas, hasta el punto de que los personajes parecen marcados por la ausencia de horizontes y una violencia soterrada, mientras que el tono de varias escenas linda involuntariamente con el cine de terror. Puede que en ello tengan algo que ver el escaso carisma de los intérpretes y la dependencia respecto de sus modelos.
Ello no quita para que haya números musicales estimulantes: Stupid with Love, World Burn o I’d Rather Be Me. Serán probablemente los que más éxito tengan en redes sociales, y puede que por eso lo que desde aquí leemos como caos y apariencia de sentidos dignos de una IA, suponga para otros la constatación de que esta Chicas malas es muy superior a su precedente. A la disolución por la fragmentación y más allá.
- Montaje: Andrew Marcus
- Fotografía: Bill Kirstein
- Música: Jeff Richmond
- Distribuidora: Paramount Pictures