Cruella


(Cruella)

  • Dirección: Craig Gillespie
  • Guion: Dana Fox, Tony McNamara
  • Intérpretes: Emma Stone, Emma Thompson, Joel Fry, Paul Walter Hauser, John McCrea
  • Género: Comedia
  • País: EEUU
  • 134 minutos
  • Ya en salas

Explora los rebeldes comienzos de una de las villanas más conocidas del cine y famosa por su elegancia: Cruella de Vil. Ambientada en el Londres de los años 70, en plena revolución del punk rock, la película muestra a una joven estafadora llamada Estella, así como la serie de acontecimientos que la llevan a asumir su lado malvado y a convertirse en la estridente y vengativa Cruella.

Por Roberto Morato

Unos dálmatas empujan a una persona y la precipitan al vacío desde lo alto de un acantilado. Este es el increíble comienzo de Cruella, el spin-off, reimaginación, precuela… de 101 Dálmatas, aquel clásico animado bastante menor de la factoría Disney. Cuesta creer que hasta cinco guionistas distintos y una infinidad de productores de toda índole, hayan dado luz verde a semejante idea. Dentro de la tradición Disney, las villanas siempre han jugado un papel protagónico y empoderante dentro de sus ficciones. Frente a la apatía y normalidad de los personajes principales, las villanas siempre han representado la libertad y el poder contra el orden establecido, personajes repudiados por una sociedad que no les comprendía y que acaban rebelándose precisamente contra ese establishment. Obviamente, el perfil claramente moralista de las fábulas y en concreto de las producciones de Walt Disney siempre apostaban por el castigo final porque al fin y al cabo, la libertad nunca puede vencer a la conformidad de las reglas establecidas por la sociedad. La Cruella De Vil de la versión animada y también la versión de imagen real encarnada previamente por Glenn Close —que ejerce como productora ejecutiva en esta nueva versión— ya encarnaba a ese arquetipo punk y poderoso frente al grisáceo aspecto del matrimonio formado por Roger y Anita.

En su intento desesperado por añadir un trasfondo cultural a sus creaciones se olvidan del poder de la imagen y la representación. Gillespie intenta sentar en el diván a Cruella sin darse cuenta que algunos villanos no necesitan ser entendidos, simplemente quieren matar perritos

Es el año 2021 y la imaginación es el enemigo de la sobreexplicación así que Cruella ya no representa una figura libre, que dicta las reglas, ahora debe enfrentarse a su verdadera némesis: la sociedad. Esta nueva Cruella ya no se enfrenta a la anquilosada tradición británica de la época, ahora es víctima de ella. Por mucho que se la intente presentar como un modelo transgresor y punk, el hecho de contextualizarla de una manera tan burda, le arrebata todo el misticismo y poder a su icónica figura. Es el principal problema de buena parte del imaginario popular del nuevo milenio, que en su intento desesperado por añadir un trasfondo cultural a sus creaciones se olvidan del poder de la imagen y la representación. ¿De qué vale un duelo interpretativo entre dos figuras tan formidables como Emma Stone y Emma Thompson, si las encarnaciones de sus personajes no pasan del mero estereotipo?

Entre montaje y montaje y búsquedas interminables en la máquina de discos —¡cuánto daño ha hecho Guardianes de la Galaxia al blockbuster contemporáneo—, Gillespie intenta sentar en el diván a Cruella sin darse cuenta que algunos villanos no necesitan ser entendidos, simplemente quieren matar perritos y ahí radica su magia y poder, en aquello inesperado y atrevido a lo que ninguno de nosotros nos atreveríamos.

  • Fotografía: Nicolas Karakatsanis
  • Montaje: Tatiana S. Riegel
  • Música: Nicholas Britell
  • Distribuidora: Disney