Despierta la furia


(Wrath of man)

  • Dirección: Guy Ritchie
  • Guion: Guy Ritchie, Ivan Atkinson, Marn Davies
  • Intérpretes: Jason Statham, Holt McCallany, Josh Hartnett, Scott Eastwood, Jeffrey Donovan, Post Malone
  • Género: Thriller, acción
  • País: EEUU
  • 119 minutos
  • Ya en salas

H (Jason Statham) es el misterioso tipo que acaba de incorporarse como guardia de seguridad en una compañía de blindados. Durante un intento de atraco a su camión, sorprende a sus compañeros mostrando habilidades de un soldado profesional, dejando al resto del equipo preguntándose quién es realmente y de dónde viene. Pronto se hará claro el verdadero motivo por el cual H está buscando un ajuste de cuentas.

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Más allá de que se trate de una estrategia habitual en la industria del cine, que el duodécimo largometraje de Guy Ritchie sea remake de la película francesa Le convoyeur (2007) resulta de una coherencia absoluta en el director británico. El filme original es un ejercicio paradigmático de noir, el género que más y con mejores resultados ha practicado Ritchie; y su lectura de Le convoyeur hace honor además a dos aspectos reiterados en su filmografía: la presencia del actor Jason Statham, con quien ya colaborase en Snatch (2000) o Revólver (2005), y su comprensión del cine negro como laberinto espacio-temporal y moral en el que naufragan los violentos juegos de poder puestos en práctica por criminales de masculinidad pueril, lindante con lo (auto)paródico.

«Guy Ritchie al hueso: el noir como laberinto espacio-temporal y moral, con protagonismo de Jason Statham. Durante gran parte estamos ante una narración intrigante, dirigida, montada y dialogada con precisión absoluta».

Sin embargo, las pretensiones críticas de Ritchie chocan en Despierta la furia con la iconicidad adquirida a lo largo de los años por Statham como estrella de acción, lo que menoscaba el alcance de la película en tanto cine negro. Ello no quita para que, durante parte considerable de su metraje, estemos ante una narración intrigante, dirigida, montada y dialogada con precisión absoluta, acerca de las actividades de una empresa de furgones blindados y la irrupción en ella de un nuevo empleado, cuya eficacia frente a los asaltos que sufren los vehículos trasciende lo profesional para rozar la psicopatía.

Cuando Ritchie aprieta el acelerador y problematiza lo que vemos a golpe de flashbacks y cambios de perspectiva, aún acierta a mantener la tensión y a trasladar el sentido último del virtuosismo que caracteriza su cine: las ficciones intrincadas que le apasiona contar no son sino la suma irónica de los relatos que sus personajes se cuentan a sí mismos y los demás para legitimar sus actividades delictivas y su afán por alcanzar el poder sin perecer en el intento.

En ese aspecto, y en la estela de tanto cine negro de ayer y hoy, no falta en Despierta la furia una mirada esquinada sobre el entorno familiar de los protagonistas; esos simulacros de relaciones afectivas normales bajo los que laten pulsiones opacas y agresivas hacia los suyos por parte de unos pater familias que, al robar y matar, están lejos de vulnerar el orden de lo cotidiano; delatan más bien la violencia soterrada que lo sustenta. Por eso, rendir pleitesía a la imagen habitual de Jason Statham haciendo del problemático personaje que encarna una suerte de ángel vengador —e invencible— motivado por razones personales, es un grave error conceptual que Despierta la furia paga con una falta creciente de interés.

Más le habría valido a Guy Ritchie, puestos a condensar en un único personaje lo que solo tenía sentido como retrato coral, prestar toda su atención a Jan (Scott Eastwood), el gran villano de la función. La negativa de Jan a secundar las imposturas emocionales y los códigos de honor hipócritas que gestionan los restantes señores de la película le convierten en el agente subversivo que Statham no se atreve a ser.

  • Fotografía: Alan Stewart
  • Montaje: James Herbert
  • Distribuidora: Tripictures