El clan de hierro

  • V. O.: The iron claw
  • Dirección: Sean Durkin
  • Guion: Sean Durkin
  • Intérpretes: Zac Efron, Jeremy Allen White, Harris Dickinson, Lily James, Holt McCallany, Stanley Simons…
  • País: Reino Unido
  • Género: Drama
  • 130 minutos
  • Ya en cines

«Basada en la vida de los inseparables hermanos Von Erich, que hicieron historia en el competitivo mundo de la lucha libre profesional a principios de la década de los 80. A través de la tragedia y el triunfo, bajo la sombra de su dominante padre y entrenador, los hermanos buscan la inmortalidad en el escenario más importante del deporte.»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

«Solo porque haya pasado a formar parte de la familia no podemos ignorar que su comportamiento es jodidamente anormal». Desde su ópera prima, Martha Marcy May Marlene (2011), a la que pertenece la línea de diálogo citada, el guionista y realizador norteamericano Sean Durkin ha puesto en solfa lugares comunes varios en torno a los nexos afectivos entre los seres humanos, particularmente en el seno de la institución familiar; una inquietud que ha prorrogado en The Nest (2020) y la película que ahora se estrena, El clan de hierro.

El ánimo deconstructivo de Sean Durkin se ha traducido en puestas en escena lindantes con el extrañamiento, en un abordaje de lo tasado como normal mediado por la penumbra, la desubicación de los intérpretes en los escenarios y una crispación latente en las relaciones que entablan los personajes con sus allegados. Durkin participa así de la reinvención contemporánea del drama oscarizable típico a través de claves asociadas a géneros menos naturalistas, una estrategia que Christopher Nolan y Yorgos Lanthimos han visto legitimada en la última ceremonia de los Oscar. Ya no se trata de aportar a las imágenes nuevas capas de sentidos humanistas preexistentes, sino de sustraer de las mismas todo aquello que hemos asimilado sin pensar, que ya no nos atañe aunque sigamos apegados a ello porque en muchas ocasiones, también en el ámbito de la representación, preferimos por miedo lo viejo conocido que lo nuevo por conocer.

En palabras del propio Durkin, «en un primer momento me sentí atraído por el cine de intriga y terror, pero pronto descubrí que me interesaban menos los ejemplos más evidentes de dichos géneros que la aplicación en abstracto de elementos constitutivos de los mismos, como la ansiedad y el miedo, a lo dramático». De este modo, El clan de hierro puede entenderse como una muestra elíptica de body horror a partir de hechos reales, el descenso a los infiernos de los cinco hijos adultos de Fritz Von Erich (1929-1997) como consecuencia de la obsesión de su padre por verlos triunfar en el circuito estadounidense de lucha libre. Una historia bigger than life con innumerables lecturas acerca del sueño americano, la masculinidad, las relaciones paterno-filiales y el fatum trágico.

Durkin pretende que el público comparta de modo paulatino la confusión y el pánico supersticioso en que se sumen los hermanos Von Erich a medida que sus hechuras físicas excepcionales —cómplices de una mitología del ejercicio y la nutrición capaz de hacer de ellos superhombres— acaban por traicionarles debido a la sombra que proyectan en sus trayectorias deportivas las ambiciones y frustraciones de Fritz (Holt McCanally). Sin embargo, la progresión desde el espejismo de la América vigorosa y emprendedora de los años ochenta a las tinieblas de un mundo obsesionado con los bienes materiales y la supervivencia del más fuerte, el frágil equilibrio entre lo familiar en toda la extensión de la palabra y lo inimaginable, no están bien graduados por Durkin. Lo sutil devine opaco, existen demasiadas lagunas y subrayados en la narración de los hechos, y la expresión audiovisual de los mismos no pasa de lo convencional.

En El clan de hierro, la tendencia de Sean Durkin a teñir lo dramático de rareza peca de templada. Su temor a arrojar la película a territorios más inhóspitos es obvio. La paradoja estriba en que su sumisión excesiva a los tropos del drama de prestigio se ha saldado con un vacío casi absoluto en la temporada de premios que concluye estos días. Podría decirse que, habiendo sido un pionero a la hora de intervenir lo respetable desde lo weird, Durkin ha perdido pie frente frente a la mayor capacidad de riesgo de otros colegas. El mayor damnificado por las medias tintas de Durkin ha sido el reparto, entregado totalmente a la causa, y en especial Zac Efron, un intérprete en cuyos talentos, aún no reconocidos, siempre ha jugado un papel importante la apariencia física. La tensión en pantalla entre la musculatura monstruosa que ha desarrollado Efron y la parálisis psicológica creciente de su personaje es uno de los aspectos más destacables de El clan de hierro.

  • Montaje: Matthew Hannam
  • Fotografía: Mátyás Erdély
  • Música: Richard Reed Parry
  • Distribuidora: YouPlanet