El escuadrón suicida

(The Suicide Squad)

  • Director: James Gunn
  • Guion: James Gunn (basado en el cómic de John Ostrander)
  • Intérpretes: Margot Robbie, Idris Elba, Viola Davis, David Dastmalchian, John Cena, Jai Courtney, Joaquín Cosío, Nathan Fillion, Joel Kinnaman
  • Género: Acción
  • País: EEUU
  • 132 minutos
  • Ya en salas

Un grupo de super villanos se encuentran encerrados en Belle Reve, una prisión de alta seguridad con la tasa de mortalidad más alta de Estados Unidos. Para salir de allí harán cualquier cosa, incluso unirse al grupo Task Force X, dedicado a llevar a cabo misiones suicidas bajo las órdenes de Amanda Waller. Fuertemente armados son enviados a la isla Corto Maltese, una jungla repleta de enemigos.

Por Roberto Morato

A falta de unos pocos meses para el estreno de Escuadrón Suicida y viendo los resultados en taquilla de sus últimos intentos superheróicos, Warner decidió arrebatar la película de las manos de su realizador, David Ayer, y entregarse a un proceso de montaje caótico para que la película abandonase su tono tétrico y desesperanzado por un enfoque mucho más pop, buscando copiar descaradamente la jugada que James Gunn había hecho con Guardianes de la Galaxia. Warner se puso manos a la obra, cambió el montaje original del director de Sin tregua, le añadió una playlist de grandes éxitos del pop, neones imposibles y sirvió un monstruo de Frankenstein a un público que no supo muy bien cómo reaccionar pese al éxito evidente de la película en taquilla. Así que cuando Warner decidió «rebootear” la franquicia, la elección de James Gunn no podía ser más consecuente.

El Escuadrón Suicida es la sublimación del estilo de su director, un compendio de todo aquello que le ha hecho famoso tras su paso por la factoría Marvel. Su irreverente sentido del humor, su gusto por los personajes outsiders al margen del sistema, su acercamiento juvenil y descarnado a la violencia cercano a los postulados del cine de más bajo presupuesto y cierto sentimentalismo por aquello de estar viviendo en la época de las emociones. Eso es lo que Gunn vende y eso es lo que Warner ha comprado porque la realidad es que hoy en día, el cineasta está más cercano a ser una marca comercial que a tener un estilo propio e identificable, dos términos que a priori podría parecen ser similares pero que a la hora de ser plasmados en pantalla, no podrían resultar más diferentes.

«James Gunn está ya más cerca de ser una marca comercial que de tener un estilo propio e identificable. El escuadrón suicida demanda afección y no entrega nada a cambio. Malos tiempos para la lírica: se prima antes la búsqueda del abrazo que el cuestionamiento de las jerarquías o incluso, el puro magnetismo del caos y la irreverencia creativa»

No deja de ser irónico que uno de los temas principales de la película sea la redención y el mismo largometraje esté pidiendo un abrazo de comprensión a cada instante de la película. Cada muerte, cada broma, cada guiño está buscado desde un grito desesperado de atención y de sentirse entendido, quizás por las experiencias personales que ha atravesado James Gunn en los últimos años, pero pocas veces se ha visto en pantalla un blockbuster que demandase tantísima afección a sus espectadores y no les entregase nada a cambio. Gunn, que hasta en sus trabajos más mediocres, se había mostrado como un cineasta capaz de trasladar la plástica de las viñetas al movimiento cinematográfico, entrega su película más fea y plana hasta la fecha, un tránsito de personajes hacia ninguna parte que de vez en cuando recitan algún discurso más pendiente de la reacción de la platea que de la propia ficción en sí misma.

El director de Slither: La plaga ni siquiera hace gala de cierta inventiva visual cuando la película abraza la imaginaria pop de los cómics —la aparición nada sorpresiva de Starro, desvelada en la campaña de promoción de la película—, más preocupado de crear emocionalidad aparente a través de flashbacks que de la espectacularidad que deberían transmitir las imágenes de su clímax. Nunca se sintió más rutinaria la aparición de una estrella alienígena con tamaño de kaiju y capacidad para alienar y dominar a todo el planeta.

Gunn ha intentado crear con El Escuadrón Suicida su particular versión de Doce del patíbulo sin tener en cuenta que la película de Robert Aldrich era un directo a la mandíbula del sistema por parte de los marginados del mismo, y no figuras de acción que buscan ser abrazadas y comprendidas a pesar de ser parte protagonista y cómplice de ese mismo sistema. Malos tiempos para una lírica donde se prima antes la búsqueda del abrazo que el cuestionamiento de las jerarquías o incluso, el puro magnetismo del caos y la irreverencia creativa.

  • Fotografía: Henry Braham
  • Montaje: Fred Raskin, Christian Wagner
  • Música: John Murphy
  • Distribuidora: Warner Bros