Ralph Fiennes and Anya Taylor-Joy in the film THE MENU. Photo by Eric Zachanowich. Courtesy of Searchlight Pictures. © 2022 20th Century Studios All Rights Reserved

El menú: apetito de thriller

Will Ferrell y Adam McKay producen El Menú, un thriller que podría complacer hasta al exigente crítico de Ratatouille, con los ojos de Ana Taylor-Joy como plato principal y Ralph Fiennes de chef implacable al mando de un ejército maîtres, camareros, cocineros y pinches, que podría haber salido de El juego del calamar. En plena locura culinaria, llega a cines el maridaje perfecto de thriller, sátira social y suspense.  Por Ángel Cruz 

La cocina sigue siendo tendencia, y si se trata de «alta cocina», la fascinación es absoluta: se nos hace la boca agua solo con pensar en los manjares más exclusivos, los platos más sofisticados, la receta más exquisita. Un embelesamiento que se ha traducido en una cosecha abundante de realities culinarios, a los que se le unió hace unos meses el éxito de la serie The Bear, disponible en Disney+. Faltaba la guinda en tan apetitoso pastel: El menú, que acaba de llegar hoy a los cines, es una película estructurada como uno de esos clásicos menús degustación en el que cada nuevo plato es una experiencia única, de sabores misteriosos y progresión . El menú, de hecho, le da definitivamente la vuelta a la manida expresión de “experiencia única”, para darle otro sentido, inmortalmente cinematográfico.

¿Los ingredientes? Un pérfido y sardónico Ralph Fiennes se abrocha el delantal de Julian Slowik, el chef más famoso del mundo, que decide invitar en su isla-restaurante-de-lujo a un tan reducido como selecto número de invitados a la cena más inolvidable de sus vidas. Tenemos un trío de ejecutivos (Arturo Castro, Rob Yang y Mark St Cyr), un actor y su asistente (John Leguizamo y Aimee Carrero), una pareja para la que el amor no conoce otoño (Reed Birney y Judith Light), y por supuesto una crítica culinaria y su editor (Janet McTeer y Paul Adelstein), además del simpar Nicolas Hoult (La favorita), esta vez en la piel de un foodie de esos que acuden a los restaurantes más selectos con el móvil en la mano, intercalando cada bocado con una foto de la comida para alimentar también sus redes… Una distracción digital que tiene doble delito si además tenemos en cuenta que su personaje acude a la isla de la cocina del brazo de nuestra adorada Ana Taylor-Joy. Los ojos de Taylor-Joy son la viva imagen de la curiosidad, no se puede encontrar mejor como vehículo para el espectador: ella será nuestra guía binocular en esta deliciosa mezcla de comedia negra, thriller terrorífico y sátira social.

Se trata de una idea original del guionista Will Tracy, al que se le ocurrió mientras degustaba los más exquisitos platos de un restaurante exclusivo en Noruega, el Cornelius Sjømatrestaurant. Fue cuando vio alejarse el barco que le había llevado hasta ahí, una imagen que se repite en la película, cuando la inquietud se cruzo por su mente: «¿qué pasaría ahora si algo sale mal?». Tracy colaboró con el laureado autor británico Jesse Armstrong en la mesa de guionistas de Succession, así que no sorprende que tras las cámaras esté Mark Mylod, el realizador que más episodios tiene en su haber de la serie fenómeno de la HBO, además de unos cuantos de Shameless, Juego de Tronos y Entourage. De hecho, Mylod y Armstrong ya trabajaron juntos en un episodio de Succession que se desarrolla a lo largo de una cena, y la idea también era emular al Robert Altman de Gosford Park, otro referente ineludible del cóctel de El menú

Tampoco sorprende entonces que el primero en sumarse al proyecto como productor fuese Adam McKay, productor de la serie y realizador de éxitos como No mires arriba. A McKay el guion le recordó a ¿Pero quién mató a Harry?, una de las mejores, y más infravaloradas, películas de Alfred Hitchcock. «Por el tono y el humor. La película mezcla una mordaz sátira de clase con humor, oscuridad y una saludable pizca de absurdo», ha declarado el director de sátiras no menos vitriólicas como El vicio del poder o La gran apuesta.

La gastronomía es un arte, no una demostración de status, aunque está meridianamente claro que buena parte de la Humanidad no lo ha entendido, y de eso va este coctel explosivo, que tiene aroma a la serie de HBO, pero también sospechas de Chabrol, el gourmet que mejor desmenuzó a la burguesía, y trazas de El sirviente, la obra maestra de Joseph Losey donde el mayordomo encarnado por el mejor actor de la historia del cine (Dirk Bogarde) acaba sometiendo al dueño y señor de la casa en la que ha entrado a servir. En esta descarnada crítica a la alta burguesía son los trabajadores, concretamente de la cocina, los que acaban sometiendo a la clase dominante. En ese sentido, El menú es revolucionaria. 

El guion, coescrito por Seth Reiss avanza a golpe de sentencias diseccionadas con el cuchillo de pescado, aderezadas con algún que otro guiño literario —el restaurante se llama Hawthorn, en guiño a Nathaniel, el célebre autor de ficciones góticas y romanticismo oscuro—, y genera una tensión que marida El malvado Zaroff con Diez negritos, añadiéndole tal vez una pizquita de Battle Royale. El menú cautiva gracias a su atmósfera, entre la más pura fábula y el más riguroso realismo. Los platos, por ejemplo, han sido fotografiados casi al límite de la abstracción por el gran Peter Deming (Mulholand Drive). Se trata de creaciones, expresamente para la película, ideadas  por colaboradores estrella (Michelin), como la chef Dominique Creen, secundada por un chef pastelero y por un estilista gastronómico para que queden lo más fotogénicos posibles

El menú es, en definitiva, un festín de Nouvelle Cuisine sin billete de vuelta, y sobre todo una película exquisitamente perversa: tan pronto de abre el apetito, como te lo cierra para siempre. El menú, con Ralph Fiennes y Anya Taylor-Joy, ya en cines.