Expediente Warren: Obligado por el demonio


(The Conjuring: The Devil Made Me Do It)

  • Dirección: Michael Chaves
  • Guion: David Johnson
  • Intérpretes: Vera Farmiga, Patrick Wilson, Sterling Jerins, Charlene Amoia, Julian Hilliard
  • Género: Terror
  • País: EEUU
  • 112 minutos
  • 3 de junio en salas

Ambientada en los años 80. Ed y Lorraine Warren deberán afrontar un nuevo caso que se presenta con un hombre, Arne Cheyne Johnson, que es acusado de asesinato tras haber sido poseído por un demonio.

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Resultaba casi imposible que esta nueva aventura de los investigadores de lo oculto Ed y Lorraine Warren tuviese la calidad de las anteriores, estrenadas en 2013 y 2016. El matrimonio encarnado por Patrick Wilson y Vera Farmiga, que investiga en Expediente Warren: Obligado por el demonio un caso en el que resuena el pánico satánico desatado durante los años ochenta en la sociedad estadounidense, no cuenta en esta ocasión con el respaldo de James Wan como director ni de Chad y Carey Hayes como guionistas.

Los sustitutos, David Leslie Johnson-McGoldrick en la escritura y Michael Chaves tras la cámara, han sido hasta la fecha miembros poco destacados del Universo Warren articulado por Wan y los hermanos Hayes a partir precisamente de la primera entrega de esta serie. Y la secuela que nos ocupa dudamos que les procure un mayor renombre.

«No está a la altura de las dos entregas previas, pero tiene los suficientes aciertos para que valga la pena darle una oportunidad en las salas de cine. Su impacto no será ni mucho menos el mismo en el salón de casa»

Tiene, eso sí, mucho de intrigante el planteamiento de Expediente Warren: Obligado por el demonio. El tropo de la casa encantada muda en el de la pesquisa detectivesca, dirigida a salvar la vida de un joven sobre el que pesa la amenaza de la pena capital, a menos que los Warren puedan probar un influjo del maligno en el asesinato que ha cometido. Pero, a diferencia de lo que sucedía en las entregas anteriores, mixes fascinantes de ensayismo cinéfilo y atracción de feria en torno a los mecanismos del terror y sus correspondencias con la historiografía pop y el sensacionalismo ocultista, la presente no acierta a profundizar, ni en dichos aspectos, ni en el carácter tan especial del matrimonio Warren y la larga relación sentimental que les une. La película comete además un error imperdonable: se toma demasiado en serio como artefacto narrativo, y luego la historia avanza a golpe de imprecisiones y tartamudeos.

Hay, con todo, aspectos destacables en Expediente Warren: Obligado por el demonio. El primero atañe a la posibilidad, después poco explorada, de que una posesión diabólica sea demostrable en un juicio: «Si decir la verdad ante un tribunal se fía al juramento que se lleva a cabo sobre la biblia, la palabra de dios, ¿por qué no se le reconoce voz a la palabra del demonio?». Los aciertos restantes tienen que ver con detalles como director de Michael Chaves que, si bien no soslayan lo fragmentario del relato, dan lugar a momentos realmente perturbadores, más allá del sobresalto jovial: la perspectiva desde la que arranca la escena del accidente con la motosierra, el travelling descendente sobre Lorraine que pone de manifiesto cómo se apodera de la médium la visión de lo sucedido en un bosque, o cierta aparición en una sala de autopsias.

En este sentido, la película ofrece los atractivos audiovisuales suficientes para que, como apuntaba nuestro compañero de páginas Roberto Morato al salir del pase de prensa, valga la pena darle una oportunidad en las salas de cine. Su impacto no será ni mucho menos el mismo en el salón de casa.

  • Fotografía: Michael Burgess
  • Montaje: Peter Gvozdas, Christian Wagner
  • Música: Joseph Bishara
  • Distribuidora: Warner Bros