FICX 61: Anatomía de una caída (Justine Triet)

Gran ganadora del último Festival de Cannes, Justine Triet regresa a Gijón con una película de juicios, protagonizada por la excepcional Sandra Hüller. 

Anatomía de una caída (Justine Triet) — Sección Esbilla Espectru

Sinopsis: Durante el último año, Sandra, una escritora alemana, su marido francés Samuel y su hijo Daniel, de once años, han llevado una vida aislada en un remoto pueblo de los Alpes franceses. Cuando Samuel aparece muerto en la nieve bajo su chalet, la policía se pregunta si se suicidó o le mataron. La muerte de Samuel se considera violenta, un posible asesinato, y Sandra se convierte en la principal sospechosa. Poco a poco, el juicio no se limita a investigar las circunstancias de la muerte de Samuel, sino que se convierte en un inquietante viaje psicológico a las profundidades de la conflictiva relación entre Sandra y Samuel.

En los últimos años, el cine francés ha vivido una «Efira-manía», uno de esos frenesíes cíclicos y sintomáticos de esta época en la que un puñado de nombres rentables se encuentran por todas partes. Todos han tenido su pedacito de la estrella belga, con un sello de «autora» pero más «popular» que nunca, con ella ganamos casi siempre. Y Justine Triet no es ajena al fenómeno, ya que la convocó en sus dos muy buenas últimas películas (Los casos de Victoria, después El reflejo de Sybil).  

En esta ocasión, tiene la buena idea de volver a trabajar con la genial alemana Sandra Hüller (revelación de Toni Erdmann) a quien ya le había confiado un papel secundario como cineasta de pelo tirano en El reflejo de Sybil. Una elección que también marca un giro más seco para la cineasta. En Anatomía de una caída, tanto un drama familiar de duelo como una película de juicio, Hüller interpreta a una novelista que se enfrenta a la sangrienta muerte de su marido (Samuel Theis) al pie del chalet de montaña donde se han instalado con su hijo de 11 años, con discapacidad visual. De entrada, entendemos que la caída del título no concierne a la heroína sino a su marido. Y primero tratamos de reconstruir científicamente la trayectoria fatal para determinar si lo golpearon y empujaron o si se tiró para matarse. Sandra (así también se llama la escritora), no puede desmoronarse. En 2h30 de película, el largo y laborioso tiempo de la investigación cae con todo su peso sobre la madre y su hijo. 

Justine Triet avanza meticulosamente en el caso sin ningún contragolpe, concentrándose en mantener la duda sobre la culpabilidad o inocencia de Sandra. Y desliza hábilmente su bisturí en la historia de esta pareja socavada por sus respectivas ambiciones: ella es una autora prolífica y exitosa que se inspira en su propia vida, él un escritor frustrado incapaz de producir nada. Descripción metódica del trabajo de la justicia (Antoine Reinatz, abogado general deliciosamente retratado como una víbora), juegos peligrosos, vasos comunicantes entre la literatura y la vida… Con ello firma Triet sin duda la mejor adaptación de Emmanuel Carrère jamás llevada a la pantalla.