Fuego

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Aunque la (pen)última realización de la cineasta francesa Claire Denis adolezca de un final un tanto apresurado, y su pretexto dramático suscite en ocasiones la impresión de hallarnos ante problemas del primer mundo, lo cierto es que se trata de una de sus películas más entonadas de los últimos años. Fuego se halla en un lugar creativo intermedio entre el weird afectado de High Life (2018) y la actitud pasivo-agresiva hacia lo cotidiano que presidía Un sol interior (2017).

Fuego no juega por otra parte con las convenciones de la ciencia ficción barajadas por High Life, ni tampoco con las de la comedia ligera que trabajó Un sol interior. Se trata de un drama hiriente, sin más aderezos, basado en una novela de Christine Angot, Un tournant de la vie (2018), aún pendiente de publicación en España. Gracias a la editorial Anagrama sí hemos podido leer otras novelas de Angot como Una semana de vacaciones (2012) y Un amor imposible (2015), que, a juicio del crítico literario Philippe Forest, dan cuenta de la ambición de la autora por “darnos acceso a las habitaciones prohibidas de nuestra realidad, a algo que no deberíamos haber visto”.

Quien conozca la filmografía de Claire Denis sabe de sobra que comparte esa mirada desnuda sobre los espacios de la privacidad humana, ajenos a los dictados sociales, hasta el punto de que uno de los libros más destacados sobre su cine se subtitula precisamente Intimidad en la frontera. La sintonía por tanto entre Angot, Denis y, no lo olvidemos, Juliette Binoche —guionista, directora y actriz ya habían colaborado en Un sol interior— parece evidente, y a la vista está que no persigue un relato consecuente o el afán por plegarse a las expectativas de crítica y público, sino en arrojar consideraciones de urgencia sobre lo que entendemos colectivamente por felicidad y el precio que ello se cobra en términos de represión individual.

Binoche encarna a Sara, periodista radiofónica emparejada con Jean (Vincent Lindon), un hombre cuyo temperamento le ha causado problemas en el pasado. Sara y Jean se quieren, como ponen de manifiesto los minutos iniciales de Fuego. Pero, a la vuelta de unas vacaciones, Sara se topa por casualidad con François (Grégoire Colin), un apasionado amor de diez años atrás, y pierde de nuevo la cabeza por él. Descubrimos así que Sara oculta bajo su fachada de adaptación a la normalidad una herida emocional oculta a la perfección pero en carne viva, que vuelve a sangrar de inmediato ante la receptividad de François y que la lleva a mentir y mentirse como una adolescente para desesperación de Jean.

Fuego deviene así un triángulo amoroso irresoluble que sorprende a sus protagonistas en la edad madura, cuando los errores del pasado suponen una carga insoportable y los impulsos traen aparejadas consecuencias cataclísmicas de cara al ocaso de la vida. La película capta a la perfección los dilemas sentimentales por los que atraviesan François, Jean y, en especial, Sara, otro personaje atormentado en la trayectoria de Juliette Binoche.

Con la complicidad del director de fotografía Eric Gautier, Claire Denis confía el impacto de lo narrado a las expresiones desencajadas de Lindon y Binoche, la apostura casi vampírica de Colin, y escenarios que se sumen progresivamente en las tinieblas. Denis continúa fiel en definitiva a su estrategia de cifrar los (sin)sentidos de la experiencia humana en los paisajes incógnitos de los rostros y los cuerpos. En sus propias palabras, «todo está dentro, nunca fuera». Comprendida desde esa perspectiva, Fuego es una película excelente.

• Fotografía: Eric Gautier
• Edición: Sandie Bompar, Guy Lecorne, Emmanuelle Pencalet
• Música: Stuart Staples
• Distribuidora: Caramel