Here (Aquí)
- Dirección: Robert Zemeckis
- Guion: Robert Zemeckis, Eric Roth (Cómic: Richard McGuire)
- Intérpretes: Tom Hanks, Robin Wright, Paul Bettany, Kelly Reillly
- País: EEUU
- Género: Drama
- 104 minutos
- Ya en cines
- «Varias familias de diferentes generaciones formaron su hogar en una única habitación. Una historia de amor, pérdida, risas y vida, desde un pasado muy remoto hasta un futuro próximo. Un viaje a lo largo de cientos de miles de años que transcurre, de principio a fin, en un solo lugar: aquí»
Por Elisa McCausland y Diego Salgado
Adaptación de la novela gráfica homónima del artista multimedia Richard McGuire, Here constituye un regreso al buen estado de forma(s) para Robert Zemeckis, uno de los realizadores más dotados, idiosincrásicos e innovadores del cine estadounidense producido en el último medio siglo. Zemeckis, sin embargo, llevaba un tiempo perdido entre películas menores —Las Brujas (de Roald Dahl) (2020)— y otras que, pese a abundar en algunas de sus inquietudes —Bienvenidos a Marwen (2018), Pinocho (2022)—, habían sido víctimas de la indefinición expresiva.
Here tampoco es una maravilla en ese aspecto. Zemeckis se halla lejos de la reinvención creativa que puso de manifiesto tras su trilogía de animación digital —Polar Express (2004), Beowulf (2007), Cuento de Navidad (2009)—, traducida en El vuelo (2012) y las excepcionales El desafío (2015) y Aliados (2016). Here tiene mucho, en línea con el cómic que la inspira, de dispositivo conceptual, de ocurrencia no siempre capaz de honrar el punto de partida a lo largo de su desarrollo. Pero brinda los alicientes precisos como para ser considerada una de las películas más valiosas del año; entre ellos, su tratamiento de la obra de McGuire. Podríamos estar de hecho ante uno de los diálogos entre cómic y cine más fructíferos en la historia de ambos medios.
En cierto modo, la novela gráfica —o, en sus propias palabras, “el libro artístico camuflado de novela gráfica”— de McGuire también es una revisión, en su caso de la historieta de seis páginas que ideó en 1989 para la revista Raw. Cuarto de siglo más tarde, en 2014, McGuire reformuló y amplió Aquí hasta llegar a las trescientas páginas, lo que otorgaba un mayor alcance a su propuesta: un único punto de vista, el salón de un domicilio cualquiera, y las vicisitudes que ha atravesado, atraviesa y atravesará el espacio que ocupa la habitación: desde hace quinientos millones de años hasta el futuro cercano de 2033.
McGuire interviene la plancha, anclada en la misma posición, mediante la inserción torrencial de viñetas o ventanas que sitúan la acción en momentos diversos. Se produce así un solapamiento de eras en torno a un lugar, el “Aquí”, que no cabe concebir de modo estático sino como nodo de interconexiones entre individuos y sucesos a lo largo de un tiempo no lineal, un caleidoscopio de presentes. Para McGuire, el transcurso del tiempo aboca a los sujetos y la materia a la fugacidad mientras que la aprehensión del aquí y el ahora sustancia la eternidad.
En Aquí lo importante son por tanto lo íntimo y lo personal, los momentos sin Historia, imaginados en el marco de una convención representativa tendente a la abstracción especulativa. La adaptación al cine por parte de Zemeckis y Eric Roth se articula en cambio como fábula de tintes sociales e historicistas —obsérvese la ausencia en el filme de ventanas asomadas al futuro—, en la línea de Forrest Gump (1992), el mítico filme donde ya habían estado involucrados tanto el realizador y Roth como el músico Alan Silvestri, el director de fotografía Don Burgess, la diseñadora de vestuario Joanna Johnston y los actores Tom Hanks y Robin Wright.
Sin descuidar el pasado remoto, Here cubre con especial interés la historia estadounidense como Zemeckis lo había hecho ya en su clásico posmoderno, es decir, recurriendo a un elemento disruptor que confiere un carácter ora melancólico, ora irónico, a las vivencias en una geografía concreta —Pennsylvania— de los primeros nativos americanos, figuras célebres como Benjamin Franklin (Keith Bartlett) y representantes de la concepción del ser norteamericanos operativa desde finales del siglo XVIII: aventureros, emprendedores, inventores, especuladores, vendedores y compradores, y, durante la segunda mitad del siglo XX, la familia nuclear con aspiraciones desarrollistas a la clase media y una vivienda en propiedad; un espejismo del que tratará de escapar el personaje de Margaret, reedición del encarnado también por Robin Wright en Forrest Gump y condenado como aquel a un destino misógino digno de Historias de la cripta.
En Forrest Gump el elemento extraño en cualquier caso era su protagonista: un buen salvaje o idiota moral, hijo bastardo de Mr. Chance, que funcionaba como depositario ambiguo de los anhelos y las frustraciones de la generación boomer, aún al timón del mundo en los años noventa aunque estuviesen a punto de ser traicionados por los constructos políticos y escópicos en que habían cimentado su supremacía. En Here, réquiem por nuestros padres y abuelos, por un estilo de vida que se desvanece hoy por hoy ante nuestros ojos, el elemento disruptor es la posición intrusiva de la propia cámara, cuya omnipresencia inquietante es subrayada por Zemeckis al jugar con el fuera de campo, la disolución de las imágenes —y no tan solo su aparición en el plano como partes de un mosaico— o el acercamiento al objetivo de los personajes, rejuvenecidos o envejecidos durante el propio rodaje gracias a una inteligencia artificial generativa.
En ese sentido, Zemeckis opone a la mirada observacional y sintética de Aquí —que obligaba a McGuire a explicitar el año a que se asomaba cada viñeta— y la naturaleza estructural del medio cómic —tanto en lo referido al diseño de la página y la disposición en ella de las viñetas como a los requerimientos de su lectura— el efecto inmersivo propio de la gran pantalla, la ilusión de una profundidad de campo que atañe a la percepción del espacio y también la del tiempo. El propósito de Zemeckis no es que el espectador se pierda en la contemplación de las vidas de los otros, sino que se sienta partícipe de las convenciones en torno a la representación de las mismas y sus trampantojos, con un talante tan lúdico como crítico.
En sintonía con el restante cine de Zemeckis, Here es una película sobre la vida y la cultura modernas y sus sentidos en relación con los objetos y la tecnología, como pone de manifiesto su atención obsesiva por vestimentas, mobiliario, radios, televisores y útiles de reproducción pictórica y fotográfica; y, en justa correspondencia, su película es un artefacto, una fusión entre el signo del espectáculo y la servidumbre industrial que parte del paradigma hiperreal de la multipantalla y nos retrotrae al Carrusel del Progreso de Disney y el primer cinematógrafo. El último y brillante plano de la película, un cambio de perspectiva radical, rompe con el afán programático de McGuire en favor de un espíritu relativista equiparable en sus sentidos al plano primero de Contact (1997) y el vuelo de la pluma en el inicio y la conclusión de Forrest Gump, que nos obliga a asumir el artificio de que hemos sido cómplices y comprender que nuestro propio tiempo de vida y experiencias también será un día pasto del revisionismo, un sueño dentro de otro sueño.
Es una pena que Here pierda el equilibrio en su retrato de personajes a lo largo del tiempo al intentar que empaticemos con las vicisitudes de una pareja protagonista concreta, a fin de dar prioridad al histrionismo de Robin Wright y Tom Hanks. Ello se cobra el precio de un pulso narrativo lánguido, desigual, al que contribuye una fotografía sumisa en demasiadas ocasiones a los requisitos de la posproducción digital. Pero el mayor inconveniente para que Here sea memorable radica en el director de orquesta, Zemeckis, uno de los mejores (re)intérpretes del Hollywood clásico a lo largo de su trayectoria y que aquí, en cambio, cede a la tentación manierista de homenajearse a sí mismo con un desafortunado efecto sentimental, kitsch. Pese a estos lastres, Here es una de las pocas películas comerciales o de autor realmente experimentales de entre las estrenadas en 2024, y un referente desde ya de las adaptaciones del cómic al cine.
- Montaje: Jesse Goldsmith
- Fotografía: Don Burgess
- Música: Alan Silvestri
- Distribuidora: Vértice 360