Los 4 Fantásticos: Primeros pasos

Por Diego Salgado & Elisa McCausland

Aunque en la cinefilia siempre cabe la posibilidad de descender un peldaño más hacia el infierno de las expectativas infundadas y las decepciones lacerantes, nos atreveremos a afirmar que el milagro representado por Los 4 Fantásticos: Primeros pasos era necesario, sino inevitable: tras los años de decadencia creativa que atraviesan las producciones de Marvel Studios, y el Superman cínico y mamarracho de James Gunn que empezó a sobrevolar la cartelera la semana pasada, las cosas solo podían ir a mejor, aunque bien pueda tratarse de un suceso circunstancial, el canto del cisne para un ciclo de audiovisual superheroico que pierde crédito popular a marchas forzadas.

Resulta significativo que, pese a constituir el arranque de la sexta fase del Universo Cinematográfico de Marvel, Los 4 Fantásticos: Primeros pasos opte por funcionar a lo largo de casi todo su metraje como ficción soberana, sin más responsabilidades que hacia consigo misma. Es el mayor acierto de la película, y el motivo precisamente de que la primera escena poscréditos —la segunda es anecdótica— despierte como no ocurría hace mucho tiempo nuestro interés por futuros estrenos de Marvel Studios. Los 4 Fantásticos: Primeros pasos recuerda a los filmes integrados en la primera fase del UCM, cada uno de ellos con su propia personalidad, un grado de autonomía loable y un gran cuidado en la producción.

En la película que nos ocupa, la última característica citada se traduce en un reparto en estado de gracia —incluyendo a Julia Garner y Paul Walter Hauser en sus estupendas encarnaciones respectivas de Estela Plateada y el Hombre Topo—; un diseño de producción lindante con lo barroco debido a Kasra Farahani —que ya había destacado en la serie Loki (2021-2023)—; una exultante banda sonora de Michael Giacchino que se basta para llevar en volandas numerosas escenas; y un sentido del sense of wonder en la fotografía y los efectos visuales que gana la partida a las irregularidades técnicas tan frecuentes en las superproducciones estadounidenses de hoy. El filme no solo sobrepasa así con creces todo lo producido por Marvel Studios desde Vengadores: Endgame (2019); por simpáticas que nos parezcan anteriores adaptaciones al cine de los cómics sobre el supergrupo, en especial las producciones de 20th Century Fox —hoy absorbida por Disney, nave nodriza de Marvel— Los 4 Fantásticos (2005) y Cuatro Fantásticos (2015), la versión que ahora se estrena hace gala de un cariño y una ambición muy superiores. El aspecto más evidente de ello es su ambientación en un pasado paralelo al nuestro, unos años sesenta alterfuturistas donde se sitúa el nacimiento como criaturas de ficción de Los 4 Fantásticos.

La idea, encomendada al director Matt Shakman —que ya había jugado con las paradojas de la nostalgia fetichista por los imaginarios tecnológicos y mediáticos del ayer en la miniserie Bruja Escarlata y Visión (2021)—, precipita en una atmósfera weird, entre la melancolía y el optimismo: todo parece tan posible como en las historietas originales de Stan Lee y Jack Kirby, cuyo universo se recoge con un sincretismo admirable, y, a la vez, tenemos plena conciencia de que aquella utopía cimentada en el progreso socioeconómico y tecnológico, ejemplificada por la exploración espacial, tenía mucho de espejismo, de simulacro, y ha derivado en un fracaso colosal de Occidente, como trataba también sotto voce una de las mejores películas de la pasada temporada, Fly Me to the Moon (2024).

En ese contexto posibilista, especulativo, la familia compuesta por Sue Storm (Vanessa Kirby), su marido Reed Richards (Pedro Pascal), su hermano Johnny Storm (Joseph Quinn) y el mejor amigo de todos ellos, Ben Grimm (Ebon Moss-Bachrach), simboliza una visión moderna del (super)heroísmo, marcada por la tensión entre las esperanzas más o menos interesadas que han depositado en ellos los medios y sus admiradores —dentro y fuera de la pantalla— y una amenaza tan incontrolable como la que supone Galactus (Ralph Ineson), el devorador de mundos. Por ello, aunque los personajes y sus relaciones pequen de esquemáticos y de ser introducidos con cierta vaguedad, Los 4 Fantásticos: Primeros pasos sabe evolucionar hacia un conflicto grandioso, de tintes arquetípicos, desbordante de épica en su retrato de la razón humana enfrentada a los dictámenes divinos sobre la vida y la muerte, donde hay lugar para los partos en el hiperespacio, los coros de voces de planetas destruidos y hasta los milagros.

Esta apuesta de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos por la space opera y, puntualmente, el horror lovecraftiano, tiene su expresión más depurada en el viaje de ida y vuelta que realizan los 4 Fantásticos para negociar con Galactus. Se trata del mejor fragmento de cine blockbuster de 2025, un mix de emociones a flor de piel, acción desenfrenada e imágenes sublimes donde la vastedad de los escenarios, la distorsión de los cuerpos y los efectos de la luz en pugna con las tinieblas cósmicas evoca la musculatura plástica del mismísimo Jack Kirby. No todo está a la altura de esos momentos a nivel formal, pero su comprensión de los 4 Fantásticos, la mítica superheroica y las cualidades y exigencias del cine del gran espectáculo hacen en cualquier caso de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos una de las mejores películas estrenadas en lo que llevamos de 2025.

• Montaje: Nona Khodai, Tim Roche
• Fotografía: Jess Hall
• Música: Michael Giacchino
• Distribuidora: Disney