Los Mitchell contra las máquinas

Los Mitchell contra las máquinas
(The Mitchells vs. the Machines)

  • Dirección: Michael Rianda, Jeff Rowe
  • Guion: Michael Rianda, Jeff Rowe
  • Género: Comedia
  • País: EEUU
  • 110 minutos
  • Disponible en Netflix

El viaje por carretera de la familia Mitchell se ve interrumpido por una insurrección tecnológica que amenaza a la humanidad.

Por Pablo Conde

Tres aseveraciones: uno, estamos ante la película más actual que se ha hecho; dos: es una comedia familiar para ver en familia; tres: rápidamente entra en tensión entre la necesidad de tener un tema serio que la eleve y la sana y simple intención de divertir, logrando más esto último, por suerte. Pero vamos de atrás para adelante.

Comedia familiar, montaña rusa de gags sin respiro. Frikis de la animación, no se la pierdan.

La necesidad del cine animado actual —en especial la del estadounidense— por contar historias serias o profundas a partir de temas bigger than life (la salud emocional, la espiritualidad o la tradición religiosa frente a la tragedia personal, por citar ejemplos recientes) es un ítem prácticamente inevitable en las grandes producciones. Pero aunque las películas puedan tener las mejores de las intenciones y busquen ayudar a lidiar con las distintas situaciones cotidianas y haya un armado de sustento psicológico en sus estructuras, la fórmula ya suena demasiado a eso, entre tanto final feliz con “aprendizaje”. La batalla entre el tema y cómo insertarlo en la trama desbalancea el debut de Mike Rianda y Jeff Rowe —egresados con laureles de la serie animada Gravity Falls—, inicialmente en cuanto a ritmo: empieza muy arriba con un flash forward de lo que veremos que prácticamente no deja aire para respirar, para pausar ese histrionismo y presentarnos a sus personajes y su tema, los problemas de comunicación dentro de la familia, acrecentados por esa hiperconectividad que atenta contra el contacto visual cotidiano y colisiona con fuerza en la adolescencia. Y sí, el aprendizaje estará y no sólo para los personajes más jóvenes, pero al vertebrar la trama le saca cierta efectividad. Tampoco ayuda la progresiva escalada al descontrol, en la que hasta la gravedad es un detalle sin sentido, algo que no estaría mal si fuera un criterio uniforme, si se quiere. Aunque, el realismo nunca se planteó como una posibilidad, para ser honestos.

La comedia de familias disfuncionales on the road es un posible subgenero hollywoodiense que abarca de Clark y Rusty Griswold a la troupe de los Hoover, aunque aquí el desmadre del viaje remita a más a zombies y granujas. Mientras la adolescente Katie se siente incomprendida con su impronta como incipiente directora y sueña con sumar su cabeza a su propio «Monte Rushmore de Héroes de la Dirección», junto a Greta Gerwig, Céline Sciamma, Lynne Ramsey y Hal Ashby—, su padre siente la misma desconexión, lo que lo lleva a estar más alejado aún de la tecnología. Su dinámica y el intento de «encontrarse a mitad del camino» los verá unidos junto al resto de la familia para derrotar a esa amenaza tecnológica que antes los separaba y ahora los quiere borrar del mapa. Con chistes y referencias pop por doquier para todas las edades (espíritu TikTokero para los más jóvenes, lluvia de Furbys para los más grandes), la película busca ser una excusa de comunión para todas las familias, celebrando las distintas disfuncionalidades.

Llevada adelante por Phil Lord y Chris Miller, el dúo detrás de ambas LEGO películas (como guionistas y/o directores) y productores de Spider-Man: Un nuevo universo, tres proyectos en los que brillaron con intensidad de supernova, Los Mitchell contra las máquinas es la película más perteneciente al ahora que se haya hecho, ideal para una generación con problemas de atención: aquí todo cambia cada diez segundos, con decenas de estímulos. Su actualidad visual y rítmica es apabullante, con las intermitencias necesarias para que nadie se quede muy atrás en lo narrado, pero los suficientemente rápida como para superar el estímulo extremo de Un nuevo universo a la cual no sólo le gana en el “ahorismo”, sino también en el ambicioso despliegue de estilos visuales, aquí buscando mayor unidad de trazo en tramas muy opuestas, imbricando animación con imágenes en pop ups 2D, personajes que pasan de una representación gráfica “realista” a ser caricaturas de sí mismos y una carga de trabajo extra para hacer que el resultado parezca despojado, con poco trabajo encima (!). El objetivo de Rianda era que algo hecho por computadoras parezca dibujado por humanos y no sólo lo logra, sino que el sinfín de experimentos visuales desplegados por Sony Pictures Imageworks deja muy en claro que estamos ante una innegable evolución.

Sí, frikis de la animación, no se la pierdan. Tampoco quienes busquen una montaña rusa de gags sin respiro, citas a Romero y Snyder, el Batman de Adam West (aka, el mejor Batman) y basta de enumerar porque seguimos hasta que se acabe el mundo.

  • Montaje: Greg Levitan
  • Música: Mark Mothersbaugh
  • Distribuidora: Netflix