Los verdes años

  • V.O.: Os Verdes Anos
  • Dirección: Paulo Rocha
  • Guion: Nuno Bragança, Paulo Rocha
  • Intérpretes: Rui Gomes, Isabel Ruth, Ruy Furtado, Ruy Castelar
  • Género: Drama
  • País: Portugal
  • 91 minutos
  • El 4 de enero en cines

«Un zapatero de Lisboa enseña el oficio a su sobrino de 18 años, mientras éste se enamora de una joven a la que propone matrimonio.»

Por Noah Benalal

La película de 1963, fundadora del Cinema Novo portugués, transita de la ingenuidad al fatalismo mediante la construcción y destrucción de un romance, que es, a su vez, la construcción y destrucción de un sueño de clase. 

Lisboa se despliega como un decorado, una prisión, una jaula y una trampa alrededor de los protagonistas de Os verdes anos, de Paulo Rocha, al mismo paso al que ellos caminan: vibrante en fondo, tranquilo en forma. Conocemos primero a un joven de 18 años recién llegado a la ciudad que va a aprender el oficio de zapatero junto a su tío, un hombre pobre y también tranquilo, que hace las veces de narrador y solo desea para el muchacho un futuro mejor que el suyo. Después conocemos a una joven sirvienta que hace recados para su jefa en la zapatería donde el chico trabaja, y que aspira a tener su propio negocio algún día, aunque eso signifique tener que trabajar más y probablemente ganar mucho menos. 

Comedidos y pragmáticos incluso a la hora de soñar, los personajes desean como quien, en medio de un desastre, no pide más que una barca con la que salvarse, sabiendo que Lisboa no tiene para todos, pero esperando que tal vez tenga para algunos. En su forma de filmar esta película, plagada de imágenes bellísimas, Rocha produce una visión clara de la vulnerabilidad de las personas —y, en concreto, de la clase trabajadora— en la relación desigual que se establece entre ellas y el mundo. Son como pajarillos observados a través de una lente: los actores se cuelan por los recovecos del paisaje, urbano o campestre, y a menudo aparecen diminutos en la escala del plano. Su fragilidad frente a las enormes escaleras de una estación de tren, la aparatosa arquitectura de un edificio burgués o los árboles mismos del campo, tan gruesos y tan viejos si los comparamos —¡y es imposible no hacerlo!— con su ingenua juventud, producen en nosotros una sutil congoja anticipatoria: una leve intuición de lo fatal comienza a dibujarse; la modernidad formula sus promesas y desde la experiencia sabemos que son falsas.

Al aplicar esta atención compositiva a una estética fundamentalmente realista, Rocha construye una poética de lo pequeño, de una vida casi banal, y la película se torna novelesca cuando incluso lo mínimo y lo banal acaba por serles negado a sus protagonistas. João Bénard da Costa, director durante dos décadas de la Cinemateca Portuguesa, describía cómo Os verdes anos nos deja ver, por primera vez, el mundo de la frustración vital y la claustrofobia política que pasaría a caracterizar el nuevo cine portugués, y que trabajarían junto a Rocha otros cineastas como Manoel de Oliveira. Colocarlos en la ciudad era una advertencia, y la estructura del filme es la de la misma frustración. Eslabón que conecta dos tradiciones fílmicas, hay en la película instantes intermedios en los que la fantasía brilla: los pobres se ponen la ropa de los ricos y todos se asoman al mismo balcón, y aprenden a bailar, y proyectan sobre Lisboa los mismos sueños. No obstante, la realidad ha de revelarse, y lo hace por fases y por clases. El tiempo se para, la certeza pesa, y el derrumbamiento del sueño produce un sufrimiento insoportable.  

  • Fotografía: Luc Mirot
  • Montaje: Margareta Mangs
  • Música: Carlos Paredes
  • Distribuidora: Atalante Cinema