Mandíbulas


(Mandibules)

  • Dirección: Quentin Dupieux
  • Guion: Quentin Dupieux
  • Intérpretes: Grégoire Ludig, David Marsais, Adèle Exarchopoulos, India Hair, Roméo Elvis
  • Género: Fantástico, comedia
  • País: Francia
  • 77 minutos
  • En salas el 2 de julio

Cuando dos amigos no muy inteligentes encuentran una mosca gigante, viva y atrapada dentro de un coche, ambos deciden entrenarla para ganar dinero con ella.

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Fue comprensible que, en una edición del Festival de Sitges tan peculiar como la celebrada el año pasado, llena de incertidumbres en torno a la evolución de la pandemia que sufrimos todavía hoy, los asistentes adoptaran como grito de guerra el voceado a cada tanto por las dos almas simples que protagonizan Mandíbulas, nueva y magnífica muestra del humor absurdo practicado desde principios de siglo por el realizador francés Quentin Dupieux. «¡Toro! ¡Toro!», exclaman una y otra vez en Mandíbulas Jean-Gab (David Marsais) y Manu (Grégoire Ludig) a fin de darse ánimos y celebrar la vida en momentos nada favorables para ellos, ni económica ni emocionalmente; y «¡Toro! ¡Toro!» devino asimismo el mantra de los críticos y aficionados presentes en Sitges, víctimas de la situación cada día más estrafalaria en que nos ha sumido a todos la pandemia o, para ser más precisos, su gestión global por parte de las instituciones políticas, sanitarias y mediáticas.

«Dupieux hace gala de un timing cómico, una concisión narrativa y una malicia expresiva ejemplares en un apólogo moral y filosófico a la altura de los debidos a Swift o Voltaire. Mandíbulas es una película inteligente bajo su apariencia estúpida, o, dicho de otra manera, el reflejo invertido más exacto que se nos podía ofrecer de nuestra época»

En este sentido, si los experimentos cinematográficos iniciales de Dupieux —de Nonfilm (2002) a Wrong (2012) pasando por Steak (2007) y Rubber (2010)— podían interpretarse como rarezas más o menos ingeniosas, propias de unos tiempos que vivíamos bajo la ilusión jovial de que las cosas iban bien, la fachada extravagante de sus películas últimas —Bajo arresto (2018), La chaqueta de piel de ciervo (2019), Mandíbulas— ha pasado a albergar una coherencia discursiva que hace de ellas críticas tan lúcidas como inquietantes a la nave de los locos o parada de los monstruos, lo que prefiera cada cual, en que han degenerado últimamente nuestros consensos sobre la realidad.

Por ello, aunque Mandíbulas parte de una anécdota sin duda singular —Manu y Jean-Gab se topan en el maletero de un automóvil con una mosca del tamaño de un perro—, su hallazgo es tan solo el detonante, como lo ha sido a nuestro lado del espejo la pandemia, de una sátira de trazos psicológicos y sociológicos demoledores, merced a los cuales lo que se entendía como normalidad pasa a ser a todos los efectos en las imágenes… nueva normalidad, articulada en torno a la hipocresía, el doblepensar y la histeria.

Ahora bien, frente a los designios de nuestro mundo, cada vez peor filmados, la realización de Dupieux hace gala de un timing cómico, una concisión narrativa y una malicia expresiva ejemplares. Y, por si todo eso fuera poco, la amistad a prueba de bombas y el optimismo que hermanan a Manu y Jean-Gab, gracias a los cuales sortean una y otra vez los imperativos de su entorno apelando al poder de la imaginación, convierten por sorpresa la ficción en un apólogo moral y filosófico a la altura de los debidos a Swift o Voltaire. En definitiva, Mandíbulas es una película inteligente bajo su apariencia estúpida, o, dicho de otra manera, el reflejo invertido más exacto que se nos podía ofrecer de nuestra época.

  • Fotografía: Quentin Dupieux
  • Montaje: Quentin Dupieux
  • Música: Metronomy
  • Distribuidora: Karma Films