Operación Fortune: El gran engaño

  • V.O.: Operation Fortune: Ruse de guerre
  • Dirección: Guy Ritchie
  • Guion: Ivan Atkinson, Marn Davies, Guy Ritchie
  • Intérpretes: Jason Statham, Hugh Grant, Aubrey Plaza, Josh Harnett, Cary Elwes
  • Género: Thriller, acción
  • País: EEUU
  • 114 minutos
  • El 4 de enero en cines

«El agente del MI6 Orson Fortune (Jason Statham) y su equipo reclutan a una de las estrellas de cine más importantes de Hollywood (Josh Harnett), para que los ayude en una misión encubierta para rastrear y detener la venta de nuevas tecnologías de armas mortales, a manos del multimillonario Greg Simmonds (Hugh Grant).»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Decía Pauline Kael que las películas insustanciales, de transición, en la carrera de un director, aquellas que le sorprenden con la guardia baja o pensando en otros proyectos, acaban por ser las que ponen de manifiesto con una mayor precisión el alcance de sus talentos, la medida de sus limitaciones, su grado de compromiso con el medio. En este aspecto, Operación Fortune: El gran engaño demuestra bajo su aparente sencillez que Guy Ritchie es un purasangre del cine entendido como experimentación con la pausa y el movimiento, como intriga acerca de los mecanismos que articulan y desarticulan las historias.

Desde sus primeras escenas, acompasadas por una banda sonora que gradúa los intercambios de diálogo y los desplazamientos de los personajes como si fuera un metrónomo, el decimotercer largometraje del director británico es un ejercicio estilístico en torno a la línea recta cuya fluidez apenas decae en sus dos horas de metraje. Operación Fortune: El gran engaño es una de las películas más diáfanas, quizá impersonales de Ritchie; un allegro vivace que no nos concede ni un momento de respiro gracias a personajes, localizaciones y actividades concebidos como agentes de un vértigo expresivo hacia ninguna parte.

A primera vista cuesta detectar en sus imágenes al Ritchie superdotado —y minusvalorado aún a fecha de hoy— que reconfiguró las dinámicas temporales, los imaginarios urbanos, las imposturas de la masculinidad y los discursos de clase en el cine criminal británico merced a su sensibilidad cool cockney y el arsenal abrumador de recursos audiovisuales desplegado en Lock and Stock (1998) y Snatch: Cerdos y diamantes (2000); que hizo lo propio con el relato detectivesco tradicional en la extraordinaria Sherlock Holmes (2009) y con la épica caballeresca en Rey Arturo: La Leyenda de Excalibur (2017), uno de los blockbusters peor entendidos del cine contemporáneo; y que ha acertado a decodificar el heist film o laberinto delictivo coral hasta en tres claves diferentes: la metafísica —Révolver (2005)—, la existencial —RocknRolla (2008)— y la metarrepresentativa —The Gentlemen: Los señores de la mafia (2019)—.

Sin embargo, son precisamente el virtuosismo formal y la concepción esotérica de la narración depurados por Ritchie a lo largo de un cuarto de siglo los que le permiten hacer de Operación Fortune: El gran engaño el espejismo de sencillez del que hablábamos, ejecutado por una orquesta bien avenida. Respaldado entre otros colaboradores de confianza por el montador James Herbert, el director de fotografía Alan Stewart, el director de segunda unidad Max Keene y los actores Jason Statham y Hugh Grant, Ritchie plantea Operación Fortune: El gran engaño como una suerte de Misión imposible en la que el MacGuffin no sirviese al objetivo del suspense sino al de encubrir una broma entre colegas, una función privada: la que ponen en escena el agente secreto Orson Fortune (Statham) y su equipo de operativos especiales para evitar que el traficante de armas Greg Simmonds (Grant) venda a terroristas ucranianos una inteligencia artificial capaz de tomar el control de cualquier infraestructura virtual. Fortune recabará la ayuda de una celebridad, el actor Danny Francesco (Josh Hartnett), a fin de ganarse la confianza de Simmonds.

Así, un proceso de realización funcional —plano general de ubicación, plano master de entrada, conversaciones en plano/contraplano, plano de salida—, típico de una superproducción fake cualquiera para plataformas, se ve enriquecido por una ironía apenas soterrada, la estrategia de iniciar muchas secuencias in media res, una gestualidad icónica de los intérpretes en la que gana de calle Aubrey Plaza, y giros imprevistos de guion que, lejos de suspender nuestra incredulidad, nos hacen corresponsables con intención de la banalidad de cuanto contemplamos. Las películas de Ritchie, y Operación Fortune: El gran engaño en particular,constituyen en sí mismas MacGuffins, simulacros de sentidos a los que sucumben personajes y público hasta que el último acorde de la ficción nos hace comprender que lo importante eran las especulaciones y sorpresas ligadas al trayecto, que no existía ningún destino al que llegar como tampoco podemos aspirar en nuestras existencias a desenlaces satisfactorios para nuestras fantasías de poder y nuestras ilusiones de control. Como se apuntaba en Snatch: Cerdos y diamantes, «amigo, todo esto no tiene ni pies ni cabeza pero vaya puta locura de viaje».

  • Fotografía: Alan Stewart
  • Montaje: James Herbert
  • Música: Christopher Benstead
  • Distribuidora: Diamond Films