Otra ronda

Otra ronda
(Druk)

  • Dirección: Thomas Vinterberg
  • Guion: Tobias Lindholm, Thomas Vinterberg
  • Intérpretes: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang, Lars Ranthe
  • Género: Drama
  • País: Dinamarca
  • 116 minutos
  • El 9 de abril en salas

Cuatro profesores de instituto se embarcan en un experimento sociológico en el que cada uno de ellos deberá mantener la tasa de alcohol en su cuerpo al mismo nivel, durante su vida diaria, intentando demostrar de esa manera que pueden mejorar en todos los aspectos de su vida.

Por un sorbito de champán

Por Manuel J. Lombardo

Lo nuevo de Thomas Vinterberg, filme-europeo-oficial-del-año tras su paso triunfal por Cannes, San Sebastián, la EFA, los Cesar y una doble candidatura al Oscar, se abre y cierra con una celebración juvenil en la que los estudiantes festejan su graduación con un ritual pseudomilitar bañado en música, baile, alcohol y vómitos.

Dinamarca tiene un problema, parece decirnos Vinterberg con esta estructura circular atravesada por una diagonal de masculinidades frágiles y quebradizas, las de los cuatro amigos profesores (Mikkelsen, Bo Larsen, Millang y Ranthe), prototipos complementarios del cuarentón tardío en crisis, que deciden emprender un experimento para superar la ansiedad, la falta de autoestima y el abismo existencial con esa justa dosis diaria de priva que, según algunos científicos, compensa el déficit de nacimiento que nos aboca a un perfil psicológico bajo para la felicidad o la autorrealización.

Como en otras ocasiones, Vinterberg intenta disfrazar sus guiones de hierro, su conservadurismo de fondo y su metodología didáctica con ese falso naturalismo que sigue dando gato por liebre de la mano del estereotipo del hombre blanco de mediana edad y sus problemas e inseguridades, en el enésimo retrato de una debacle generacional

Como en aquellos filmes moralizantes de hace cien años, Otra ronda viene a recordarnos, no sin jugar las cartas de la ambigüedad y el maniqueísmo simplificador (las esposas, hijos, alumnos, colegas y casi todo lo demás es de adorno), que el alcohol acaba siendo un problema serio y que su ingesta desmedida aboca al personal al alcoholismo, es decir, a la pérdida del control y el sentido de la realidad, al espejismo de la felicidad burguesa o, como también parece inevitable, a la tragedia personal.

Como en otras ocasiones, Vinterberg intenta disfrazar sus guiones de hierro, su conservadurismo de fondo y su metodología didáctica con ese falso naturalismo que, si bien ya no tiembla tanto como en aquella dogmática Celebración (1998), sigue dando gato por liebre de la mano del estereotipo del hombre blanco de mediana edad y sus problemas e inseguridades, en el enésimo retrato de una debacle generacional que, además de previsible, se ve aquí amplificada por la referencia a esos ilustres pollaviejas que, como Churchill o Hemingway, cambiaron el rumbo del siglo XX entre lingotazo y lingotazo. Ciertamente, a uno también le dan ganas de darse a la bebida después del sermón.

  • Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen
  • Montaje: Janus Billeskov Jansen, Anne Østerud
  • Premios: Mejor actor en San Sebastián 2020, Mejor Película, Dirección, Actor y Guion en los Premios del Cine Europeo
  • Distribuidora: BTeam Pictures