Reservoir Dogs


  • Dirección: Quentin Tarantino
  • Guion: Quentin Tarantino
  • Intérpretes: Tim Roth, Harvey Keitel, Chris Penn, Steve Buscemi, Michael Madsen, Edward Bunker, Quentin Tarantino
  • Género: Thriller
  • País: EEUU
  • 99 minutos
  • Reestreno en salas el 4 de junio / Disponible en Movistar+

Una banda organizada es contratada para atracar una empresa y llevarse unos diamantes. Sin embargo, antes de que suene la alarma, la policía ya está allí. Algunos miembros de la banda mueren en el enfrentamiento con las fuerzas del orden, y los demás se reúnen en el lugar convenido.

Por Manuel J. Lombardo

Volver a Reservoir dogs casi treinta años después de su estreno es volver al cine antes de Internet, a los tiempos de la crítica en papel, analógica y desconectada, al boca a oreja como método de expectación e invitación al descubrimiento cinéfilo. Es volver a aquel 92 cargado de estímulos y promesas de futuro, a la vieja facultad de Ciencias de la Información de Gonzalo Bilbao de Sevilla de la que apenas escapábamos los ‘días del espectador’ para ir a Los Arcos, al Rialto o al Corona a ver las películas de las que hablaban Fotogramas o Dirigido por.

A casi treinta años vista, en su reestreno en salas, se entiende y se comparte el destello provocado por aquella primera película de Tarantino, un vaciado consciente de las claves del filme noir criminal de serie B que deja literalmente fuera de campo el meollo de todo noir, a saber, el atraco de marras a punta de pistola, un atraco imperfecto (así se llamaba precisamente uno de los desastrosos cortos que perpetramos en la facultad) marcado por el soplo y la fatalidad y abocado a la tragedia de un puñado de tipos en traje, camisa blanca y corbata negra que responden a ridículos nombres de colores y que se batían su masculinidad algo trasnochada, su sentido del honor, sus instintos y su último aliento entre las paredes de un garaje convertido en improvisado y desnudo escenario beckettiano

A casi treinta años vista, se entiende y se comparte el destello provocado por aquella primera película de Tarantino, un vaciado consciente de las claves del filme noir criminal de serie B. Escenas que lo/nos acompañarán de por vida en un puzle destinado a deconstruir el género desde dentro con una gran dosis de elocuencia, ingenio y verborrea

Tarantino abre la función a bocajarro con una de esas escenas que lo/nos acompañarán de por vida: unos tipos hechos y derechos charlan en un diner sobre el sentido (oculto) de las canciones de Madonna mientras la cámara los filma en un travelling circular. La película pone ya patas arriba los viejos códigos del diálogo esencial para abrirse a la cultura pop, al gesto de puesta en escena y al regodeo en la palabra insustancial como nuevos síntomas de la posmodernidad

Se pone así la primera gran pieza maestra de un puzle destinado a deconstruir el género desde dentro con una gran dosis de elocuencia, ingenio y verborrea, un puzle narrativo que se atreve incluso a materializar el relato inventado dentro del relato de uno de los personajes-clave, interpretado por Tim Roth, cuerpo herido que marca las horas y la cuenta atrás de un huis-clos que Tarantino estira, expande, rebobina, detiene, abandona y recupera a su antojo para demostrar, ya entonces, que su manejo de la narración y su capacidad para modular sus ritmos y velocidades no conoce rival en el cine contemporáneo

Con Reservoir dogs asistíamos también a la inauguración de la por entonces controvertida banalización de la violencia (hoy no puede uno sino reírse un poco de aquel debate), al espectáculo del sadismo digerible al son de los acordes de una pegadiza canción rock en un montaje marca de la casa (el memorable Stuck in the middle with you de Stealers Wheel), al contrapunto entre la crueldad y la coreografía en un Hollywood sediento de sangre fresca proveniente del indie del que unos cuantos epígonos descerebrados y sin talento harían luego corta carrera.  

Volver a verla también nos ha recordado a Godard cuando decía que Tarantino vivía en el cine mientras que, en su caso, el cine vivía dentro de él. Si aquello entonces nos parecía la típica boutade reveladora de una verdad irrefutable que le daba la razón (moral) al suizo, hoy no tenemos ya tan claro qué tiene de problemático el apasionante camino referencial por los mitos del cine y la Historia norteamericanos que ha seguido desde entonces el director de Pulp Fiction y Érase una vez en Hollywood

  • Fotografía: Andrzej Sekula
  • Montaje: Sally Menke
  • Producción: Monte Hellman, Harvey Keitel, Lawrence Bender, Richard N. Gladstein, Ronna B. Wallace
  • Premios: Mejor Director y Mejor Guion en el Festival de Sitges 1992
  • Distribuidora: 39 Escalones