San Sebastián #1: L'homme Fidèle, la alegre confusão de Louis Garrel
– San Sebastián #1: L'homme Fidèle, la alegre confusão de Louis Garrel –
– No hay redbull en el Kursaal.
– Pues mañana me vuelvo a casa.
– Pues mañana me vuelvo a casa.
L'HOMME FIDÈLE (Louis Garrel)
El personaje encarnado por Louis Garrel llega a casa y se encuentra con su pareja, Laetitia Casta, que le espera en el pasillo. Ella rompe con él. Está embarazada y, encima, el padre es el mejor amigo de ambos. Un tercero en discordia que nunca veremos, porque poco importa. Porque esto no va de infidelidades como drama si no de los designios inescrutables del deseo y los versos libres del amor. Con alegría. El intercambio en el pasillo, con las bolsas en la mano, es divertido y sorprendente, no hay rastro alguno de reproche. Las cosas aquí son como son. Divertidas, hermosas, francesas. Garrel, resignado pero compresivo, abandona la vivienda y de camino se da un trompazo bajando las escaleras. Al salir a la calle, con la nariz echa unos zorros, se cruza con la hermana pequeña del amigo infiel, que busca llamar su atención porque está perdidamente enamorado de él. Pero es solo una niña, y a Garrel le acaba de dar boleto Laetitia Casta. Y para colmo le sangra la nariz. Ni se entera de su presencia. Así arranca L’homme Fidèle, la segunda película como director de Louis Garrel, un agradable paso adelante desde aquella cosa tan fallida que fue Les deux amis.
Primera teoría: Un buen día alguien tuvo que inventar el francés para poder hablar sobre el amor y la belleza. Sobre la importancia de la ligereza. Ocurre entonces que bajo ese idioma somos capaces de aceptar lo improbable. Que el amor sea asunto de discusión cotidiana, casi algo material. Que la vida sea tan placentera que sea hasta inmoral no aprovechar todas y cada una de las oportunidades que nos ofrece. Que la infidelidad, por tanto, no sea dolorosa sino algo absolutamente natural. Ocho años después de la ruptura, el amigo infiel fallece. Abel (Louis Garrel) y Marianne (Laetitia Casta) vuelven a estar juntos, lo que provoca los celos tanto del hijo de Marianne, Joseph, como de la hermana de Paul, Eva (Lily-Rose Depp), secretamente enamorada de Abel desde su infancia. Ocurre también que Louis Garrel es hijo de su padre e hijo de una cierta tradición de su cinematografía. Por eso el cine es un asunto familiar (Casta es pareja de Garrel también en la vida real) y por eso la cosa aquí trata de amores a tres bandas, incluso a cuatro o cinco. Tantas como haga falta. Se trata de amor pasional, de amor maternal, de amor caprichoso, del amor como una decisión metafísica. Del amor como forma de vida, en definitiva. No olvidéis que estamos en Francia. En su gozosa madurez encontramos a una Laetitia Casta que nunca antes estuvo ni tan bien ni tan hermosa. Y a ella, a su rostro y a su pelo, marcados dulcemente por el tiempo, vuelve una y otra vez el Garrel director. Quizás como asidero: todo va a estar bien, la vida es bella, ¿no lo ves? Quizás encontrando en este rostro agraciado y apacible las respuestas a todas las preguntas que tratan de hacerse mientras tanto los hombres – adultos o menores -, absolutamente perdidos, absolutamente confusos. En total “confusão”. La confusão, nos contaba Kapuscinski, es como los angoleños sintetizaban en una palabra un sentimiento de desorden, desbarajuste, de caos y anarquía. Una situación creada por las personas pero que, sin embargo, acaba por escaparse al control de esas personas. Los individuos envueltos en la confusão, se nos dice, no saben explicar lo que ocurre a su alrededor ni dentro de ellas mismas. Tampoco saben definir fehacientemente lo que la ha provocado en ese caso concreto. En L’Home Fidèle los personajes masculinos sufren de una simpática confusão. Las mujeres también, solo que ellas se atreven a explorarla. Empoderadas y libres. Con la decisión con la que Lily-Rose busca satisfacer su capricho, con el aplomo con que Casta deja que las cosas fluyan con naturalidad. Por eso cuando el personaje de la pequeña Lily-Rose Depp busca a Casta para avisarle de que necesita conquistar a su hombre, a la Casta le asalta una única preocupación: que el impedimento a ese deseo solo genere malestar, para la joven Depp y para la relación que ella misma mantiene con Garrel. Vive la france!
Segunda teoría: L'homme fidele es una película "Garreliana", pero claramente de segunda generación. Louis es hijo y Philippe es padre. Como apuntara en su día Thierry Jousse, el cine de Philippe, al menos desde L’Enfant secret, está habitado por “supervivientes o fantasmas” que responden a un trauma, explícito o no. El cine de su hijo carece de ese poso amargo, de esa densidad dramática. Louis no ha tenido que reincorporarse a la vida después del 68, ni sufrirá nunca una canallada como los electroshocks. L’homme fidele es la visión de un tipo al que le ha sonreído la vida. Un tipo inteligente, guapo, con talento, con una vida plácida. Su cine es más ligero, más naif. Y está bien que así sea. Además de al rostro y al gesto, Louis apela también a otra emoción. A la del elemento inesperado, la del golpe cómico, físico o verbal. La belleza de la vida, una vez más. De ahí una agradable socarronería chisposa que la acerca por momentos a esa screwball comedy a la francesa que tan bien practica Axelle Ropert. Tipo listo. L'homme fidèle concursa en la Sección Oficial.
