Scream (2022)

(Scream)

  • Director: Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillett
  • Guion: Guy Busick, James Vanderbilt, Kevin Williamson
  • Intérpretes: Courteney Cox, Neve Campbell, David Arquette, Jack Quaid, Jenna Ortega, Melissa Barrera
  • Género: Terror
  • País: EEUU
  • 114 minutos
  • Ya en salas

Veinticinco años después de que una serie de brutales asesinatos conmocionara al tranquilo pueblo de Woodsboro, un nuevo asesino se ha puesto la máscara de Ghostface y comienza a perseguir a un grupo de adolescentes para resucitar los secretos del mortífero pasado del pueblo.

Por Roberto Morato

En el año 2011 se estrenó la quinta entrega de la saga Destino Final, y lo que podría haber sido un capítulo más de una franquicia acabó destapándose como un interesante ejercicio estilístico y narrativo. Al final de la película, en un giro final sin tirabuzón, se desvelaba que todas las desventuras, carreras y confrontaciones con la parca de sus protagonistas les había llevado justo al inicio de la primera entrega, la película original que dio pie a la propia franquicia. Un guiño cómplice con el fan de la saga que sin embargo encerraba un caramelo mucho más envenenado en su interior: los creadores lograban demostrar que en los once años que transcurrían entre la primera y la quinta entrega de la saga no se había producido ningún cambio estético, visual o cultural relevante que lograse diferenciar ambas ficciones. Bastaba con ocultar los avances tecnológicos de esa década de tránsito. Ante la nada más absoluta, sólo cabía retroceder sobre tus propios pasos y ejercer una reflexión sobre la propia franquicia.

Por supuesto, cuando se estrenó la película, nadie supo ver la jugada y se enterró como una película de terror comercial cuando había puesto literalmente en jaque todo el mainstream cultural americano de la década. Desde entonces y otra década después, asistimos a una cascada casi infinita de universos cinematográficos, secuelas legado, ensayos culturales, y ahora multiversos, para constatar la defunción de la ficción cinematográfica y apuntalar todo aquello que ya intuyó aquella ahora ya inocente Destino Final 5.

La enorme paradoja irónica que supone que Scream (2022) sea un «apunte sobre el apunte» demuestra el momento agonizante que vive el cine mainstream ante el escrutinio constante al que se le somete desde la mirada de lo público y las redes sociales. No es que el guion de James Vanderbilt y Guy Busick canibalice el original de Kevin Williamson, es que directamente no tiene ningún tipo de problema en lucir con orgullo un traje hecho a base de sus retales, algo evidente desde la secuencia inicial que retrotrae directamente a la ya celebérrima interpretada por Drew Barrymore y que tan sólo introduce el comentario cultural —una infame perorata sobre terror elevado que bien podría haber salido de un hilo de Twitter— a cambio de desguazar narrativa y visualmente todo lo logrado por Wes Craven.

Bettinelli-Olpin y Gillett, curtidos en el terror independiente bajo el seudónimo colectivo de Radio Silence, son lo suficientemente inteligentes como para aportar pequeñas variaciones minúsculas al original y evitar, supuestamente, la comparación, declinándose nuevamente por el mimetismo posmoderno. No obstante, la realidad es que más allá de la introducción de la tecnología como acompañante inevitable de cualquier set piece de terror y cierta vuelta a la crueldad lúdica en todas y cada una de las muertes tienen muy pocas ideas que aportar. Conviene preguntarse otra vez por qué unos cineastas que en los inicios de su carrera pretendieron recodificar el cine de género han traicionado su esencia en cuanto han podido pasarse al mainstream.

Al contrario que la muy reciente Matrix Resurrections, la nueva Scream no es una disculpa y un comentario acerca del inevitable reciclaje cultural para intentar volver a lo más puro de su esencia —algo que incluso convendría debatir en el caso de la película de Lana Wachowski— sino de uno de esos tan temidos homenajes donde cada uno de los presentes han decidido apropiarse de la película original sin saber siquiera por qué más allá de razones netamente especulativas. Aunque se fuese desdibujando con las secuelas y la necesidad de capitalizar su legado, Scream siempre ha sido una acertada reflexión sobre la violencia audiovisual y sus derivados, un debate que la propia película tuvo que aguantar años después de su estreno.

Aquella ineludible cita de Billy Loomis —las películas no creando psicópatas sino haciéndolos más creativos— es traicionada radicalmente cuando intentan afrontar la enésima y aburridísima reflexión coyuntural acerca de los legados y el fandom contemporáneo. Quizás no existe mejor metáfora de la película que aquella escena en la que una de las víctimas de Scream (2022) contempla embobada la emulación cinematográfica de los hechos de la primera película mientras está a punto de ser acuchillada por Ghostface. El futuro era esto, un bucle inevitable sobre simulacros de ficción reflexionando sobre sí mismos. 

  • Fotografía: Brett Jutkiewicz
  • Montaje: Michel Aller
  • Música: Brian Tyler
  • Distribuidora: Paramount Pictures