SEFF 2021: Lamb

Lamb, una atrevida y explosiva rara avis islandesa con la que Noomi Rapace se proclamó gran vencedora de la pasada edición del Festival de Sitges y la sección Un Certain Regard de Cannes, llega ahora Sevilla dispuesta a sorprender a los espectadores de Nervión. Aprovechamos para hablar con su protagonista e ir a los orígenes, los suyos y los de esta película tan enigmática.

Lamb forma parte de la Selección EFA del 18 Festival de Sevilla.

Usted nació en Suecia, pero se mudó a Islandia de niño, ¿verdad?

Mi padre es español y mi madre es sueca, pero mi padrastro es islandés. Mi madre y mi padrastro se conocieron en Suecia y nos mudamos a Islandia cuando yo tenía cinco años. Vivimos allí tres años y medio y me enamoré de Islandia. Simplemente… me salvó la vida. Me abrió los brazos, y la energía islandesa es tan bestial que es como si el propio país fuera un personaje. En Lamb lo es, pero también en la vida. Es un país que parece tan joven, tan rebelde… Hay mucha energía en la naturaleza de Islandia. Recuerdo una vez, cuando tenía unos siete años, que jugaba con témpanos de hielo… ¡igual que hacen allí! Vino un pájaro y se posó. Diría que era un halcón, pero podría haber sido un águila. En aquel entonces no sabía la diferencia, pero, eso sí, era un ave rapaz [Noomi eligió el seudónimo «Rapace» en 2001]. Aquel pájaro me miraba, y recuerdo que pensé : «Este es Dios y este es mi reino». Después nos mudamos a Suecia, pero siempre eché de menos Islandia, siempre quise volver.

¿Regresó usted muchas veces, antes de hacer Prometheus y más recientemente con Lamb?

Cuando era joven, volvía todos los veranos para ganar algo de dinero extra, ya que mi familia no tenía una posición muy acomodada. Trabajé en invernaderos de tomates con mi abuela, la madre de mi padrastro, en el centro del país, mientras que la granja de Lamb está en el norte. Pero vivimos en una granja después de volver a Suecia, así que ya sabía cómo era la vida en una granja.

¿Qué le pareció trabajar en Lamb, primera película en un país en el que hasta entonces nunca había rodado?

Valdimar [Jóhannsson] vino a verme a mi casa en Londres e inmediatamente, tras dos horas con él, le dije que sí, que haría la película. Él solo había hecho un cortometraje y es un poco tímido, es un hombre bastante especial, no se hace valer y tampoco se promociona… Pero su timidez y su sensibilidad me mueven a ir a cualquier sitio con él. Tuve una buena corazonada y, desde que hice Lamb, siento que he vuelto a conectarme con algo con lo que necesitaba reconectarme, y todas mis decisiones profesionales han sido diferentes desde entonces: estoy volviendo al cine independiente en el que empecé.

Lamb fue también su primera experiencia de rodaje en islandés. ¿Fue fácil la transición?

Era la primera vez que actuaba en islandés y fue genial, francamente. No necesité a ningún preparador porque lo hablo desde pequeño, pero el rodaje me recordó que el lenguaje es solo una pequeña parte de la comunicación. En la película me comunico con animales que tienen papeles importantes en la película, y eran unos diálogos muy intensos, aunque no estuvieran escritos.