Siminiani nos contagia ‘El síndrome de los quietos’ en La Cabina

La nueva película de Elías León Siminiani (Mapa) será una de las estrellas de la edición 2021 de La Cabina (9-19 de noviembre), festival que ha convertido Valencia en la capital mundial del mediometraje. Por Philipp Engel

Después de una película como Apuntes para una película de atracos, y entre dos True Crime tan tochos como El caso Alcàsser y 800 metros, este último sobre el traumático atentado en las Ramblas de Barcelona, con estreno previsto en Netflix para enero, Elías León Siminiani regresa a sus orígenes con El síndrome de los quietos, un mediometraje que encuentra su hábitat natural en La Cabina, el único festival de España centrado en películas de entre 30 y 60 minutos, que celebra su 14ª edición en la ciudad del Turia.

Entre los muchos atractivos de esta edición también figuran, dentro de la Sección Oficial, The Letter, una comedia en la que el mismísimo Oscar Isaac ejerce de oficial penitenciario; Les xiques van al parc de nit, del valenciano Iñaki Sánchez Arrieta, que este mes también estrena en cines El Lodo, o Las del fuego, de Laura Rius, una de las cuatro directoras de la ya mítica Las amigas de Àgata. En Amalgama, la sección donde se verá El síndrome de los quietos, se podrán bailar las canciones de Doble Platina (producidas por Hidrogenesse), que suenan en Stop, de Stanley Sunday, mientras que la sección Inédits será una fiesta de clásicos: George A. Romero, Athina Rachel Tsangari, Pier Paolo Pasolini y Lucille Hadzihalilovic, entre otros.

En lo que respecta a El síndrome de los quietos, dura media hora, se rodó en Colombia y contiene la última aparición del muy querido Luis Ospina, apenas un mes antes de fallecer. Siminiani nos aclara todo aquello que debemos saber para zambullirnos más a fondo en este fascinante ovni que, de alguna manera, había predicho la pandemia cuando esta se le vino encima.

¿Cómo es que, entre tanto True Crime, has vuelto a las distancias más cortas con El síndrome de los quietos? 

No me daba la vida con las series, pero quería seguir haciendo cine, así que me planteé dos proyectos de mediometraje. Uno es este, El síndrome de los quietos, y otro va a ser la primera película de nuestra nueva productora, El Gesto. Saldrá a principios de año, más o menos al mismo tiempo que 800 metros, sobre la que ya te adelanto que no puedo decir nada, y se llamará Arquitectura emocional 1959. Los espacios, el urbanismo y la arquitectura siempre han sido muy importantes para mí, y aquí me meto de lleno en la relación entre cine y arquitectura, con una historia de amor contada, en gran parte, a través de los espacios. Ya lo verás. 

¿Cómo se te ocurre filmar una película en Colombia como El síndrome de los quietos? 

Soy muy amigo de Jorge Caballero, un cineasta colombiano que vive en Barcelona, pues trabaja en el Master de Documental Creativo de la UB, y hace tiempo que queríamos hacer algo juntos. Los dos éramos muy amigos de Luis Ospina, que es el padre del falso documental. Ospina tiene un corto que se llama Agarrando pueblo (1978), que es una obra maestra. Era un falso documental, antes de que se les llamara así, sobre un grupo de cineastas que supuestamente hacen un documental sobre la miseria en Colombia para venderlo a un canal europeo. Iba acompañado de un manifiesto en el que se acuñó el término de pornomiseria, luego muy utilizado por la crítica.

Cuando aparece Ospina en la película no parece que le quede un mes de vida. 

Pues sí, esa parte performativa, en la que deposita toda su basura digital en la calle y filma cómo la gente la recoge, se hizo un mes antes de que falleciera, en el post operatorio de su 25ª operación de cáncer, así que podría decirse que murió con las botas puestas. Era alguien muy querido, el último superviviente del Grupo de Cali, o Caliwood, que en realidad eran tres. Ospina, Andrés Caicedo, una especie de Jim Morrison colombiano, y Carlos Mayolo, que era director y guionista…

¿Por eso en El síndrome de los quietos también hay tres personajes centrales?

El tipo de cine que hacían los de Caliwood entronca un poco con el mío: aunque nunca había hecho un falso documental propiamente dicho, sentía mucha afinidad con Ospina. Así que, siguiendo el mismo juego, llamamos a tres personas relevantes de la cultura colombiana para entrevistarles como si el síndrome de quietud hubiera tenido lugar en Colombia. Es decir, como si, en un país tan particularmente ruidoso como Colombia, hubiera habido una masa de gente que, de repente, decidiese parar y permanecer en sus casas. Esa es la premisa paradójica de la que partíamos, y la que le planteamos a nuestros tres invitados. 

Lo curioso es que son tres personalidades de primer orden. 

Sí, además de Ospina, llamamos a Gustavo Petro, que habló con nosotros tres días después de perder las elecciones. Va a volver a ser el candidato de la izquierda en las próximas, y podría ser el próximo presidente, si no se tuerce la cosa. El tercero es Juan Gabriel Vásquez, el escritor colombiano con más proyección internacional.

No he leído nada de él, ¿qué me recomiendas? 

Pues tiene una novela alucinante publicada hace unos meses, que se titula Volver la vista atrás, y que habla de la vida de Sergio Cabrera, que tiene una historia muy loca. Estuvo en la selva con las FARC, antes de dirigir películas como La estrategia del caracol (1993), y de acabar siendo coordinador de la serie Cuéntame. A los 16 años, fue uno de los pocos occidentales que se fue a hacer la Revolución Cultural de Mao con sus padres. Su padre era comunista puro y duro, republicano español exiliado en Colombia. Luego volvieron, y se alistaron en los primeros movimientos de la guerrilla.

Alucinante, como también que un candidato a la presidencia se prestara a participar en un mockumentary, ¿te lo imaginas en España? 

No, en España es difícil imaginar algo así. En Colombia hay una porosidad de la gente de la alta cultura que no es nada habitual en el resto del mundo. En cualquier caso, de las pistas que nos dieron nuestros tres invitados salió, por supuesto, la historia de violencia de Colombia, que como sabes es uno de los países más violentos del mundo. Han tenido una guerra de 60 años. Y también esa idea tan loca del censo de 1993, cuando todo el país se quedó en su casa para que los contaran uno a uno. Luis nos puso sobre la pista de esas imágenes rarísimas en las que se veía las calles desérticas de Bogotá, que es una ciudad hacinada como no te puedes imaginar. 

La idea del síndrome de la quietud es la de un síndrome que hace que todo el mundo para, algo que parecía imposible, hasta que llegó la pandemia…

Sí, hubo un momento de crisis, porque esas imágenes que habíamos conseguido de las calles vacías de Bogotá que nos parecían tan extrañas, de repente estaban por todo el mundo. Así que tuvimos que replantearnos la película y entonces murió Luis Ospina. Pero, haciendo cine a mi manera, he aprendido a que la vida dicte los puntos de giro, así que enseguida supe que había que meterlo todo en la película y darle la vuelta. 

La voz en off es muy curiosa, no parece del todo real, ¿no?

Pues no. Jorge Caballero es todo un experto en inteligencia artificial aplicada a las artes y concretamente al cine. Y me dijo que había creado un algoritmo de voz, que le había metido el diccionario Collins y otros más, y que le había devuelto esta voz que parece una voz humana medio raruna, aunque sigue siendo un robot. Nos vino muy bien para llevar la película al futuro, y crear una distancia con lo que estábamos contando, como si fuera material encontrado, a lo Forgotten Silver (Peter Jackson y Costa Botes, 1995). Lo mismo con el mapa de brutos que aparece en la película, eso también lo creó Jorge, y decidimos incorporarlo.

El síndrome de los quietos