Smile 2
- V.O.: Smile 2
- Dirección: Parker Finn
- Guion: Parker Finn
- Intérpretes: Naomi Scott, Kyle Gallner, Drew Barrymore, Lukas Gage…
- País: EEUU
- Género: Terror
- 127 minutos
- Ya en cines
- «’La estrella del pop mundial Skye Riley está a punto de embarcarse en una nueva gira mundial cuando empieza a experimentar una serie de sucesos cada vez más aterradores e inexplicables. Angustiada por la espiral de horrores y la abrumadora presión de la fama, Skye tendrá que enfrentarse a su oscuro pasado para recuperar el control de su vida antes de que sea demasiado tarde.»
Por Elisa McCausland y Diego Salgado
Esta semana nos topamos con un dilema. Teníamos la opción de escribir sobre una película que pretende hablar con gesto grave de emociones al límite y dilemas políticos de actualidad, La habitación de al lado, y que luego es mera decoración, un rictus artístico atrapado en las citas literales y las imágenes de plástico y cartoné. Y existía la posibilidad de escribir acerca de otro título que funciona en sentido contrario: Smile 2, cuyo arranque ubica la sonrisa fatua que caracteriza nuestro presente en el centro del encuadre para descubrirnos después que las comisuras de los labios tiemblan incontroladamente en un intento angustiado por contener el horror, la miseria, los apetitos inconfesables que laten bajo la superficie cuqui y pulida de las cosas.
Finalmente hemos escogido Smile 2 porque respira, está viva, sin que eso implique que sea una gran película. Más aún, podría decirse que su guionista y director, Parker Finn, que ya había estado a cargo de Smile (2020), se desentiende desde los primeros minutos de cualquier otra intención que no sea la de provocar en el espectador reacciones de complicidad ligadas al ceremonial cinematográfico de Halloween: un largo plano secuencia nos recuerda que Joel (Kyle Gallner), policía depositario desde el final de Smile de la siniestra infección demoníaca cuyo carácter vírico tanto recuerda a Ringu (1998) e It Follows (2012), ha de asesinar a alguien si no quiere sucumbir él mismo al suicidio violento con una sonrisa contrahecha en el rostro. La escena concluye con un rastro de sangre sobre el asfalto que evoca unos labios ensangrentados… Parker Finn primará desde ese momento el signo, el virtuosismo formal y el artificio iconográfico sobre la coherencia de lo narrado.
Esto no quiere decir que Smile 2 sea una película carente de relato: frente al carácter íntimo y personal de los suicidios y asesinatos que provocaba la entidad diabólica en Smile aprovechando la puerta trasera de la psique de los afectados, sus esfuerzos por negarse a sí mismos culpas y traumas varios, en Smile 2 la joven víctima de visiones y pesadillas macabras, desesperada por hallar una salida a la maldición que se cierne sobre ella, es una cantante de éxito, Skye Riley (Naomi Scott). Skye representa un modelo aspiracional de vida que, al contrario de lo que sucedía en la reciente Trap (2024) de M. Night Shyamalan, no puede inspirar nada positivo en sus seguidores porque no tiene ningún interés en afrontar los trapos sucios de su pasado sino que los disimula con sonrisa hipócrita en sus redes sociales. Si Rose (Sosie Bacon) ejercía la psiquiatría en Smile sin haber dado respuesta satisfactoria a sus propios infiernos de la infancia, Skye predica con su música y sus intervenciones mediáticas unos valores buenistas que chocan de frente con sus actitudes mezquinas en la intimidad. Sin subrayados zafios, Parker Finn ha calado a la perfección en uno y otro filme la falsedad del individuo en las sociedades de hoy, donde las virtudes públicas no son otra cosa que la máscara de los vicios privados.
Sin embargo, estas ideas se pierden a lo largo de un metraje extenuante de dos horas largas en las cuales Skye es víctima de innumerables confusiones entre sueño y realidad y de infinitos sustos. Parker Finn trata de emular con disimulo la lógica dramática de Smile, pero los personajes y sus circunstancias son otros y, mucho antes de su desenlace, Smile 2 se ha convertido en una de esas películas en las que puede ocurrir cualquier cosa y todo da por tanto absolutamente igual. En cierto modo, la película se parece mucho a aquellas secuelas tardías de Pesadilla en Elm Street en las que, con el pretexto de la disolución de las fronteras entre la vigilia y lo onírico, las escenas dilataban su duración hasta lo exasperante, casi como si actores y equipo técnico estuvieran improvisando sobre la marcha qué iba a pasar después.
Es aquí donde adquiere importancia el manierismo de Finn como realizador, disociado por completo de las desventuras de Skye. En Smile ya asistíamos a una inversión de los espacios mediante giros de la cámara que nos indicaban cómo debíamos leer realmente las sonrisas que abundaban en el filme, así como a disonancias inquietantes de música y sonidos y algún plano de largo recorrido. En Smile 2 estos rasgos audiovisuales se exacerban y apuntan a una sofisticación y una autoconciencia cercanas en espíritu al terror elevado. Pero el vacío conceptual que hay tras estos fuegos de artificio estilísticos es obvio. Con sus aciertos y sus errores, Smile 2 no pasa de ser un producto comercial amueblado con tanto ingenio como falta de sentido de la medida; una película para usar y tirar en Halloween.
- Montaje: Elliot Greenberg
- Fotografía: Charlie Sarroff
- Música: Cristobal Tapia de Veer
- Distribuidora: Paramount Pictures