Todo a la vez en todas partes
(Everything Everywhere All at Once)
- Dirección: Dan Kwan, Daniel Scheinert
- Guion: Dan Kwan, Daniel Scheinert
- Intérpretes: Michelle Yeoh, Jamie Lee Curtis, Jonathan Ke Quan, James Hong, Anthony Molinari, Audrey Wasilewski, Stephanie Hsu
- Género: Acción, ciencia ficción
- País: Estados Unidos
- 139 minutos
- Ya en salas
«Cuando una ruptura interdimensional altera la realidad, Evelyn (Michelle Yeoh), una inmigrante china en Estados Unidos, se ve envuelta en una aventura salvaje en la que solo ella puede salvar el mundo. Perdida en los mundos infinitos del multiverso, esta heroína inesperada debe canalizar sus nuevos poderes para luchar contra los extraños y desconcertantes peligros del multiverso mientras el destino del mundo pende de un hilo. »
Por Elisa McCausland y Diego Salgado
A24 ha vuelto a convertir una de sus películas en un fenómeno crítico y, hasta cierto punto, popular. A la productora y distribuidora le ha salido a cuenta su confianza plena en el dúo creativo integrado por Dan Kwan y Daniel Scheinert o, como se les conoce en Hollywood, The Daniels. En su ópera prima conjunta, Swiss Army Man (2016), Kwan y Scheinert ya habían puesto de manifiesto una capacidad de riesgo encomiable a la hora de abordar cuestiones existenciales de gravedad apelando a la mezcla de géneros y a una mirada desprejuiciada sobre los mismos que incluía la escatología y el absurdo metarreferencial.
Todo a la vez en todas partes reincide en esas señas de identidad, pero, como indica su título, a una escala mucho mayor. Hablamos de una comedia frenética de acción cuyo metraje ronda las dos horas y media durante las cuales asistimos a cambios de formato, divisiones en capítulos, y, a través de un montaje que linda con lo estroboscópico en algunas escenas, un recorrido abrumador por incontables imaginarios de la ficción contemporánea. Todo a cuenta de las aventuras de Evelyn (Michelle Yeoh), dueña de una lavandería nada feliz con el curso hasta entonces de su vida, que ha de afrontar al mismo tiempo una inspección fiscal de su negocio, la visita de su exigente padre, una demanda de divorcio, y el hecho de que la orientación sexual de su hija Joy (Stephanie Hsu) choca con la tradicional comunidad chino-americana en la que Evelyn tampoco está segura de encajar.
Los obstáculos costumbristas que salen al paso de nuestra protagonista adquieren un cariz fantástico cuando descubre que habita una de las muchas realidades que componen el tejido del universo o, mejor dicho, del multiverso, puesto en peligro por una misteriosa amenaza. Evelyn será, por supuesto, la única capaz de enfrentarse a ella, aunque en el proceso se verá obligada a afrontar las decisiones que la condenaron a su realidad presente y a su vínculo disfuncional con su hija lesbiana. Esta vertiente terapéutica de la narración, así como la literalidad de los comentarios en torno a cuestiones de raza, clase y diversidad de género, lastran Todo a la vez en todas partes, si bien el curioso nihilismo que preside el relato les otorga una dimensión inusual: «¿Por qué no podemos hacer lo que queremos? Nada importa (…) No somos más que una reorganización aleatoria de partículas en superposición vibratoria (…) Nuestros actos son arrastrados antes o después por la marea de las posibilidades que dejamos escapar».
Este relativismo hace formalmente de la batalla que libra Evelyn un repertorio desbocado de citas en el que tienen cabida Pixar, Wong Kar-wai, el universo cinemático Marvel, Leos Carax, Rick y Morty, Masaaki Yuasa, la figura de la propia Michelle Yeoh como estrella del cine de artes marciales, Qué bello es vivir (1946) y Atrapado en el tiempo (1993)… A Kwan y Scheinert no les interesa el concepto del multiverso tanto para explorar qué entendemos por realidad en la ficción como para constatar hasta qué punto son intercambiables hoy por hoy los géneros cinematográficos y los registros de la imagen.
Como artefacto audiovisual, Todo a la vez en todas partes también quiere demostrar que puede serlo todo al mismo tiempo en todas las escenas, y en ello radica su mayor fuerza y su mayor debilidad. Habituados a filmar cortometrajes y vídeos musicales, en los que las ocurrencias se plantean y agotan con intensidad en pocos minutos, Scheinert y Kwan ametrallan sin compasión nuestras retinas con estímulos durante demasiado tiempo, hasta que también a nosotros deja de importarnos el sentido de lo que vemos. Guste o no, la película representa en cualquier caso un ejemplo meritorio de auténtico cambio de paradigma en el cine comercial. Si la heredera espiritual de West Side Story (1961) no ha sido West Side Story (2021) sino En un barrio de Nueva York (2021), la de Matrix (1999) no es Matrix Resurrections (2021) sino Todo a la vez en todas partes.
- Fotografía: Larkin Seiple
- Montaje: Paul Rogers
- Música: Son Lux
- Distribuidora: Youplanet Pictures