Un lugar tranquilo: Día 1

  • V.O.: A Quiet Place: Day One
  • Dirección: Michael Sarnoski
  • Guion: Michael Sarnoski (Historia: John Krasinski, Michael Sarnoski)
  • Intérpretes: Lupita Nyong’o, Joseph Quinn, Alex Wolff, Djimon Hounsou…
  • País: EEUU
  • Género: Terror
  • 100 minutos
  • Ya en cines

  • «Una mujer llamada Sam trata de sobrevivir a una invasión en la ciudad de Nueva York por criaturas alienígenas sedientas de sangre con oídos ultrasónicos.»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Coinciden en un mismo fin de semana hasta tres estrenos cinematográficos que permiten traer a colación en mayor o menor medida “los patrones discursivos, formales, operacionales y de consumo propios del streaming” (VV.AA.). Una resonancia que da que pensar en torno a las sinergias, pretendidas o no, de la gran pantalla con la pequeña o, dicho de otra manera, la línea cada vez más difusa que separa las producciones realizadas para uno u otro medio. Lo más curioso es que los tres títulos en cuestión habrían resultado más efectivos de ser honestos consigo mismos y haber optado abiertamente por su realización/difusión en el marco de una plataforma cualquiera, más allá de su paso testimonial o de prestigio por la cartelera.

El primero es Kinds of Kindness (2024), tercera colaboración de la actriz Emma Stone y el director Yorgos Lanthimos tras la celebrada Pobres criaturas (2023). Pese a recurrir a un viejo colaborador, el guionista Efthimis Filippou, con quien no trabajaba desde el excelente cortometraje Nimic (2019), Kinds of Kindness delata que Lanthimos sigue atrapado en la concepción epidérmica, inconsistente y pueril de la provocación que ha caracterizado sus últimos trabajos, muy lejos de las deconstrucciones del lenguaje —y, como consecuencia, el poder— que alumbraron Canino (2009) o Alps (2011). En cualquier caso creemos que Kinds of Kindness, relectura (aún más) weird de Vidas cruzadas (Robert Altman, 1993) en forma de tres mediometrajes vagamente conexos que interpretan los mismos actores en la piel de diferentes personajes, habría propiciado lecturas más provechosas de haberse montado como miniserie y no como largometraje de casi tres horas que resulta extenuante y, además, subraya una y otra vez las insuficiencias del Lanthimos actual.

El segundo estreno es Horizon: An American Saga – Capítulo 1 (2024), que, como señaló nuestro compañero Alberto Lechuga tras su visionado en el Festival de Cannes, es a todos los efectos una serie; la duración desmesurada del fragmento que ahora se estrena en cines —otras tres horas— le hace flaco favor a una narrativa sobre la exploración del Salvaje Oeste plagada de tropiezos, lugares comunes y monotonía visual y cuyo mayor aliciente épico, la banda sonora de John Debney, está lejos de maridar siempre con las imágenes. Su director, productor y guionista, Kevin Costner, vuelve a poner de manifiesto su amor por el western y las historias bigger than life, de connotaciones míticas, lo que da lugar a aciertos puntuales: ese plano inicial que equipara el nacimiento de una nación y las muchas vidas que serán sacrificadas en el empeño con los desvelos de simples hormigas, la insistencia en plasmar el supuesto progreso histórico desde el punto de vista de sepulturas y cementerios, momentos tan bellos como la llegada de Hayes (Costner) a la prospección minera de Wyoming en otoño o el ataque indio al segundo asentamiento en la región de Horizon, donde el plano cerrado sobre los personajes y el kitsch emocional evocan los westerns de estudio realizados por Cecil B. DeMille durante los años treinta. Pero, de nuevo, Horizon: An American Saga habría ganado —y ganará— vista en streaming a un ritmo pausado.

El tercer estreno de esta semana sobre el que se cierne la sombra del paradigma televisivo es Un lugar tranquilo: Día 1. Estamos ante el tercer episodio de la saga fantástica iniciada en 2018 y centrada en una invasión de nuestro planeta por alienígenas cuyo instinto depredador es estimulado por el sonido, lo que obliga a los seres humanos a desenvolverse en un silencio absoluto si no quieren ser exterminados. De entrada hay que decir que Un lugar tranquilo: Día 1 es una película sólida, por momentos emotiva y de suspense bien estructurado, que confirma la inteligencia de John Krasinski como productor y/o guionista y/o director a la hora de aportar al cine comercial de hoy entretenimientos de intenciones y presupuesto sometidos a un control férreo, con la dosis justa de espectáculo y una pátina de humanismo que debe tanto al indie desustanciado de hace veinte años como a la cultura presente del trauma y los conjuros terapéuticos.

Por ello, la odisea de una enferma terminal de cáncer, Sam (Lupita Nyong’o), su gato y un estudiante británico, Eric (Joseph Quinn), para atravesar una Nueva York destruida e invadida por alienígenas tiene mucho de aventura apocalíptica pero, también, de viaje catártico bajo el lema del nunca es tarde para aprender a vivir. La elección por Krasinski de Michael Sarnoski como guionista y director del filme —tras la renuncia del veterano Jeff Nichols debido a “diferencias creativas”— es un acierto. Como en su ópera prima, la recomendable Pig (2021), Sarnoski hace hincapié en la reinvención de los escenarios urbanos desde el extrañamiento; una melancolía apuntalada por los lugares desiertos, la atención a las diferentes luminosidades del día y, por supuesto, los diálogos minimalistas y a media voz; y una apología contundente de la representación artística como forma insuperable de sublimar los sinsabores de la existencia —la cocina en Pig, los títeres y trucos de magia en Un lugar tranquilo: Día 1—.

En ese aspecto, la película de Sarnoski es tan consciente como sus predecesoras de que abocar la ficción al silencio es una estrategia hoy por hoy más subversiva que nunca, habida cuenta del estruendo necio que degrada a todas horas nuestra vida cotidiana, la nimiedad y vulgaridad de los diálogos que presiden la mayor parte del audiovisual contemporáneo, y la incapacidad de gran parte del público para mantenerse quieto y callado en una sala de cine durante hora y media. Un lugar tranquilo: Día 1 sigue confiando su éxito al sigilo, los efectos de sonido puntuales y significativos, la expresividad de los rostros y la gestualidad corporal, y de ello se deduce no solo una magnífica interpretación de Lupita Nyong’o sino también la conversión en ciertas escenas de los personajes de Eric y Sam —los ojos de Joseph Quinn recuerdan poderosamente además a los de Robert Downey Jr.— en émulos de los protagonistas de Tiempos modernos (Charles Chaplin, 1936), Ellen (Paulette Godard) y el vagabundo (Chaplin). Las últimas cartelas de Tiempos modernos rezaban “¿Qué sentido tiene intentarlo?” “¡Anímate, no te rindas, saldremos adelante!”, el mismo espíritu que anima Un lugar tranquilo: Día 1.

Todos estos elementos hacen la película apreciable, pero, por otro lado, su condición no de secuela sino de spin-off o derivado de Un lugar tranquilo (2018) y Un lugar tranquilo 2 (2021) se traduce en un relato irrelevante para el universo ideado en su momento por John Krasinsky, Bryan Woods y Scott Beck. A la espera de Un lugar tranquilo 3 (2025), que prepara Krasinsky a la hora de escribir estas líneas y que funcionará como cierre a las dos entregas anteriores, Un lugar tranquilo: Día 1 da la impresión en demasiadas ocasiones de ser un relleno en la evolución de la trama principal de una serie. La conformación de Sam como personaje, su “arco” dramático, sus motivaciones esquemáticas y el sentimentalismo de las escenas cumbre tienen la insoportable levedad de un capítulo televisivo cualquiera, y no de una serie producida por HBO sino de Autopista hacia el cielo (1984-1989). Lo más lógico es que a la saga se le acaben antes o después las pilas en la gran pantalla. Si a ello le sigue una mutación seriada para las plataformas de streaming, apostamos por el uso de Un lugar tranquilo: Día 1 como plantilla.

  • Montaje: Andrew Mondshein, Gregory Plotkin
  • Fotografía: Patrick Scola
  • Música: Alexis Grapsas
  • Distribuidora: Paramount Pictures