ZINEBI 65: enmarcar para mirar

La segunda sesión de cortos de la sección oficial de este #ZINEBI65 nos trajo siete películas muy distintas entre ellas en lo formal, pero unidas por algunos hilos temáticos como la disidencia política, la identidad o lo queer, y principalmente filmadas desde la duda. Nos adentramos en ellas. Por Ángela Rodríguez

La poética A Bird Called Memory, de Leonardo Martinelli abría la sesión. Una mujer trans busca a su pájaro, el cual, aun llamándose memoria, olvidó llegar a casa. La propuesta, que en varios tramos resulta lúcida y muy meditada, acaba por ensimismarse a través de un laberinto manierista. Algunos momentos como el plano en el espejo de un ascensor, que recuerda a la superanalizada escena de Contact (1997), o los juegos de luces y sombras, que advierten el enclaustramiento, la opresión y, en otras ocasiones, el acecho de un posible trauma que afecta a la memoria, advierten esa pulsión efectista. Siempre en contraposición a la oscuridad hay una luz clara que ilumina un espacio abierto. Esa luz también aparece, de otro modo, en la secuencia musical de la película.

Precisamente, con mucha música y baile vertebra Joana de Sousa su cortometraje Between Light and Nowhere. En él circula la idea de lo extraño de la existencia, de la vida extraterrestre, la cual también habitaría en las raves. De Sousa filmó la película con sus amigues y, del mismo modo, pretende que sea una experiencia colectiva para la audiencia. Desde la amistad real se traslada la sensación de fraternidad y del cuidado en los espacios seguros. Las imágenes, en ocasiones están llenas de cuerpos, son densas, cálidas y tienen olor. Entre estos efectos tan terrenales se infiltra la ciencia ficción, sugiriendo que se hallan en el mismo plano.

Between light and nowhere

Composition of Existing Experiences es el corto de animación de la cineasta polaca Joanna Szlembarska. La experiencia femenina se relata prescindiendo del diálogo pero otorgándole un gran protagonismo al sonido, generando así una sensación críptica y turbia. La animación ejecutada con marionetas es sobria pero precisa. Es difícil saber de qué trata esta película, pero sí lo que transmite: el espacio que no se transita para evitar el peligro, la pérdida de la identidad, la sumisión de la musa o el miedo. 

Siguiendo por descifrar el enclave de la identidad, Alejandro Cabrera viaja en El soldao hasta el pueblo de su padre Francisco, en Córdoba, desde donde emigró a Barcelona. La cámara acompaña a Francisco y recorre los espacios que hace años tuvieron vida, como la casa de sus padres o el bar del pueblo. Intercala imágenes caseras de esos lugares llenos de gente y familiares con lo fantasmagórico del presente, consecuencia de la despoblación rural. A pesar de la mirada nostálgica de Cabrera, la película resulta esperanzadora y propone la construcción de nuevos recuerdos, y ahí es donde habita la identidad.

Las tres hermanas Elena, Eva y Marina Pauné presentan (SLASH) A Woman Bleeds. Con un ritmo y música frenéticas, las directoras reflexionan, desde lo conceptual, acerca del sometimiento laboral que ocupa toda la existencia. La película está compuesta por secuencias fotografiadas que no respetan el movimiento natural de la protagonista, Lara Lamberti, trasladando así esa alegoría sobre lo artificial, y lo escandaloso de los mecanismos capitalistas.

The Veled City

The Veled City, de Natalie Cubides-Brady cuenta un suceso poco recordado ocurrido en 1952, cuando una densa niebla cubrió la ciudad de Londres como consecuencia de la quema de combustibles fósiles, acabando con la vida de 4.000 personas. Para acompañar las sombrías imágenes de archivo de la ciudad durante aquellos días, la directora introduce un elemento narrativo de ficción: la lectura de la carta de una chica a su hermana fallecida. Aporta un dramatismo extra, pero también lo convierte en una herramienta para señalar al humano y al capitalismo por el oscuro episodio.

Siguiendo esta línea más política y concluyendo la sesión, nos introducimos en el enigmático mundo del suelo con Strata Incognita, una pieza construida a ocho manos. Los directores Romea Muryn, Francisco Lobo, Amaia Sánchez-Velasco y Jorge Valiente Oriol lanzan una apabullante cantidad de datos fascinantes sobre los organismos que habitan el suelo. Lo hacen mediante un dialogo a dos voces que integran el lenguaje científico con juegos de palabras. También combinan las imágenes superficiales del suelo con imágenes captadas con microscopio. «Enmarcar para mirar», reza la voz en off. De una forma orgánica Strata Incognita se va tornando radical y política, cuestionando la agroindustria, el fascismo y la propiedad privada centrándose en la península y terminando al ritmo de unas bulerías sintéticas.