En un muelle de Normandía
(Le Quai de Ouistreham)
- Dirección: Emmanuel Carrère
- Guion: Emmanuel Carrère, Hélène Devynck (Novela: Florence Aubenas)
- Intérpretes: Juliette Binoche, Didier Pupin, Emily Madeleine, Evelyne Porée, Hélène Lambert
- Género: Drama
- País: Francia
- 106 minutos
- Ya en salas
Marianne Winckler, una reconocida autora, decide escribir un libro sobre la precariedad laboral viviendo esta realidad de primera mano. Para ello, ocultando su identidad, consigue trabajo como limpiadora en un pueblo de Normandía, al norte de Francia, y descubre una vida ignorada por el resto de la sociedad en la que cada euro ganado o gastado importa. Pese a la dureza de la experiencia, la solidaridad entre compañeros crea fuertes lazos de amistad entre Marianne y ellos. La ayuda mutua conduce a la amistad y la amistad a la confianza pero ¿Qué pasa con esta confianza cuando la verdad sale a la luz?
Por Elisa McCausland y Diego Salgado
Hace unas semanas hablábamos sobre los potenciales y las limitaciones del realismo cinematográfico a propósito de I Never Cry (Yo nunca lloro) (2020), y ahora toca hacerlo de nuevo ante el estreno de En un muelle de Normandía, tercera película del novelista y ensayista francés Emmanuel Carrère tras el documental Regreso a Kotelnitch (2003) y el drama metafísico El bigote (2005).
Existe sin embargo una diferencia sustancial entre el filme del realizador polaco Piotr Domalewski que vimos a principios de este mes y el que ha dirigido Carrère. I Never Cry (Yo nunca lloro) subvierte los tópicos a que suele apelar hoy por hoy el cine de festivales en su retrato de los más desfavorecidos mediante su adopción de una perspectiva diferente, aunque sin vulnerar nunca su naturaleza en tanto relato. Como era de esperar en Carrère, su película deviene un artefacto meta que se interroga una y otra vez a lo largo de su metraje sobre la pertinencia de la ficción para abordar ciertas experiencias cotidianas sin traicionar su sentido.
La protagonista de En un muelle de Normandía —basada para rizar el rizo en un reportaje de investigación de la periodista Florence Aubenas editado en nuestro país por Anagrama— es Marianne (Juliette Binoche), una escritora que, cuando estalla en 2008 la Gran Recesión, abandona su vida acomodada en París para instalarse en Caen. Allí simula ser una parada sin cualificaciones laborales a fin de conocer de primera mano las dificultades económicas que sufre con la crisis la clase trabajadora y, en particular, el colectivo de las limpiadoras, del que pasa a formar parte.
Algunas compañeras de trabajo acaban por ser grandes amigas de Marianne, ella se permite el lujo de un cambio de aires con el que deja atrás aspectos insatisfactorios de su vida personal y profesional… Hasta que la verdad sobre su identidad sale a la luz y llega el momento de convertir en libro su trabajo de campo. Los interrogantes se multiplican a partir de ese momento, y Carrère no duda en que invadan las imágenes. Hasta el punto de que, como adelantábamos, En un muelle de Normandía es un ejercicio de cine social —véase su emotivo retrato de la precariedad y las redes de apoyo entre trabajadoras— pero, sobre todo, una reflexión en torno a la legitimidad de producir cine social desde la posición de privilegio que otorga ser una periodista parisina o un escritor y realizador consagrado internacionalmente.
¿Son Marianne y, por extensión, Carrère, impostores, tema clave en la obra del segundo? ¿Tiene derecho la clase creativa a sublimar sus frustraciones y sentimientos de culpa forzando una hermandad dudosa con la clase trabajadora? ¿La intención comprometida del arte con cuanto le rodea se basta para justificar la existencia de las obras resultantes? Carrère tiene la inteligencia suficiente como para no ofrecer respuestas maniqueas, aunque en ocasiones la contundencia de sus preguntas se resienta de una formulación audiovisual poco inspirada.
En cualquier caso, hay dos aspectos que validan la condición asumida de En un muelle de Normandía como experiencia cinematográfica que oscila de continuo entre el éxito y el fracaso. El primero es la armonía entre la (excelente) interpretación de la actriz Juliette Binoche y las (asimismo) excelentes interpretaciones no profesionales del resto del reparto. El segundo es la decisión de iniciar y terminar la película, no con la peripecia de Marianne —un relato convencional con principio y final—, sino con la de su mejor amiga entre las limpiadoras, Christele (Helene Lambert), cuya existencia está obligada a proseguir más allá de la red de seguridad que proporciona la pantalla. Es difícil concebir una forma más honesta de reconocer las limitaciones de la ficción y, al mismo tiempo, de apuntar su poder para abrir nuestra mente a las demandas de la vida.
- Fotografía: Patrick Blossier
- Montaje: Albertine Lastera
- Música: Mathieu Lamboley
- Distribuidora: Karma Films