Jurassic World: Dominion

(Jurassic World: Dominion)

  • Dirección: Colin Trevorrow
  • Guion: Emily Carmichael, Colin Trevorrow
  • Intérpretes: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Laura Dern, Jeff Goldblum, Sam Neill
  • Género: Ciencia ficción
  • País: Estados Unidos
  • 146 minutos
  • Ya en salas

«Cuatro años después de la destrucción de Isla Nublar, los dinosaurios ahora conviven -y cazan- con los seres humanos en todo el mundo. Este frágil equilibrio remodelará el futuro y determinará, de una vez por todas, si los seres humanos seguirán en la cúspide de los depredadores en un planeta que comparten con los animales más temibles de la creación.»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Si hay una saga coherente a la hora de repetirse a sí misma hasta que el público diga basta es la de Parque Jurásico (1993-2001) y su derivado tardío, Jurassic World (2015-2022). Al fin y al cabo se trata de obras planteadas, ya desde el best-seller de Michael Crichton que las originó, como parque temático metaficcional basado en cuatro preceptos que nutren las visitas reiteradas a la sala de cine: dinosaurios en todo su esplendor, efectos digitales de última generación, experiencias sensoriales inmersivas, y un pretexto moralista en torno a los peligros de jugar a ser dioses y trastocar los designios de la naturaleza que a fecha de hoy habla también de la propia saga jurásica: ¿Quién iba a atreverse a jugar creativamente con una concepción domesticada de la aventura que ha demostrado ser exitosa hasta en dos décadas diferentes?

De hecho, Jurassic World (2015), arranque de la segunda trilogía autoconclusiva que clausura ahora Jurassic World: Dominion, llegó tan lejos en su legitimación de la fórmula como para erigirse durante sus minutos iniciales en comentario cínico sobre el mercantilismo corporativo y el fandom acrítico que la perpetúa… solo para incidir nuevamente en dicha fórmula a través de un esquema narrativo archimanido: emprendedores y financieros sin escrúpulos, científicos y trabajadores de a pie con conciencia ecologista, recintos diseñados para el turismo o las investigaciones sórdidas de los que presuntamente no pueden escapar los dinosaurios, y, por supuesto, la lucha de los protagonistas por la supervivencia cuando el control de los animales se delata un espejismo.

Por sorpresa, la secuela de Jurassic World, Jurassic World: El reino caído (2018), tuvo la osadía de romper con la clonación perezosa de lo viejo al apostar en su desenlace por dinosaurios que dominaban la Tierra y experimentos genéticos que afectaban a nuestra propia especie. Se daba paso así a una dimensión de la fantasía más libre, más perturbadora, algo a lo que contribuyó la atmosférica puesta en escena de J.A. Bayona, el mejor director que ha pasado por la franquicia tras el Steven Spielberg de la película inaugural, Parque Jurásico (1993). La participación de Bayona ha sido sin embargo puntual, y Jurassic World: Dominion ha recaído en manos del guionista y director Colin Trevorrow, un artesano que ya había puesto de manifiesto en Jurassic World menos talento que limitaciones.

Así las cosas, Jurassic World: Dominion titubea con torpeza a lo largo de todo su metraje en torno a qué quiere ser, si una ampliación ambiciosa del universo jurásico a lo largo y ancho de nuestro planeta, como prometía Jurassic World: El reíno caído, o la enésima pseudoaventura con niños insoportables, instalaciones high tech reducidas a escombros y enfrentamientos finales entre tiranosaurius rex y otros depredadores gigantes. Mientras opta por la primera opción, la película tiene cierta grandeza: los efectos especiales, a menudo excelentes, contribuyen a materializar con sentido de la maravilla regiones del mundo que han retrocedido en el tiempo y semejan una mezcla entre el Salvaje Oeste y la Era Secundaria. Pero para cuando tiene lugar en Malta una escena de acción mucho más emocionante sobre el papel que en pantalla, Colin Trevorrow ya ha dejado claro que no sabe qué hacer con el concepto apasionante que tenía entre manos.

La historia se embarulla cada vez más y se reparte sin demasiado criterio entre personajes de diverso pelaje diseñados para no alienarse a ninguna audiencia. Todos ellos desembocan en otro resort científico, dirigido ahora por el desaprensivo doctor Lewis Dodgson (Campbell Scott). No tarda en caer la noche —otro lugar común de esta saga obliga a que los momentos culminantes ocurran siempre de noche—, y durante minutos y minutos asistimos a una auténtica ceremonia de la confusión en la que brilla por su ausencia cualquier asomo de set pieces memorables.

Todo cambia después de treinta años para que todo siga igual, acaba por proclamar Jurassic World: Dominion. Una declaración de intenciones que refrenda la aparición de los protagonistas (y actores) de Parque Jurásico: el paleontólogo Alan Grant (Sam Neill), la paleobotánica Ellie Sattler (Laura Dern) y el matemático Ian Malcolm (Jeff Goldblum). Sus presencias, anecdóticas y también algo penosas, son el signo más claro —hay otros más sutiles— de los esfuerzos desesperados de Colin Trevorrow por cerrar un círculo dramático, un pack coherente de Blu-rays, desde 1993 hasta hoy, aunque sea a costa de ahondar en la sensación de molesta familiaridad, literal y figurada, que recorre estas dos trilogías.

La sensación de películas atrapadas en un no-tiempo, como el ADN de dinosaurios en el ámbar, está lejos de ser exclusiva de la saga Parque Jurásico / Jurassic World, véase sin ir más lejos el éxito de Top Gun: Maverick. Pero este caso produce un desaliento especial por tratarse de un universo de ficción abierto a infinitas posibilidades que, apenas recién nacidas, se han visto condenadas a la extinción.

  • Fotografía: John Schwartzman
  • Montaje: Mark Sanger
  • Música: Michael Giacchino
  • Distribuidora: Universal Pictures