Scream VI

  • V.O.: Scream VI
  • Dirección: Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillett
  • Guion: James Vanderbilt, Guy Busick.
  • Intérpretes: Melissa Barrera, Courtney Cox, Jenna Ortega, Jasmin Savoy Brown, Hayden Panettiere, Samara Weaving, Dermot Mulroney
  • Género: Terror
  • País: EEUU
  • 123 minutos
  • El 10 de marzo en cines

«Tras los últimos asesinatos de Ghostface, los cuatro supervivientes abandonan Woodsboro para dar comienzo a un nuevo capítulo en la ciudad de Nueva York.»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Para desgracia de esta nueva entrega en torno a las reencarnaciones del serial killer Ghostface, su secuencia más apreciable es la primera. El tour de force introductorio habitual en la franquicia Scream, ese juego meta que nos recuerda que estamos ante una ficción sobre asesinos en serie y en torno al cine sobre asesinos en serie, se resuelve en esta ocasión con un doble salto mortal que, además, refleja de inmediato el traslado de localizaciones de la saga desde la pequeña Woodsboro a Nueva York.

Es una decisión interesante, más allá de suponer un cambio escenográfico de aires para una serie que agotó casi todos sus cartuchos creativos en la estupenda Scream IV (2011) y cuyo renacer para la generación zoomer con Scream (2022) y la secuela que ahora nos ocupa tiene que ganarse aún la credibilidad. Como sucedió con la trilogía Star Wars (2015-19) de Disney, los productores de esta franquicia han intentado —con tanto empeño como poca fortuna hasta el momento— honrar y, al mismo tiempo, dejar atrás título a título la mitología forjada en los tres primeros filmes, estrenados entre 1996 y 2000.

La estrategia de Scream y Scream VI ha pasado por la eliminación de personajes «clásicos»; una apuesta por los feminismos y la diversidad más inteligente de lo acostumbrado; el protagonismo de dos hermanas, Sam y Tara Carpenter, cuyas dinámicas dramáticas como final girls palidecen frente a la vergonzante explotación anatómica de sus intérpretes respectivas, Melissa Barrera y Jenna Ortega; una concepción de Ghostface, sus encarnaciones sucesivas y los restantes personajes de la saga que ha trascendido el whodunit para abrazar el culebrón enloquecido; y una exacerbación de los discursos en torno a la evolución del cine de terror que a estas alturas tiene poco de ingenioso o revulsivo. Como ha escrito el crítico Roberto Morato en esta misma página, “El futuro ha resultado ser un bucle de simulacros de ficción reflexionando sobre sí mismos”.

La muestra más evidente de hasta qué punto los responsables actuales de la serie, los guionista James Vanderbilt y Guy Busick y los realizadores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, tienen poca conciencia de lo que se traen entre manos pese a su aparente compromiso con Scream y el terror, es precisamente la escena inicial. La ambientación urbana y nocturna y el patetismo de Laura (Samara Weaving), una profesora de cine cuya cita a ciegas será menos divertida de lo que esperaba, hacen pensar en los slashers previos a la mudanza progresiva del género a los suburbios residenciales. La atmósfera enrarecida de películas como Maniac (1980) tuvo que ver con la degradación entre los años setenta y ochenta de las grandes ciudades y su inminente gentrificación pero, también, con la balada triste de la dependencia sexual entre hombres y mujeres durante una época confusa que puntuaron la liberación sexual, el feminismo de segunda ola e infinitas psicopatologías sublimadas en la pulsión escópica.

Scream VI pierde la oportunidad de adaptar dichas reflexiones a nuestro presente, que buena falta hace, quedándose en el guiño a Viernes 13. VIII parte: Jason vuelve… para siempre (1989), ubicada asimismo en Nueva York, y en la réplica nada disimulada de la estructura argumental de Scream 2 (1997). Es decir, un todo cambia para que todo siga igual de manual, sin importar lo más mínimo dónde transcurre la ficción. La mediocridad esencial de la película, que abarca unas actuaciones y caracterizaciones ridículas de Hayden Panettiere y Dermot Mulroney, no quita para que fluya con más organicidad que su predecesora, sus diálogos sean ocurrentes, y sus directores aspiren a dejar para el recuerdo unas cuantas set pieces.

Ya hemos hablado de la primera escena. Merece la pena señalar también la fuga sobre una escalera tendida entre dos ventanas, y las acciones en paralelo en dos vagones de metro. Aunque en ninguno de los casos la resolución formal acaba de estar a la altura de lo planteado por Gillett y Bettinelli-Olpin, se aprecia al menos la ambición que echamos a faltar en el terreno narrativo. Con eso y la intrigante insistencia del guion en la sed de sangre de Sam, damos por hecho que Scream VI dejará contentos a la mayor parte de los seguidores de la franquicia. Lo más probable es que en un par de años estemos escribiendo sobre Scream VII.

  • Fotografía: Brett Jutkiewicz
  • Montaje: Jay Prychidny
  • Música: Sven Faulconer, Brian Tyler
  • Distribuidora: Paramount Pictures