Black Panther: Wakanda Forever

  • Dirección: Ryan Coogler
  • Guion: Ryan Coogler, Joe Robert Cole. Historia: Ryan Coogler
  • Interpretaciones: Letitia Wright, Angela Bassett, Winston Duke, Danai Gurira, Florence Kasumba, Lupita Nyong’o, Martin Freeman, Tenoch Huerta…
  • Género: Acción
  • País: EEUU
  • 161 minutos
  • Ya en salas

«La reina Ramonda (Angela Bassett), Shuri (Letitia Wright), M’Baku (Winston Duke), Okoye (Danai Gurira) y las Dora Milaje (incluida Florence Kasumba), luchan para proteger su nación de la injerencia de potencias mundiales a raíz de la muerte del rey T’Challa. Mientras los wakandianos se esfuerzan por adaptarse a su nueva etapa, los héroes deben actuar unidos, con la ayuda del Perro de la Guerra Nakia (Lupita Nyong’o) y Everett Ross (Martin Freeman), y forzar un nuevo destino para el reino de Wakanda.»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Coincidiendo casi con el estreno de su precuela espiritual, La mujer rey, llega a los cines de nuestro país la secuela literal de Black Panther (2018), una de las entregas más exitosas del Universo Cinematográfico Marvel y una de las primeras en constatar que los superhéroes ya no son una prioridad para el estudio liderado por Kevin Feige.

Black Panther: Wakanda Forever, cierre a una cuarta fase de ficciones producidas por Marvel Studios muy poco memorable, certifica el ocaso del tropo superheroico en la pequeña y la gran pantalla y su reemplazo por una suerte de microcosmos fantarrealista en el que poderes sobrehumanos, uniformes coloristas y pugnas entre bien y mal ya solo sirven al efecto de sublimar agendas varias pero, sobre todo, un way of life cifrado en el mercadeo de tangibles e intangibles.

Marvel Studios no habría dado cerrojazo así con Avengers: Endgame (2019) a una etapa sino a una perspectiva clásica sobre lo superheroico; una estrategia quizá inteligente si tenemos en cuenta que el rendimiento en taquilla a lo largo de 2022 de títulos como Morbius o Black Adam pone en evidencia el agotamiento de concepciones trágicas, narcisistas de este tipo de personajes, mientras siguen al alza los universos transmedia en los que quedarse plácidamente a vivir. Resort Wakanda Forever con hilo musical de Rihanna y complementos de Actively Black.

En Pantera negra aún podía percibirse un pulso entre la ficción arquetípica, bigger than life; la creación de un imaginario estético y político dirigido a la comunidad afroamericana, ajeno en gran medida a las conexiones propias del Universo Cinematográfico Marvel; y un ordenamiento del pensamiento y las emociones caracterizado, en palabras de Byung Chul Han, “por la higiene fisiológica, estética y moral, por la pulsión de positividad, por la repugnancia ante cualquier tipo de fricción o negatividad”.

En Black Panther: Wakanda Forever ese equilibrio precario se va al traste. La película está centrada en los dilemas que rodean la sustitución de T’Challa (Chadwick Boseman, fallecido en 2020) como Pantera Negra —la figura superheroica que protege el reino de Wakanda contra injerencias exteriores— por su hermana Shuri (Letitia Wright); y en el enfrentamiento de Wakanda en ese momento crítico de vacío de poder con otra civilización que vive de espaldas a nuestro mundo, Tlalocan, imperio submarino liderado a su vez por el superhéroe Namor (Tenoch Huerta).

La duración de Black Panther: Wakanda Forever,absolutamente injustificada, ronda los ciento sesenta minutos. Pero lo más grave es que hemos de esperar noventa para que hagan acto de aparición la aventura y el espectáculo. Hasta entonces, más allá de tres escenas breves y rutinarias de acción filmadas en una oscuridad casi total, a las cabezas más visibles del proyecto, Ryan Coogler y Joe Robert Cole —responsables asimismo de Black Panther—, solo les interesan dos aspectos.

El primero, usar y abusar de Namor a fin de ofrecer a la comunidad latinoamericana un imaginario tan empoderante como lo fue Wakanda para la afroamericana; una fantasía basada en las culturas mesoamericanas aunque se traduzca en imágenes como segundo ejercicio de kitsch a lo Esther Williams o Carmen Miranda. El segundo, usar y abusar de la desaparición de Chadwick Boseman para orquestar una ceremonia del duelo y la terapia sin sentido de la medida ni de distancia entre la realidad y la ficción, a golpe de diálogos sentenciosos y sobrexplicativos entre malos actores filmados una y otra vez en plano/contraplano.

Si toda la película consistiera en eso podríamos hablar, para bien o para mal, de un cambio honesto de paradigma. La hipocresía radica, como en el caso del blockbuster vergonzante Nop (2022), en que, a saber si por pereza, lugar común o complejo de culpa, Black Panther: Wakanda Forever pretende seguir acogiéndose a lo superheroico sin creer en los potenciales argumentales ni formales del género. Y eso solo deriva narrativamente, cuando el metraje no es presa de la palabrería, en un pastiche confuso de los thrillers inspirados en novelas de Tom Clancy —cartelas de localizaciones incluidas— que culmina en un conflicto entre Wakanda y Tlalocan despojado de toda lógica dramática, y en un clímax pésimamente planificado y de paupérrimos efectos especiales donde naufraga el interés que pudieran tener los personajes de Shuri, Riri Williams/Iron Heart (Dominique Thorne) y Nakia (Lupita Nyong’o).

El nivel de irritación y sopor que provoca Black Panther: Wakanda Forever es comparable al de Eternals, otra fantarrealidad imbricada en la cuarta fase del Universo Cinematográfico Marvel. Pero no sería justo acotar nuestra crítica a Kevin Feige y los suyos. Lo cierto es que atravesamos en líneas generales una Era del Tedio para la cultura popular y, en concreto, sus manifestaciones audiovisuales, de la que han dado sufrida cuenta en las últimas semanas producciones tan diversas como Hellraiser (2022),  Wendell & Wild (2022) o Dahmer (2022). Cuanto más se empeña en negarlo la actualidad más obvio resulta que necesitamos de la épica, el terror y la maravilla que solo es capaz de invocar la buena ficción, la ficción superheroica.

  • Fotografía: Autumn Durald
  • Montaje: Kelley Dixon, Jennifer Lame, Michael P. Shawver
  • Música: Ludwig Göransson
  • Distribuidora: Disney