Culto al fotograma rojo

El próximo viernes (21 de enero), la plataforma FlixOlé estrena la versión restaurada en 4K de la segunda y última película de Iván Zulueta, hecho elevado a la categoría de acontecimiento por la cinefilia mundial. Sí, porque el culto hacia Arrebato cruza ya hasta el océano Atlántico. Algo tiene el agua cuando la bendicen y raudal Arrebato cuando la idolatran. Marcó el aprendizaje artístico de Julio Medem, Guillermo del Toro ha instado en mayúsculas a verla a sus dos millones de seguidores en Twitter y Pedro Almodóvar la destaca entre sus favoritas por ser «una historia fantástica de autoinmolación; de dedicación a la heroína y al cine como principio y fin de todo, y al lado oscuro como la única posibilidad de realización personal y el autoconocimiento». Por Begoña Donat

En su estreno en 1979, el impacto en taquilla fue modesto, pero su onda expansiva no ceja. La última reverberación son los «premios Arrebato de ficción y no ficción» incorporados por la Asociación de Informadores Cinematográficos de España a sus Feroz para reconocer el riesgo artístico. Este culto pagano reside en una fascinación visceral hacia una película tan libre como imperfecta, tan obtusa como inolvidable, que es metacine, terror vampírico sin vampiros, evocación de Peter Pan y viaje alucinado a la Transición.

La trama revela la relación entre dos directores adictos al séptimo arte y a la heroína que no son sino alter egos de Zulueta. Eusebio Poncela interpreta a José Sirgado, un desmotivado realizador de filmes de serie B en una relación tóxica e iracunda con una actriz interpretada por Cecilia Roth, y Will More, a Pedro, un cortometrajista pueril que roba horas al sueño, a la alimentación y al sexo para experimentar con su tomavistas. Al arranque de la cinta, Sirgado se caga en el séptimo arte, se encaja unos colmillos de plástico y espeta un premonitorio: «No es que a mí me guste el cine, sino al cine al que le gusto yo». Pedro, en contraste, habla de que rodar sus cortos en Súper 8 ha dado sentido a una vida que hasta el momento sentía como «una gran paja sin corrida». El celuloide termina digiriendo a ambos protagonistas en una metáfora de la entrega al arte, la sublimación y la trascendencia.

La película se ha redimensionado con el tiempo hasta alcanzar la categoría de leyenda. Sobrecoge pensar que después de aquel hito del malditismo, Zulueta solo regresó detrás de la cámara para rodar dos episodios para las series de televisión Delirios de amor y Crónicas del mal. Arrebato se ha erigido en destilado de las filias y obsesiones, de los juegos visuales y las influencias de un director que era una promesa cumplida de vanguardia, que en su coetáneo Jaime Chávarri despertó la sensación de hallarse ante un nuevo Orson Welles

La cult movie definitiva del cine español

También conmueve ver al recientemente fallecido crítico de cine Eduardo Gasset en un pequeño papel de montador, accionando una moviola que hoy se percibe como pieza de museo, o pasear en coche junto a Poncela por la Gran Vía madrileña, acompañando en su mirada la sucesión de carteles pintados a mano en las marquesinas de los cines convertidos hoy en franquicias de moda y teatros musicales: Quo Vadis, El humanoide, La historia de Oliver, Phantasma, La caza, Supermán, Bambi… Es así mismo una ventana al underground cinematográfico español, a sus riesgos formales y narrativos. La hilaridad y el desprejuicio que meses después mostraría Almodóvar en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón se cuela aquí en dos personajes: el de la tía de Pedro, que habla con términos como “pichona” y “soponcio”, se marcha de viaje a Lourdes y echa de menos el color en una película de Mae West rodada en blanco y negro y visionada en una televisión en ídem, y el de una histriónica habitante de la noche interpretada por Helena Fernán-Gómez y doblada por un treintañero Almodóvar entregado al travestismo. Estas dos pinceladas disparatadas no restan, sin embargo, al conjunto un halo sórdido de cuero, gafas de sol y cuarto oscuro, depravación, autodestrucción y sonambulismo.

El acceso online con imagen y sonido óptimos tras la restauración da la posibilidad a las nuevas generaciones de descubrir un título con el que los ya fieles los hemos amartillado. Mientras tanto, y para abrir hincando los colmillos a la versión inédita en 4K, FlixOlé nos invita a bucear en el universo Zulueta. Sed bienvenidos a la secta del fotograma rojo.