Uncharted

  • Dirección: Ruben Fleischer
  • Guion: Rafe Judkins, Art Marcum, Matt Holloway.
  • Intérpretes: Tom Holland, Mark Wahlberg, Sophia Ali, Tati Gabrielle, Antonio Banderas
  • Género: Aventuras, acción
  • País: EEUU
  • 116 minutos
  • Ya en salas

Adaptación de la exitosa serie de videojuegos creada por Naughty Dog, es una precuela de la saga en la que descubriremos los detalles de cómo el joven cazarrecompensas Nathan Drake (Tom Holland) llegó conocer a su mentor y amigo Victor Sullivan (Mark Wahlberg).

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Uno de los argumentos transversales a esta adaptación del célebre videojuego de aventuras desarrollado en 2007 por Naughty Dog atañe a la diferencia entre lo desaparecido y lo perdido: Nathan Drake (Tom Holland) sufre un sentimiento perenne de duelo por la muerte de sus padres que trata de aliviar emprendiendo, con la ayuda del misterioso y poco fiable Victor Sullivan (Mark Wahlberg), la búsqueda por todo el mundo del legendario tesoro de Magallanes y de su hermano mayor, Sam, que le abandonó en la infancia. Ante lo desaparecido en su vida sin posibilidad alguna de resurrección, Nathan se vuelca en la búsqueda de lo meramente perdido y por tanto recuperable, lo que brinda a sus aventuras un cariz existencial de espejismo y consuelo muy interesante.

Pero esa diferencia entre lo desaparecido y lo perdido se aplica también a la propia naturaleza de Uncharted como cine de aventuras de gran presupuesto. ¿El género al que apela la película ha desaparecido, y es por tanto imposible que vuelva a la vida, o solo se halla perdido y se trata de acertar a la hora de revalorizarlo en 2021? En principio parece que las peripecias de Nathan, Victor y la implacable cazadora de tesoros Chloe Frazer (Sophia Ali) por casas de subastas, catacumbas y costas del Océano Pacífico aspiran a ser el penúltimo paso en la reinvención del género iniciada por En busca del arca perdida (1981), prorrogada por La momia (1999) y La búsqueda (2004), y llevada a un niveles insólitos de abstracción digital y transmedia por la trilogía original de Piratas del Caribe (2003-07).

El videojuego Uncharted, como antes Tomb Raider (1996-), fueron consecuencia directa de esa fiebre renovada por la aventura que en los últimos años ha perdido pie en favor de los superhéroes y la ciencia ficción. El desafío, pues, que tenía a su alcance la película que nos ocupa radicaba en recuperar el legado cinematográfico de la aventura postmoderna e hipermoderna de las últimas cuatro décadas a través de la mediación de otros lenguajes. Un desafío que, digámoslo ya, Uncharted pasa de asumir hasta el punto de causar desconcierto, en mayor medida aún que la reciente Jungle Cruise (2021). No basta con incluir el tradicional plano del transporte en que viajan los personajes sobreimpresionado a un mapa en el que se traza su recorrido para invocar el cine clásico de aventuras, ni basta con citar de viva voz a Indiana Jones para participar de los inmensos hallazgos expresivos de las películas ideadas por George Lucas y Steven Spielberg.

A los guionistas de Uncharted sí cabe reconocerles cierta habilidad para llevar la aventura desde su arranque hasta su desenlace con un mínimo ingenio, aunque la acción tenga problemas considerables de ritmo, en particular durante el largo —larguísimo— fragmento de metraje que acontece en Barcelona. Por su parte, Ruben Fleischer sabe aplicar a la relación paterno-filial entre Victor y Nathan el tono de camaradería irónica que ya caracterizase algunas de sus realizaciones previas, como Bienvenidos a Zombieland (2009) y Venom (2018), algo a lo que contribuye la química entre Mark Wahlberg y Tom Holland. Estos aspectos, junto a la insatisfacción apuntada que atenaza al personaje de Nathan, bastan para hacer de Uncharted un entretenimiento digno para sestear ante la televisión cualquier sobremesa de sábado, pero no para recomendarla como espectáculo de acción y aventuras que merece la pena disfrutar sobre todo en pantalla grande.

En este sentido, la negativa perturbadora de Uncharted a ser ambiciosa no tiene que ver únicamente con su renuncia a dialogar con el acervo de la aventura audiovisual; también afecta a su propia concepción del espectáculo, al que renuncia de manera ¿premeditada? siempre que tiene ocasión, hasta asemejarse a los blockbusters simulacro auspiciados en los últimos años por las plataformas de streaming. Es algo muy palpable en el reciclaje del prólogo en un avión de carga, la escena de acción en la casa de subastas y, sobre todo, la persecución final, que parte de una idea maravillosa —dos buques del siglo XVI se enzarzan en abordajes y cañonazos mientras son transportados por helicópteros— que se queda en casi nada por la impersonalidad de la realización, un montaje entrecortado que no nos deja disfrutar apenas de los aciertos escenográficos, y unos efectos especiales ordinarios. La comparación con la desenfrenada Los tres mosqueteros (2011) de Paul W.S. Anderson y Milla Jovovich es sangrante… Si se es fan del cine de aventuras puede pasarse un buen rato con Uncharted, pero es una película que dudamos deje ninguna huella en la historia del género. Más aún, lo más probable es que nadie se acuerde de ella a final de año.

  • Fotografía: Chung Chung-hoon
  • Montaje: Chris Lebenzon, Richard Pearson
  • Música: Ramin Djawadi
  • Distribuidora: Sony