Venom: El último baile
- V.O.: Venom: The Last Dance
- Dirección: Kelly Marcel
- Guion: Kelly Marcel
- Intérpretes: Tom Hardy, Juno Temple, Chiwetel Ejiofor, Rhys Ifans, Stephen Graham, Clark Backo, Alanna Ubach…
- País: EEUU
- Género: Acción
- 109 minutos
- Ya en cines
- «Eddie y Venom están a la fuga. Perseguidos por sus sendos mundos y cada vez más cercados, el dúo se ve abocado a tomar una decisión devastadora que hará que caiga el telón sobre el último baile de Venom y Eddie.»
Por Elisa McCausland y Diego Salgado
Hay que reconocer a esta tercera y ¿última? aventura a dos voces del Eddie Brock interpretado por Tom Hardy y el simbionte alienígena que cohabita su cuerpo una coherencia poco frecuente en el cine comercial. Sin salir del ámbito de los superhéroes, son públicos y notorios los bandazos que dio entre 2013 y 2023 el ya difunto Universo Extendido de DC para tratar de conectar con la audiencia, y la antaño todopoderosa Marvel Studios lleva unos años probando diversas estrategias para no perder el tren de su propio universo cinematográfico iniciado en 2008. Venom: El último baile, sin embargo, apenas hace como fiesta de despedida un par de guiños a sus fans, y se despreocupa por completo de las expectativas que pudiera albergar el espectador casual; hasta el punto de que acaba por ser uno de los finales de ciclo más mustios, más anticlimáticos, que recordamos.
Aunque tanto sus predecesoras —Venom (2018), Venom: Habrá Matanza (2021)— como las restantes propuestas que han integrado hasta hoy el llamado Universo Spider-Man de Sony —Morbius (2022), Madame Web (2024)— nos habían acostumbrado a una mezcla de laconismo y descuido expresivos que siempre ha contrastado de modo interesante con la (falsa) jovialidad de Marvel Studios y la (discutible) épica de las superproducciones de DC/Warner, no era descabellado esperar que Venom: El último baile se esforzarse por redimir las malas críticas y las burlas de los frikis con que se habían saldado los estrenos de las anteriores entregas. Al fin y al cabo, el eslogan de la película es «no te pierdas la épica conclusión de la saga».
Pero desde sus primeros minutos, durante los cuales la exposición de los motivos que impulsan al villano de la función, Knull (Andy Serkis), a seguir la pista de Venom hasta nuestro planeta y a Brock a abandonar su condición de fugitivo en México para desplazarse a Nueva York, es absolutamente literal —los personajes parece que estuvieran explicando sus papeles al público—, queda claro que el nivel de elaboración narrativa y dramática va a ser escaso, y que tampoco se va a hacer un gran esfuerzo por implicarnos en la disyuntiva afrontada por Brock y Venom debido a Knull, que amenaza con separarlos para siempre. De hecho, cuando el experiodista y su simbionte se embarcan de forma un tanto random en una road movie que amenizan a cada tanto esbirros de Knull, científicos y militares ansiosos por saber más de Venom y una familia de conspiranoicos que lidera un hippie trasnochado, Moon (Rhys Ifans), se suceden varios momentos que podría pensarse juegan a boicotear nuestra conexión emocional con los protagonistas.
Pensamos en ese recurso al tema musical de Queen Don’t Stop Me Now cuando Venom posee un caballo, que apunta maneras de escena bigger than life y deriva en coitus interruptus, y, sobre todo, en la interpretación del Space Oddity de David Bowie por Moon y los suyos en su furgoneta, a la que Brock es incapaz de sumarse a pesar de que los restantes personajes —y el espectador— lo están pidiendo a gritos. Si tenemos en cuenta que Tom Hardy no solo presta sus rasgos a Eddie Brock y su voz a Venom, también es coguionista y coproductor de Venom: El último baile, no cuesta imaginar que haya decidido otorgar al personaje los síntomas de una depresión profunda —algo subrayado por sus andares, su aspecto desaseado y la broma recurrente de su pérdida de calzado— que se habría proyectado sobre las imágenes hasta hacer imposible cualquier amago de celebración.
Nos encontramos así con la coincidencia —¿o será el zeitgeist?— de que, tres semanas después de estrenarse la sorprendente deconstrucción de la mítica asociada a un supervillano llevada a cabo por Todd Phillips en Joker: Folie à Deux (2024), Venom: El último baile atenta contra el viaje canónico del (anti)héroe con un cierre de trilogía que deja a un lado cualquier faceta de redención, grandeza o legado para su protagonista. No conviene en cualquier caso pasarnos de listos con las lecturas críticas, ya que la película responde sobre todo a la falta de ambición, el ánimo exploit, del Universo Spider-Man de Sony. La dirección artística y los efectos especiales son mediocres, la escritura del filme pésima desde sus compases iniciales, y la realización primeriza de Kelly Marcel —guionista en las tres películas sobre Venom— recuerda por su planificación a ras de suelo, deslavazada, al Roland Emmerich de Soldado universal (1992) o el Deran Sarafian de Gunmen (1997). La labor de Marcel incide en el carácter extemporáneo de Venom: El último baile, uno de los encantos trash de esta trilogía aunque nunca haya bastado para hacer de ninguna de sus entregas una experiencia memorable.
- Montaje: Mark Sanger
- Fotografía: Fabian Wagner
- Música: Dan Deacon
- Distribuidora: Sony Pictures