Civil War

  • Dirección: Alex Garland
  • Guion: Alex Garland
  • Intérpretes: Kirsten Dunst, Wagner Moura, Cailee Spaeny, Stepheson Henderson, Jesse Plemons…
  • País: EEUU
  • Género: Thriller
  • 109 minutos
  • Ya en cines
  • «En un futuro cercano donde América está sumida en una cruenta guerra civil, un equipo de periodistas y fotógrafos de guerra emprenderá un viaje por carretera en dirección a Washington DC. Su misión: llegar antes de que las fuerzas rebeldes asalten la Casa Blanca y arrebaten el control al presidente de los Estados Unidos.»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Quien haya seguido con atención la trayectoria de Alex Garland encontrará razonable el anuncio por parte del guionista y director británico de que aparca durante un tiempo la segunda actividad para centrarse únicamente en la primera. “Escribir también es hacer cine”, ha explicado Garland, «las películas no pueden atribuirse en exclusiva a los realizadores». Lo cierto es que, pese al predicamento de que gozan entre amplios sectores de la crítica y la cinefilia Ex Machina (2014), Aniquilación (2018), la serie Devs (2020), Men (2022) y, ahora, Civil War, todas ellas se ven aquejadas en mayor o menor medida por una tensión mal resuelta entre el high concept o idea feliz de que parten y su concreción en imágenes; una tensión que puede haber pasado factura creativa a Garland y que contrasta con la organicidad y carácter dialéctico de que habían hecho gala las películas escritas por él pero debidas a otros directores: 28 días después (2002) y Sunshine (2007), ambas de Danny Boyle; Nunca me abandones (2010), de Mark Romanek; y Dredd (2012) —semi debut sin acreditar de Garland tras la cámara en reemplazo de un Pete Travis que había perdido el control sobre la producción del filme—.

Por su práctica intensiva del género y sus ambiciones argumentales, Garland representa ya una de las equivalencias más fructíferas que ha generado la ciencia ficción cinematográfica respecto de la literaria. Ahora bien, en el abordaje de la ciencia ficción por cualquier autor son tan fundamentales la ciencia, la proyección imaginativa a partir de claves tecnológicas y sociales de nuestro mundo, como la ficción, es decir, la plasmación de un universo inmersivo, con una lógica y sentidos profundos más allá del tratamiento de asuntos importantes a juicio de la época en que es producida. Y Garland parece haber recorrido película a película temas de candente actualidad sin formas ni discursos distintivos: el colapso del Antropoceno, la inteligencia artificial, el feminismo de cuarta ola, el paradigma cuántico… Ocurre de nuevo en Civil War, película que, una vez vista, evoca aquella leyenda sobre la elección apresurada por Orson Welles de uno de sus proyectos, La dama de Shanghai (1947), en base a la portada de una novela pulp con la que se había topado en una cabina telefónica.

Y es que Civil War grazna como un pato, camina como un pato y se comporta como un pato… pero no es un pato. Todo en el cartel, el tráiler, las declaraciones de Garland, los primeros minutos de metraje, hacen pensar en una ficción especulativa acerca del momento de polarización ideológica que vive (no solo) la sociedad estadounidense; una polarización tan preocupante como para que en los últimos años The Guardian, CNN, NPR, Time y otros medios destacados hayan valorado con total seriedad la contingencia de que aquel país se enzarce en una segunda guerra civil a no mucho tardar.

Con sentido de la oportunidad y el oportunismo, Garland ha sabido hacerse eco de por dónde van los tiros (con perdón) en el zeitgeist, pero falla a la hora de proyectarlo alegóricamente en ninguna dirección estimulante; quizá para evitarse problemas, quizá porque la dimensión política no es el fuerte de su cine. El escenario de apocalipsis interior que plantea Civil War no atesora por tanto cualidades memorables que lo diferencien de las presentes en aquel ciclo de cine fantástico y de terror posterior al 11-S —donde se inscribía sin ir más lejos 28 días después—, en el que la civilización occidental devenía un escenario idóneo para el homo homini lupus por culpa de amenazas incomprensibles, refractarias al control humano.

Resulta curioso observar de hecho cómo las formas de Civil War apuestan, sobre todo en sus últimos minutos, por un amago del found footage recurrente en las películas de aquella época. En ese aspecto estamos ante una de las realizaciones más trabajadas de Garland aunque incida en el carácter viejuno, despistado de su propuesta, como lo hace también su empeño por centrar la acción en un grupo de periodistas que viajan por los Estados Unidos en guerra para entrevistar a su autoritario presidente antes de que lo derroquen milicias regionales.

Sobre el papel, este recurso narrativo resulta útil para mostrar sobre el terreno la lucha fratricida y, además, constituye un reflejo invertido de otro ciclo: el de las películas periodísticas —El año que vivimos peligrosamente (1982), Bajo el fuego (1983) Los gritos del silencio (1984), Salvador (1986)— que, bajo gobiernos anglosajones neoconservadores, analizaron conflictos derivados del intervencionismo occidental en lo que antes se denominaba Tercer Mundo, amén de cuestionar el grado de posicionamiento que había de adoptar el reportero ante determinadas realidades y si su trabajo no servía en última instancia al objetivo de enquistar posiciones enfrentadas, nutrir al sistema, alimentar la división y el morbo. Asuntos más que pertinentes hoy en día, cuando Occidente se está devorando a sí mismo. Sin embargo, Garland malogra la idea con un arsenal de lugares comunes trasnochados sobre la profesión periodística, y con un arco dramático y discursivo en torno a los personajes de Lee (Kirsten Dunst) y Jessie (Cailee Spaney) que culmina en una escena ridícula.

La falta de naturalidad que preside Civil War recuerda poderosamente a DMZ (2005-2012) y otros cómics Vertigo surgidos a la sombra de la Guerra contra el Terror, tan ingeniosos y bien producidos como huecos; y, en otros momentos, a las series de qualité —formato al que no nos extrañaría que fuese trasvasada la película— producidas actualmente por HBO o Amazon Prime Video.

Civil War es en resumidas cuentas un significante vacío; un ejercicio de pompa y circunstancia cuyos significados elusivos, timoratos, insustanciales, propician debatir hasta la extenuación sobre ella desde las parafilias ideológicas de cada cual sin llegar a ningún punto de acuerdo trascendente que permita a las imágenes, y nos permita como espectadores, aprehender en toda su complejidad los tiempos crispados que vivimos y alzar el vuelo intelectual e imaginativo sobre ellos.

  • Montaje: Jake Roberts
  • Fotografía: Rob Hardy
  • Música: Geoff Batrrow, Ben Salisbury
  • Distribuidora: DeAPlaneta