El pequeño vampiro


(Petit Vampire)

  • Dirección: Joann Sfar
  • Guion: Joann Sfar
  • Género: Aventuras, fantástico
  • País: Francia
  • 85 minutos
  • Disponible en Movistar+

El pequeño vampiro vive en una casa encantada con un alegre grupo de monstruos, pero pese a ello está muerto de aburrimiento. Una noche se escabulle en secreto de la mansión junto a su fiel bulldog con el propósito de encontrar nuevas aventuras y amigos.

Por Pablo Conde

Si vienen a por diversión, esta es la película: ¿un vampirito que vive rodeado de perros atomatados, fantasmas piratas, cocodrilos mutantes, criaturas armadas con pedazos de otras y un sinfín de monstruos, que quiere hacerse amigo de un niño mortal de su edad (menos 300 peterpanescos años)? ¿Una aventura cinéfila que salta del cómic a la pantalla con el espíritu de las andanzas de Errol Flynn y un mensaje de inclusión y autoaceptación, pintada con brillantes colores paradójicamente expresionistas? Sí, todo eso —y mucho más— es (solo) el comienzo de un nuevo gran acierto de la animación francesa, de la mano de un autor excepcional.

Todo lo que toca Joann Sfar más que oro es ambrosía: artista de cómics integral, ilustrador, guionista, escritor, director, puede cubrir todo el espectro contenido entre obras tan dispares y apasionantes como La mazmorra (co creada junto a Lewis Trondheim) y Pascin, La java bleue, el corrosivo y desgarrador libro Cómo hablas de tu padre o largometrajes como Gainsbourg (Vida de un héroe) y El gato del rabino, adaptación animada de la serie que lo haría popular. Por suerte, buena parte de su obra ha sido editada en España y basta acceder a cualquiera de sus piezas para comprobar su vuelo autoral, lo cual resulta aún más impresionante al ver su incansable nivel de producción, rayano en lo compulsivo. El tipo no puede parar. ¡Por suerte!

«Sin nada que envidiarle a Pixar o Ghibli, se necesitan películas como esta, en las que el disfrute es tan genuino como honesto»

Fanático confeso del cine de terror y en especial de los monstruos y su esencia, Sfarr creó a Pequeño Vampiro unos 20 años atrás, ampliando de manera constante su universo a lo largo de siete libros y una serie animada, tras la cual reinventó todo en plan reboot con una trilogía de libros compilados en Pequeño Vampir y Miguel, punto de partida de este largometraje y reciente lanzamiento de Fulgencio Pimentel, también editores de las aventuras del vampirito y su versión adulta, simplemente Vampir.

Tras una breve introducción a modo de historia de origen en la que vemos como el niño Fernand y su madre Pandora dejan de ser humanos, la película nos introduce en el mundillo de un Pequeño Vampiro cansado de sus cotidianas proyecciones nocturnas de cine de terror clásico —pendulando entre Terence Fisher y Roger Corman— y de interactuar siempre con la misma troupe de monstruosos amiguetes: lo que él necesita es volver a ser un niño, 300 años después de haberse vampirizado. Y qué mejor lugar para empezar que el colegio, donde comienza a establecer contacto con Miguel, el primer mortal ante quien se presenta, el cual no tardará en sumarse al grupo, buscando ser uno más de los monstruos, de ser posible. La aparición del enemigo número uno de Pandora y su pareja, el Capitán de los Muertos —con su esquelético look extraído del Münchausen de Guillian y El fantasma de la Ópera de Lon Chaney—, será el disparador de más aventuras.

Partiendo del imaginario visual del expresionismo alemán de Caligaris, Golems y Nosferatus —de ahí el look del protagonista—, aggiornado con una envidiable estridencia multicolor, la nueva animación de Sfar se presenta virtuosa en cada aspecto de lo formal, sin nada que envidiarle a las grandes producciones de los estudios Pixar o Ghibli, de los cuales el propio autor se confiesa fan.

«Hay que contar historias que hagan a la gente tener ganas del mundo», dijo Sfar en algún momento y ese es el eje elegido para esta fábula de celebración de la otredad: la interacción nos potencia, las diferencias nos deben unir, quizás hasta complementarse. A los efectos de relacionarnos, poco importa si uno es vampiro o perdió a sus padres y no puede recordarlos, si está hecho con rejuntes de otros seres o si emana gases tóxicos; lo que sí importa es cómo hacemos para que a pesar de todo eso podamos ser mejores. Y sí, la respuesta está en tener ganas de mundo. Todas las posibles. Es inevitable querer sumarse a la pandilla, vivir una de esas proyecciones en las que Margarito sufre si no triunfan los monstruos, mientras en la cabina nos esperan copias de Posesión infernal o Creepshow. ¡Y Holocausto caníbal!

En un momento en que el mundo está corrido de su eje, se necesitan películas como esta, en las que el disfrute es tan genuino como honesto, lejos de tontos facilismos. Una película con corazón, pensada para un público “de 5 a 100 años” que no necesita ser condescendiente con nadie, sino todo lo contrario. Porque, al final del día, ¿qué buscamos, si no ser queridos y aceptados?

A sabiendas de su búsqueda por hacer todo el tiempo algo distinto, sólo queda por preguntarse cuál será su próximo movimiento, tras este estreno y el libro de Aspirina. Te seguimos, Joann, ya de manera incondicional.

  • Fotografía: Hugues Espinasse
  • Montaje: Benjamin Massoubre, Christophe Pinel
  • Música: Olivier Daviaud
  • Distribuidora: Tripictures