Misión Imposible: Sentencia mortal – Parte 1

  • V.O.: Mission: Impossible – Dead Reckoning – Part 1
  • Dirección: Christopher McQuarrie
  • Guion: Christopher McQuarrie, Erik Jendresen
  • Actores: Tom Cruise, Rebecca Ferguson, Vanessa Kirby, Hayley Atwell, Simon Pegg, Pom Klementieff
  • Género: Thriller
  • País: EEUU
  • 156 minutos
  • Ya en salas

«Ethan Hunt (Tom Cruise) y su equipo del FMI se embarcan en su misión más peligrosa hasta la fecha: Localizar, antes de que caiga en las manos equivocadas, una nueva y terrorífica arma que amenaza a toda la humanidad. En esta tesitura, y con unas fuerzas oscuras del pasado de Ethan acechando, comienza una carrera mortal alrededor del mundo en la que está en juego el control del futuro y el destino del planeta. Enfrentado a un enemigo misterioso y todopoderoso, Ethan se ve obligado a considerar que nada puede anteponerse a su misión, ni siquiera las vidas de aquellos que más le importan.»

Por Elisa McCausland y Diego Salgado

Uno de los mayores aciertos de esta séptima entrega de la franquicia de espionaje y aventuras producida y protagonizada por Tom Cruise radica en que el villano último de la ficción es una inteligencia artificial, que ha evolucionado por sí misma a partir de su programación por seres humanos y que las grandes potencias ansían controlar.

Es un argumento atractivo, en primer lugar, porque permite a Cruise y el guionista y director Christopher McQuarrie plantear reflexiones ¿lúcidas? ¿reaccionarias, en la línea de Top Gun: Maverick (2022)? acerca de la infinita manipulación de la realidad y la lectura de dicha realidad por parte de la tecnología, y la importancia ante ese panorama de la imprevisibilidad que solo pueden aportar los seres humanos y, por supuesto, el ser humano más impulsivo y osado de la galaxia, el Ethan Hunt que vuelve a encarnar Cruise.

El prólogo —que homenajea La caza del Octubre Rojo (1990) en un escenario de nueva Guerra Fría con las IAs como armamento de destrucción masiva— y escenas posteriores como aquella en la que los espías se ven obligados a desempolvar las máquinas de escribir o esa otra en la que un aeropuerto deviene escenario de trampantojos materiales y virtuales, hacen pensar en qué habría sido de Misión: Imposible – Sentencia Mortal Parte I si se hubiese atrevido a dar un volantazo a la saga para arrojarse en brazos de la ciencia ficción especulativa.

La película, sin embargo, persiste en el modelo esbozado en Misión: Imposible 3 (2006) y consolidado en Misión imposible: Nación secreta (2015). Y es aquí donde el argumento de la inteligencia artificial adquiere otra dimensión, ya que la historia no es más que la enésima vuelta de tuerca al mismo grupo de personajes esquemáticos, las mismas misiones idealistas y desesperadas al margen del sistema, el mismo narcisismo físico y emocional de Cruise, y las mismas escenas de acción al límite. Bien podría concluirse que la combinación reiterada de esos elementos se debe a una IA, más o menos afortunada según las descripciones o prompts con que se la nutre.

En el caso de Misión: Imposible – Sentencia Mortal Parte I el fruto resultante de los prompts no es demasiado alentador. Como guionista y realizador, Chris McQuarrie anda más espeso que en ocasiones anteriores. Hay un exceso de diálogos y estos pecan de sobre explicativos, la dinámica entre Hunt y sus compañeros de misión es menos fluida que de costumbre, y lo mismo cabe decir de las relaciones que establecen entre sí la gran cantidad de funcionarios gubernamentales, villanos y aliados poco fiables que repiten o entran en escena por vez primera. Los hechos pretenden remitir además a un pasado lejano de Hunt del que jamás habíamos tenido constancia hasta la fecha, detalle en la línea de los James Bond de Sam Mendes y Daniel Craig que esperemos no vaya a más.

El único aporte inspirado al universo Hunt es el de Grace (Hayley Atwell), una ladrona de altos vuelos que hace pivotar a veces el relato hacia las comedias sofisticadas de atracos de los años sesenta; pero es a costa de eliminar a uno de los personajes más carismáticos de la serie. Hunt proclama a diestro y siniestro que le importan más las vidas de sus camaradas que la suya propia, pero su filosofía del cuidado se ha saldado ya con las muertes de varios compañeros y, sobre todo, compañeras de aventuras.

Estos defectos podrían haberse perdonado con unas escenas de gran espectáculo memorables; al fin y al cabo, el auténtico leitmotiv de esta saga es la misión (casi) imposible de superarse en ese aspecto con cada nueva entrega. Pero únicamente el fragmento de la última que corresponde a la caída sucesiva al vacío de los vagones de un tren da la talla, amén de recordarnos que Tom Cruise es el último representante de una vitalidad existencial ante el peligro que se remonta a Douglas Fairbanks y Harold Lloyd. Las demás secuencias de acción resultan decepcionantes, más si las comparamos con las vistas en las dos anteriores entregas. Entre ellas, algunas que sobre el papel —en el tráiler— apuntaban muy alto: la persecución a caballo por el desierto, la automovilística en Roma, el duelo con armas blancas en Venecia, el publicitado salto en moto.

Muchos de estos momentos parecen ejecutados con prisa, para cubrir el expediente, y tiran de hipertrofia musical para camuflar que, en su planificación, no saben ir más allá del enunciado. Para colmo, al menos un par de situaciones tienen similitudes con las vistas en blockbusters ahora mismo en cartel como Fast & Furious X (2023) e Indiana Jones y el Dial del Destino (2023), lo que redunda en la paranoia sobre las IAs y el Hollywood de hoy. Hasta en los diálogos, quizá para aliviar su monotonía o para sugerir incertidumbre sobre quién escucha aparte del interlocutor, McQuarrie recurre a decisiones extrañas, como variar el punto de vista sobre quien habla mediante saltos de montaje desafortunados, algo que también es aplicable a una voz en off al principio y el final del metraje que se diría destinada a compensar la falta de entidad narrativa.

Misión: Imposible – Sentencia Mortal Parte I es una película en la que todo está porque tiene que estar, pero nada respira por sí mismo; una película que delata cierto agotamiento en la colaboración Cruise/McQuarrie y que, en una temporada tan aciaga como esta para las superproducciones norteamericanas, siembra dudas sobre su taquilla y, sobre todo, la idoneidad de su prolongación en una segunda/octava parte que tardará un año en estrenarse.

  • Montaje: Eddie Hamilton
  • Fotografía: Fraser Taggart
  • Música: Lorne Balfe
  • Distribuidora: Paramount Pictures